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Historias del Crimen

Los dos hermanos asesinados en Villa "El Nailon" y la trama de amor y odio entre dos familias

Los Medina y Flores no se llevaban bien, pero estaban unidos por relaciones de parejas entre sus miembros, que en 1997 y en el 2000 terminaron en asesinatos en la famosa Villa El Nailon de Rawson.

Por Walter Vilca

Lo que el amor unía era a la vez separado por el odio y las balas. La historia de los Medina y los Flores tenía esos vaivenes tan pasionales, pero también cruentos dentro de la famosa Villa El Nailon en Rawson. Así fue que esas disputas familiares dejaron su huella de sangre y fuego con dos asesinatos en aquel viejo asentamiento que llegó a ser el más grande de San Juan.

En el hoy barrio La Estación, donde estaba la Villa El Nailon, muy pocos recuerdan esas historias detrás de esas dos familias. También de los amores que las unieron, como el de Zulema Flores y Alberto Rafael Medina, y las tragedias que le sucedieron. Porque esa relación nunca fue bien vista y trajo problemas.

Alberto tenía 16 años. Zulema contaba con 22 y además había abandonado a su pareja y padre de su hijo a principios de 1997 para irse a vivir con el adolescente en la misma villa. Se decía que el exconcubino de la chica y su hermano, Mauricio Flores, habían jurado vengarse del jovencito, pero los Medina no solían intimidarse.

El asesinato de Alberto

Extrañamente el mediodía del 27 de julio de 1997, Alberto Medina recibió un balazo en el abdomen mientras permanecía dentro del rancho que compartía con Zulema. Él caminó por el pasillo de la villa buscando ayuda y se desplomó frente a su abuela. Una hora más tarde murió en el servicio de urgencias del Hospital Guillermo Rawson. Esa misma tarde el jovencito debutaba en la primera división de un club de Rawson. La historia se repetía, pues su padre también había muerto de un balazo en un incidente callejero.

Ese

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A raíz del asesinato ocurrido en 1997, la Policía detuvo a la exmujer del fallecido y dos amigos del fallecido.

A raíz del asesinato ocurrido en 1997, la Policía detuvo a la exmujer del fallecido y dos amigos del fallecido.

día detuvieron a Zulema, a su exmarido y a su hermano Mauricio Flores. A la chica porque estaba con el adolescente cuando recibió el balazo. Al ex de ella porque tenía motivos suficientes para odiarlo y posiblemente atacarlo. Y al tercero porque un testigo afirmó que lo vio salir de la casa donde se produjo el disparo y llevaba algo envuelto en una de sus manos. Se cree que era el arma homicida.

La chica declaró que Alberto jugaba con el arma sobre la cama y se le escapó el disparo. Sin embargo, una fuente judicial señaló que en las manos del adolescente no hallaron restos de pólvora y el tiro fue efectuado a una distancia de, al menos, 40 centímetros. Pero tampoco hallaron pruebas para poder acusar a la expareja de la mujer y al hermano. En definitiva, nunca se esclareció la muerte de Alberto Medina y los resentimientos entre las familias se hicieron cada vez más fuertes.

El caso Miguel Medina

Pero la vida continuó en la villa y el amor atravesó de nuevo a las dos familias. Mauricio Flores y Paola Medina -la sobrina de Alberto- se enamoraron y formaron pareja. El muchacho era un violento y no faltaron las continuas golpizas contra la chica, como tampoco la intervención de sus parientes que procuraban defenderla. Entre ellos estaba Miguel Ángel Medina, el tío del joven, que dicen que en alguna ocasión llegó a darle una paliza a Mauricio a modo de aleccionamiento y en defensa de su sobrina.

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Uno de los ataques a balazos. Foto de Diario de Cuyo.

Uno de los ataques a balazos. Foto de Diario de Cuyo.

La regla jamás se cumplía dentro de esa relación conflictiva entre las dos familias. Tarde o temprano todo se arreglaba y los Flores y Medina volvían a amigarse, aunque los rencores de unos con otros se mantenían intactos. En especial en Mauricio, que siempre reprochaba a Paola la intromisión de su familia y prometía vengarse. Él no era de fiar y su historial delictivo lo describía: había estado imputado de tentativa de homicidio por una agresión en Villa Obrera, Chimbas. En ese entonces cargaba con 33 causas en su planilla prontuarial por incidentes callejeros, contravenciones y delitos contra la propiedad.

En ese pacto silencioso entre familias todo podía suceder, incluso que Mauricio Flores invitara a comer un asado en su casa a su tío político Miguel Ángel Medina como si fueran grandes amigos. Eso fue el sábado 20 de mayo de 2000. El joven iba a revocar una pared ese día, así que le pidió al tío de su mujer, a Walter Vera, Sergio Otiñano, German Sambor y Carlos y David Guzmán que lo ayudaran en ese trabajo. A cambio, él ofreció poner carne en la parrilla y compró un cajón de cerveza. Medina, que vivía en Santa Lucía, aceptó ir a colaborar, pero más nada por ayudar a su sobrina.

