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SUSCRIBITEDepartamento cerca del Gran San Juan, Pocito guarda en sus raíces un sinfín de historias, leyendas e incluso mitos que a más de uno le quitó el sueño.
Presupuesto que envió la empresa Motteau al Gobierno de San Juan con las obras, donde se incluye la Estatua de la Libertad. Imagen de archivo
Estatua de la Libertad, Pocito.
Monumento a la India Mariana, en Pocito. Imagen de Archivo
Monumento a la India Mariana, en Pocito. Imagen de Archivo
Escenificación de la Batalla en La Rioncada. Imagen de Archivo
Escenificación de la Batalla en La Rioncada. Imagen de Archivo
Pocito es un departamento como tal desde 1869. Antes, en las distintas distribuciones que tuvo la provincia, fue pasando de sector en sector, pero siempre se caracterizó por su gente, sus costumbres y por ser una de las primeras zonas fértiles cuando se viajaba desde el sur. En su pasado colecciona riquísimas historias, leyendas y hasta mitos que durante años nadie se animaba a desmentir.
Si tuviéramos que elegir tres hitos pocitanos, podrían ser la India Mariana, la historia detrás de la Estatua de la Libertad y la Batalla de La Rinconada.
Al menos una vez en edad escolar escuchamos hablar de la India Mariana, la protagonista de una leyenda pocitana. Se cree incluso que gracias a ella el departamento recibe el nombre Pocito.
Las tierras donde hoy se alza el departamento en el pasado era ocupado por comunidades Huarpes. Una de sus integrantes se volvió en la protagonista de una leyenda que trascendió generaciones. De todos los relatos que hay, uno de los más detallistas y jugosos es el que dejó en su momento el escritor Rogelio Díaz Acosta, quien la describió como delgada, de turbante y mirada penetrante.
“Nadie podía decir de donde venía ni calcular su edad. Llegaba siempre con las crecientes, cuando el manto de nieve empezaba a deshilacharse en la cordillera y se instalaba bajo un envejecido algarrobo a la vera del camino a Mendoza. El árbol parecía conocerla. Nadie sería capaz de negar que no lo hubiera plantado ella misma. Con su llegada las vainas crecían y maduraban. Caían cuando se marchaba”, reza el relato.
La india se dedicaba a vender “piedritas” doradas, algo que obsesionaba a los conquistadores. Resulta que esas piedras eran pepas de oro, pero pese a la insistencia de muchos, nuca se encontró el lugar de origen del “pocito” del cual Mariana sacaba el oro.
“Es cosa sabida que un grupo de españoles, a fines del siglo XVI, planeó asaltar a la vieja india Mariana que vendía pepitas de oro bajo un envejecido algarrobo junto al camino del sur. Una noche guiados por el resplandor del cigarro de la india, dieron el golpe. Pero bajo el árbol sólo encontraron el perro enorme, cuya boca era la brasa del cigarro, el que se irguió a la luz de las antorchas. ¡Huyeron espantados! Después contaron que, mientras huían, una risita insultante salía del algarrobo. Se dice también que esa noche un violento temblor sacudió la región. Al día siguiente, Mariana ya no estaba. Nadie volvió a verla. Muchos la buscaron y buscaron el “pocito”. Pero no lo encontraron. Sólo quedó el nombre a ese lugar: Pocito”, finaliza el relato de Díaz Acosta.
La India Mariana no solo es la protagonista de una leyenda local. Es un personaje valioso para la comunidad pocitana. Incluso hay una estatua que la recuerda en el corazón de Pocito, precisamente en la Plaza de la Villa Aberastain.
Una réplica de la famosa Estatua de La Libertad, que se alza al sur de la isla de Manhattan, descansa en la villa cabecera de Pocito. Sobre ella, durante muchos años se cultivó el mito de su origen. Algunos aseguraban que la provincia no era la destinataria final de la estatua. Otros compraban una versión más audaz: que en realidad la estatua era un regalo de Estados Unidos a San Juan, pero de Puerto Rico. ¿Cuál es su verdadero origen?
