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El botín, ¿un tesoro enterrado en la montaña sanjuanina?

En Bella Vista y sus alrededores, una leyenda urbana asegura que parte del botín del asalto al Banco Río se encuentra escondida bajo tierra, en las profundidades de Bauchazeta. Un GPS y plata enterrada, los argumentos.

Por Luz Ochoa

Aunque ya pasaron 14 años del asalto al Banco Río, más conocido como el Robo del Siglo, en Bella Vista y sus alrededores todavía resuena el mito del tesoro enterrado en Bauchazeta, el lugar situado en la profundidad de la montaña en Iglesia, donde el líder de la banda que perpetró el atraco más importante de la historia criminal fue descubierto y atrapado por Gendarmería.

En esa quebrada localizada a 3.200 metros de altura sobre el nivel del mar y a unos 40 kilómetros del poblado, Fernando Araujo se ocultó mientras el resto de sus secuaces eran detenidos. A pesar de que finalmente cayó, fue el último de los cinco arrestados y tuvo tiempo para esconder el dinero, ya que a él sólo le encontraron 5.800 pesos bajo tierra en el refugio de la precordillera sanjuanina.

Según señala Guido Altamira, el guía que llevó a Tiempo de San Juan hasta el lugar secreto del ideólogo del asalto que volvió a ganar protagonismo con el estreno de la película que lo recrea, la leyenda todavía se cuenta por aquellos pagos cada vez que un turista los visita. “Hay como una especie de juego, en el que se realizan expediciones hasta el lugar para hallar el tesoro enterrado y se bromea con ello”, sostiene.

Si bien se trata de un a fantasía del imaginario popular, asegura que más de uno llegó hasta allí con la ilusión de hacerse millonario. Sin embargo, se volvió con las manos vacías o, al menos, si dio con el dinero nunca lo contó. Lo cierto es que de la construcción donde permaneció Araujo poco queda ya y ese no es únicamente el resultado del descuido sino del paso de caza fortunas, indica Altamira.

Bauchazeta, el lugar que despierta las fantasías de los caza fortunas

Las sospechas no sólo fueron de los pobladores que manejaban información de las noticias, sino también de aquellos que tenían datos de primera mano como uno de los fiscales de la causa, Jorge Apolo, quien estaba detrás de la pista del dinero y -como le encontraron un GPS con marcaciones entre sus pertenencias, un pico y una pala- creyeron que parte del botín estaba allí. Fue por ello que ordenó hacer excavaciones en el refugio, pero en consecuencia no se halló nada.

Se calcula que entre 8 y 25 millones de dólares fueron robados de la sucursal de Acassuso. El dinero repartido en partes iguales para los seis integrantes de la banda (uno de ellos nunca fue identificado y zafó de ser encarcelado), a cada uno le tocó como mínimo 1.333.333 de dólares -unos 80 millones de pesos con la cotización oficial de la moneda estadounidense-, sin tener en cuenta las joyas, las piedras preciosas y demás objetos de gran valor que se guardaban en las 145 cajas de seguridad de la entidad bancaria saqueadas.

Aunque no hubiera un botín enterrado, el paisaje hace valer la pena una visita

En ese escenario que componen un verdadero paraíso natural, con vertientes cristalinas, vegas y montes con la Cordillera de los Andes en su espalda, quizás se encuentre parte de los millones robados. Es que como había decidido adoptar un bajo perfil, a la mente brillante del golpe no le incautaron ni el uno por ciento de lo que le habría tocado y, por ese motivo, el mito gana fuerza. Aunque esos 5 mil sepultados en un frasco tenían mayor valor en 2006 que hoy en el 2020.

De todas formas, fue al que menos plata se le secuestró ya que el resto no tuvo ningún reparo en gastarla de inmediato. Una cupé de 40 mil dólares, un departamento en Parque Chacabuco, televisores plasma y un local de venta de celulares en el microcentro porteño fueron algunos de los bienes que adquirieron los asaltantes tras el robo. 

En qué se gastaron el dinero

Según publicó Télam en diciembre de 2006, en el requerimiento de elevación a juicio se detallaron los gastos que los imputados hicieron después del 13 de enero de ese año, fecha en la que perpetraron el atraco. Luis Mario Vitette Sellanes se compró en Montevideo una cupé Hyundai que pagó con 39.900 dólares en efectivo.

El auto quedó patentado en la localidad de San José de Mayo con la matrícula MAA5395, y el 6 de febrero de ese año, “el hombre de traje gris” pagó en efectivo 27.042 pesos uruguayos para cancelar por adelantado la totalidad del impuesto automotor del año entero.

Si bien se dijo que tenía cajas de seguridad en Uruguay, lo cierto es que no las detectaron. Tampoco dinero en sus propiedades.

En el caso de Rubén Alberto de la Torre fue detenido con un cero kilómetro, también marca Hyundai, aunque en vez de una cupé era una camioneta modelo Galloper, adquirida tres días después del robo.

También se detectó que el 10 de febrero, había adquirido una propiedad por la que pagó 40 mil dólares en Parque Chacabuco. A este imputado se le encontró además una gran cantidad de dinero.

En un domicilio relacionado con la familia De la Torre, los investigadores hallaron dentro de una mochila, escondida en una bolsa de residuos, tres envoltorios de nailon y cinta de embalaje con ocho fajos que totalizaban 78.900 pesos; una cartera de cuero marrón con 28.700 euros y otras dos carteras en las que había 2950 euros, 13 dólares, reales y hasta rupias. En otra mochila, de cuero marrón, otros trece envoltorios plásticos que escondían nada menos que 678.850 dólares.

Al sobrino del “falso médico” le descubrieron una cantidad nada despreciable que se sumaba a los 158.700 dólares secuestrados.

En una caja de seguridad del Banco Provincia, a nombre de su hijo Gastón de la Torre, se hallaron otros 1470 euros, 55.728 dólares y 36.165 pesos, según el requerimiento.

Si los anteriores demoraron poco tiempo en "blanquear" parte del dinero presuntamente robado en el banco, el que no quiso perder ni un día en ver los resultados del "gran golpe" fue José Julián Zalloechevarría, alias "el gordo Julián".

El 14 de enero de ese año, es decir, un día después del robo del siglo, Zalloechevarría gastó, según lo afirmaron en su resolución los fiscales de la causa, 1044 pesos en un negocio de artículos para el hogar. El 10 de marzo, en el mismo local comercial, gastó otros 2400 pesos.

Cuando los investigadores allanaron su casa, la policía encontró caros electrodomésticos, entre los que había televisores plasma, toda una novedad tecnológica para aquellos tiempos.

Entre otras pruebas recolectadas, los investigadores le secuestraron 12.000 pesos, facturas por materiales de construcción. "El gordo Julián" se habría comprado una camioneta Ford EcoSport.

En el caso del "ingeniero" Sebastián García Bolster, se compró una camioneta Toyota Corolla en 20 mil pesos y reanudó obras en un chalet que estaba construyendo. Además, en la casa de Villa Gesell donde lo detuvieron secuestraron 20 mil pesos, en su casa de San Isidro otros 21 mil y en freezer de la casa de su padre, unos dos mil dólares.

"Marciano" fue generoso con sus amigos. Según consta en el expediente, a Mariano Enzo del Grande le dio 59.900 dólares. A Santiago Dolan, por la compra de un departamento, le dio 67.000 dólares.

Los pesquisas encontraron más pruebas en Villa Gesell, donde detuvieron a García Bolster. En una casa que había alquilado "el Ingeniero" en esa ciudad de la costa atlántica, los investigadores encontraron parte del botín: 20.000 pesos.


 

 

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