El asado

La obra fue terminada en la tarde y llegada la noche los siete amigos se sentaron a comer asado y a tomar hasta las primeras horas del domingo 21 de mayo. David Guzmán y Sergio Otiñano se retiraron pasada la medianoche. Miguel Medina también manifestó que estaba cansado, pero no quería pedalear hasta Santa Lucía y entonces le pidió a Carlos Guzmán que le hiciera un lugar en su casa para que durmiera allí.

Ya eran las 5 de la mañana y, con esa excusa, todos los invitados se levantaron de la mesa. Carlos Guzmán, Germán Sambor y Walter Vera salieron junto con Medina para acompañarlo a la casa del primero. Ese rancho estaba en uno de los galpones del exferrocarril, no muy lejos de la vivienda de Flores, quien se había quedado a solas con su mujer y sus dos hijos pequeños.

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Mauricio Emilio Flores, el autor de asesinato. Foto publicada en 2000.

Mauricio Emilio Flores, el autor de asesinato. Foto publicada en 2000.

Al llegar a ese lugar, Miguel Ángel Medina se tiró en la cama que le prestó Guzmán y a los minutos empezó a roncar. Sambor se acostó a su lado, mientras los otros dos veían qué hacer. Pasado un rato, Guzmán con Vera y Sambor decidieron dejar durmiendo a Medina y volvieron a la propiedad de Mauricio Flores. Llegaron hasta la puerta. Vera entró primero, pero de inmediato se frenó. Es que Mauricio estaba golpeando a Paola Medina en el piso. “Vos no te metas, que te voy a meter un tiro”, amenazó el dueño de casa a Vera. Este no respondió y salió, no sin antes escuchar que Mauricio le advertía a su mujer: “¡Qué tanto te defiende tu familia! Los voy a matar a uno por uno y el primero va a ser Miguel”.

Vera le propuso a sus dos amigos marcharse. Era una pelea de pareja y no valía la pena involucrarse, pensó. Mientras se alejaban, este joven y Sambor optaron por poner fin a su trasnochada y se despidieron. Carlos Guzmán regresó solo a su vivienda y se acomodó para dormir en un viejo sillón, al lado de la cama donde descansaba profundamente Miguel Medina.

Ataque a traición

Guzmán no se dio cuenta de cuándo cerró sus ojos. Según él, despertó por los estruendos de los tiros. Ahí se encontró con Mauricio Flores parado en los pies de la cama, con un revólver en una de sus manos y con el caño del arma aun humeando. “No pasa nada”, dijo, mirándolo desafiante y después escapó por entre los pasillos de la villa. Miguel Ángel Medina ya se encontraba gravemente herido por el balazo que le impactó a la altura del corazón y otro tiro que le dio en la pierna izquierda.

La noche alocada de Flores no culminó allí. El joven caminó hasta la vivienda de María del Carmen Medina, hermana de Miguel y tía de su pareja, y largó tres o cuatro balazos contra la puerta. En su furibundo ataque también disparó tres veces contra Antonio José Medina, su abuelo político, cuando este se asomó a ver qué pasaba en el callejón.

La villa fue un hervidero esa mañana. Miguel Ángel Medina murió antes de que lo auxiliaran y no hubo más heridos. A todo eso, Mauricio Flores desapareció de la Villa El Nailon y los policías de la Comisaría 6ta y de la Brigada de Investigaciones de la Central de Policía de San Juan iniciaron una cacería para capturarlo.

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Miguel Ángel Medina, el hombre asesinado. Foto de Diario de Cuyo.

Miguel Ángel Medina, el hombre asesinado. Foto de Diario de Cuyo.

Mauricio Emilio Flores, de 25 años, fue detenido recién el 27 de mayo de ese año en la Villa Hipódromo en Rawson. La pistola calibre 32 que empleó en el asesinato no fue secuestrada. Aun así, él admitió el crimen, pero aseguró que se encontraba muy alcoholizado y drogado.

Su abogado intentó demostrar en el juicio, realizado en mayo de 2002, que Flores padecía problemas psiquiátricos y era adicto. La junta médica que lo examinó, por el contrario, descartó que tuviese algún trastorno mental y la conclusión fue otra. Los psicólogos señalaron que contaba con una personalidad psicopática, que simulaba, era indiferente y tenía sentimientos de omnipotencia. Además, remarcaron que para él el resto de las personas eran una cosa, que no aprendía con el castigo y que no se angustiaba ni sentía culpa.

El 28 de mayo de 2002, los jueces Juan Carlos Peluc Noguera, Manuel Herrero Martín y Ernesto Kerman de la Sala II de la Cámara Penal condenaron a Mauricio Emilio Flores a la pena de prisión perpetua por el delito de homicidio agravado por la alevosía.

FUENTE: Sentencia de la Sala II de la Cámara en lo Penal y Correccional de San Juan, testimonios de expolicías, artículos periodísticos de Diario de Cuyo y hemeroteca de la Biblioteca Franklin.

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