Sin querer, o queriendo. O sin querer queriendo, como diría el Chavo, con diferencia de pocas horas dos de los íconos de la aguardada renovación peronista postearon las piruetas de un simpático influencer que se las ingenia para hacer equilibrio futbolero con una naranja. Asegurándose, claro, de aparecer prolija y espontáneamente en el plano.
Es un niño, Juanchi, que desde la cuenta jueguitos.pachyy en IG y en TikTok ya acumula casi 40 mil seguidores, pendientes de ver si aparece un jueguito más en una cuenta que el talentoso niño ya parece tener calculada. Y en lugar de una pelota tradicional, una fruta de estación.
Por fina coordinación o milagrosa coincidencia o por pedido del niño, el ex mandamás de Chimbas Fabián Gramajo y el actual de Rawson, Carlos Munisaga, aparecieron en posteos diferentes de sus propias cuentas improvisando una intervención con la cámara celular de intrusa. Tono casual, con la criatura en rol estelar facilitando un talento al cual colgarse. Gramajo en la Plaza 25, donde parece haberlo encontrado, Munisaga delante de un mural en su departamento.
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No queda claro si se trató de una operación conjunta o se mandó cada uno por separado, sí que produjeron en sintonía un hecho político novedoso. No fue un documento denunciando los padecimientos que dicen existir, tachando o respaldando alguna acción política. Vale retro lo clásico.
Sería parte del paisaje actual si no ocurriera lo novedoso de que se los escucha bastante poco sobre ese músculo peronista. Ese que se percibe excluyente en el compañerismo nacional de la misma generación (ya sea Axel, Grabois o Máximo), alguna conjugación pública de lo que se escucha en una escuadra opositora clásica, aunque sea mínima. Nada de eso, pura payana.
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Gramajo y Munisaga son dos de los jóvenes maravilla con los que sueña el arco peronista para dejar sentenciado un recambio que hoy sólo existe en su invocación. Junto a Cristian Andino, quien no parece haber descubierto aún la evidente gracia del payaneador, pero hace lo suyo lookeandose de gaucho en cuanta cita telúrica aparezca, con recitado y todo. Gaucho de rastra y botas, además, no de bombacha y alpargatas como sugeriría cualquier manual peronista.
Piezas esenciales de lo nuevo que no termina de nacer frente a lo viejo que no termina de morir. De indiscutible aplicación al peronismo local, estos dos emergentes del payanismo interno muestran algunas facetas en común pero claras contracaras cromáticas.
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Coinciden en esa nueva modalidad de buscar el éxito en el escrutinio, seguramente sugeridas por esas modernas consultorías que supieron hundir al Titanic. Sencillamente, no hablar de política, aunque lo que pueda perder de aceite el sistema oficial se traduce en enunciados de naturaleza…..política y económica.
Los asiste por otro lado, diferencias gruesas. Munisaga parece haber percibido que entre ese plantel de recambio corre con cierta ventaja: gestiona el departamento más grande de San Juan. En los últimos meses entregó la sensación de haber estado perdiendo ese miedo escénico inicial, excesivo respeto a los tótem de la vieja generación, los Uñac y Gioja.
Debería haber sido al revés, que el uñaquismo y el giojismo le temiera a él, a eventuales decisiones en el plantel, más allá de alguna data no revelada que pudiera atarlo. Hasta que se decidió a sacar tarjeta roja a varios funcionarios de procedencias ajenas y heredados en Rawson con anuncio de achique de gabinete. Aunque alguno de los “podados” haya reaparecido en sillones menos visibles.
En referencia a Gramajo, el rawsino detenta identidad peronista más reciente, aunque también el chimbero proviene de otra cuna política (en este caso bloquista, al decir de su esposa Daniela que confiesa haberlo arrimado). Pero sí que parece haber endurecido en tono Munisaga en la lógica interna, tal vez como reflejo de la incorporación plena de Mauricio Ibarra y el correspondiente florecimiento de ilusiones firmes rumbo al 2027.
Por el lado del chimbero, la vigente complejidad de manejar sin manejar. Es más San Juan te quiero, que Chimbas te quiero, como lo revela su base de operaciones más céntrica. El asunto es que el capital político a Fabián le opera en Chimbas casi con exclusividad, y ese es hoy un territorio en disputa.
Le alcanzó para comercializar espacios en la última elección, hasta decantarse por Gioja luego de dejar saludando en el atrio a Uñac. Se verá si mantiene legitimidad en su origen, si su esposa intendenta que en los afiches ha prescindido del apellido insignia y maneja la caja, le seguirá facilitando algún cheque para hacer política a su nombre.
Por ahora, Daniela Rodríguez parece más entusiasmada en mantener buenas vibraciones con el oficialismo provincial que con el peronismo. Se notó muy claro el día de su mensaje al Concejo. A Fabián le queda asentir y librar una batalla de entrecasa por el funcionariado departamental, un poroteo en que gana y pierde como a las cartas. Con un lenguaje intrigante: los míos y los tuyos.
Y seguir haciendo flamear la estampita de la renovación peronista junto a Munisaga y Andino, que por ahora se trasunta con payanitas y ropa de gaucho antes que con ejercicio de peronismo explícito. Al menos, del formato clásico.
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En medio de un tablero peronista general atravesado por los interrogantes. No los de las candidaturas, que es con claridad lo que más los ocupa (o lo único), hacen fila también los mensajes.
El pleno de dirigentes no muestra sintomatología de entusiasmo. A Gioja se lo percibe algo retirado y desinteresado por la rosca. Si así fuera, grave. Uñac –el otro ismo interno- no despega desde el universo hipercontrolado de sus redes personales, sin todavía dar ese salto con alguna irrupción pública en el multiverso de las preguntas y respuestas. Ni siquiera con sus profesionales más íntimos.
No hay más nombres relevantes. Sí alguno tallado en bronce, como una tal Celeste que reportaría en el Senado, según quienes encontraron signos de vida suyos en alguna sesión reciente. Pero de cuya efectiva existencia política poco se percibe, incluso entre quienes le sirvieron el asiento y quienes la votaron. Reducida a una lucha guevarista de golpear desde alguna trinchera imaginaria, privando al gran público de sus virtudes.
Confían todos en que sólo Milei puede entregarles en bandeja eso por lo que no parecen hacer lo suficiente: el regreso.
Y de vuelta a los payaneadores, si lo que buscan aportar es modernidad con la apuesta exclusiva de una asociación con simpáticos tiktokers, calibrar si será efectivo sin nada en el fondo al tarro. Hay para defender Rawson y Chimbas, nada menos que los territorios peronistas de etiqueta.