Por Pablo Amado
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Las diversas manifestaciones del arte han superado las barreras del tiempo, del espacio y del idioma, permitiéndonos entender nuestras diversidades a lo largo del tiempo. En este sentido, el teatro ha cumplido – y sigue haciéndolo- un rol vital en la integración y en la generación de nuevos paradigmas que fomenten una sociedad más justa. Esta idea es sostenida de alguna manera por la directora de la compañía de Teatro Inclusivo de la Biblioteca Franklin, María Verónica Gómez quien sostiene que “el teatro les enseña a los chicos a resolver problemas del ahora, problemas que pasan en la vida y que necesitan una reacción rápida. Por eso este lugar es importante, porque lo que aprenden acá es para toda la vida” afirma la profesora de la compañía.
Hay un tiempo para cada uno. Ya que son 13 jóvenes de entre 18 a 40 años los que integran esta compañía teatral, que vienen desde el Centro Vida Nueva donde asisten personas con distintas discapacidades hasta los subsuelos de la biblioteca donde funciona el teatro. El taller es inclusivo, y lo es por varios motivos. No solo integra a los chicos con síndrome de Down, sino que también viene gente que no tiene ningún tipo de discapacidad. Hace un año están trabajando en la preparación de “La Bella y la Bestia” la obra del conocido cuento francés de Gabrielle Barbot de Villeneuve, publicado en 1740. Que supo traspasar todos los formatos del cine como así también de los distintos escenarios teatrales del mundo. Hoy después de 279 años, esta obra será interpretada por un elenco de chicos con discapacidad, con el desafío de incluir un teatro de sombras en la performance.
“Queremos llegar a lanzar la obra antes de las vacaciones de invierno, pero está difícil, cada chico tiene un proceso particular de trabajo” cuenta María o “la profe” como le dicen los chicos. Otro de los tutores afirma que “están en un espacio donde tienen que aceptar ciertas normas, como el silencio de la biblioteca y el respeto, entonces el joven se adapta al contexto y el contexto acepta al joven, porque a ellos les gusta estar acá, les gusta compartir como hacen los otros chicos que vienen a la biblioteca a estudiar o juntarse”.
El teatro es una herramienta fundamental que permite un crecimiento socio-personal y grupal continuo, facilitando la comprensión y la reflexión, y la posibilidad de experimentar y producir cambios. En el teatro no existen las barreras, y eso se puede ver en el grupo de chicos de la Franklin, que todos los días redoblan sus esfuerzos para poder alcanzar sus sueños como artistas. Lugares como este no abundan en todas partes, donde las barreras de la exclusión en algunos casos parecen intactas. Sin embargo, y como se puede observar en los ojos de cada uno de estos chicos, y en el esfuerzo de quienes llevan el taller adelante, el arte nos ayuda a aprender que muchas veces en las diferencias se esconden nuestras semejanzas, y que a fin de cuentas, no somos tan diferentes a como pensamos.
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