Algunos testimonios, que nacen del seno pocitano, señalan la estatua fue solicitada por Federico Cantoni tras un viaje a Francia. Lo hizo en el marco del centenario de la Revolución de Mayo, de 1810.
El director de Patrimonio, Jorge Martín, explicó tiempo atrás que de manera particular realizó una investigación para descubrir el origen de la estatua cuyo nombre original es “Libertad iluminando al mundo”.
De acuerdo a la información recopilada durante meses, Martín pudo descubrir el origen de la estatua. Había sido pedida durante la gobernación del Coronel Sarmiento, de manera intencional. Incluso en el recibo de la compra también figuran dos ninfas que hoy decoran una de las fuentes del Parque de Mayo y unos copones (macetas) que fueron a parar a la Plaza 25. Todo se compró para el Centenario de la Revolución de Mayo.
Su primera ubicación, de acuerdo a los registros, fue en el Parque de Mayo, y posteriormente por gestión del ingeniero Marcos Zalazar, director General de Obras Públicas en ese entonces, se traslada a Pocito y el día 9 de julio de 1931 fue colocada en la plaza que hoy lleva el nombre de "Plaza Libertad".
En la localidad pocitana se libraron dos batallas.
La primera fue en septiembre de 1825 entre tropas sanjuaninas y mendocinas. El objetivo era restituir al gobernador sanjuanino Salvador María del Carril, que había sido destituido tras la sanción de la Carta de Mayo.
Durante el enfrentamiento, de acuerdo a los registros, Olazábal abandonó a los suyos y fue reemplazado en el comando por su segundo jefe, presbítero Don Manuel Astorga donde, luego de los primeros enfrentamientos se imponen las tropas de Aldao y los revolucionarios fugaron en desbandada. En horas de la tarde ya se hallan en la ciudad de San Juan restaurando a Del Carril como gobernador.
La segunda batalla fue varios años después, en 1861, en la misma localidad. Antonino Aberastain era el gobernador de San Juan y en todo el país había una guerra civil entre unitarios y federales. A nivel nacional se ordena la intervención de San Juan, liderado por Juan Saá, quien da un ultimátum.
Aberastain, arrinconado por la situación, improvisa un ejército que debió enfrentarse a los hombres de Saá.
Lamentablemente, la derrota para las fuerzas sanjuaninas fue total. Pero eso no fue todo. Aberastain fue detenido, maltratado, torturado y su final fue marcado por la tragedia, cuando el coronel Francisco Clavero ordenó el fusilamiento de Aberastain.
Cuentan vecinos históricos de La Rinconada que, tras esa segunda batalla, los cuerpos sin vida de los soldados que se enfrentaron descansaron en uno de los canales que hoy está seco, pero de fácil acceso en la localidad.
Durante el 104 aniversario del departamento se realizó una representación de la batalla en el mismo lugar donde décadas atrás había corrido sangre, poniendo en valor una parte de la historia departamental que marca el antepasado de muchos pocitanos.
Surge tras la construcción del Canal Pocito. En ese entonces, San Juan estaba dividida en cuarteles urbanos y rurales desde 1810 hasta 1834, cuando el Gobernador José Martín Yanzón estableció una distribución provincial por departamentos, donde la población urbana y rural, salvo las villas, formarían dos departamentos divididos, cada uno en tres barrios. Pocito estaba incluido en el tercer barrio del Departamento del Sur.
En enero de 1851, el Gobernador Nazario Benavides sancionó el “Reglamento de Irrigación”, que a su vez también dividía la provincia en secciones territoriales. Tiempo después Bernardo Rosendo, inspector de agua, dividió la provincia en ocho secciones, que luego aumento a nueve y después a diez, correspondiendo entonces a Pocito la tercera sección.
Finalmente, el 9 de diciembre de 1869, durante el gobierno de José María del Carril, se dictó la Ley de Régimen Departamental conforme el artículo 36 de la Constitución de la Provincia y dividía la misma en 18 departamentos de los cuales el quinto fue Pocito.
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