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Crecer esperando: la sanjuanina que nunca adoptaron

Fue abandonada cuando tenía 4 años y desde entonces pasó toda su vida en distintas residencias del Estado. Hoy tiene 60 años y es la historia viva de aquellos niños que nunca encuentran un hogar y se vuelven adultos esperando una familia.

Por Redacción Tiempo de San Juan

Son casi las nueve de la mañana de un cálido viernes en la Residencia Eva Duarte de Perón. Mientras algunos adultos mayores miran televisión, charlan con alguien, o fuman un cigarrillo a escondidas del enfermero de turno, Irene, que en unos meses más cumplirá los 61 años, espera ansiosa la llegada de su profesora de dibujo. 
Al rato abren la puerta del taller de manualidades y en un santiamén está todos coloreando distintos motivos. Irene Tapia elige una mariposa. Y mientras le pone naranja a las alas, su maestra nos cuenta que fue abandonada cuando tenía 4 años y desde entonces pasó por distintas residencias estatales. Que su expediente se perdió hace tiempo y que nunca hubo una persona que la reclamara. A la fecha pasaron cincuenta y siete años y ella sigue esperando. Su historia es el testimonio vivo de aquellos niños que nunca encontraron un hogar y se vuelven adultos esperando ser acogidos. 

Ella nos escucha en silencio y al tiempo pide otra figura infantil con cierta dificultad al hablar. Su maestra Agostina Raed contó que "no puede expresarse muy bien porque tuvo un retraso madurativo desde chiquita", pero en ningún lado hay datos certeros de su cuadro clínico. Tampoco abunda información de su procedencia. Así lo confirmó el director de Niñez, Adolescencia y Familia de la provincia, Marcelo Bartolomé, a Tiempo de San Juan: "Sabemos que la abandonaron a los 4 años, pero nunca supimos quién era la familia y por qué la habían abandonado. No hubo forma de saber e incluso varios profesionales intentaron abordar el caso y no tuvieron éxito". 

Según Bartolomé, Irene paso por las siguientes residencias: "El primer lugar donde estuvo fue el Hogar Paula Albarracín de Sarmiento donde pasó su infancia; después pasó a un macroinstituto que existía en la provincia para chicos que, por diversos motivos, ya no podían seguir viviendo con su familia, o como en el caso de Irene Tapia, nunca la tuvieron".

Una funcionaria de la Coordinación de Residencia, dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano, fue un poco más lejos y dijo lo que se especulaba en off the record: "El expediente de adopción de Tapia ya no existe hace tiempo y no hay ningún dato desde que la niña fue abandonada a los 4 años", afirmó la mujer pidiendo reserva de su identidad. Para mayor complicación, los pocos que en su momento conocieron la escueta historia de Irene, ya se encuentran jubilados o fallecieron. 

Lo que sí se sabe es que la modificación de la Ley 26.061 de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes  (sancionada en 2005) dio inicio a un proceso donde se terminaron los macroinstitutos en el país. Pasando de los grandes orfanatos a un sistema de pequeños hogares que actualmente se los conoce como residencias. En este cambio de paradigma, Irene Tapia, pasó a vivir su adolescencia y gran parte de su vida adulta en la Residencia Capitán Lazo de Rawson, donde compartió el día a día con chicas de similares condiciones. 

Fue en esos años que Irene conoció a alguien que sería muy importante en su vida. Se trata de Edna Harrington, una de las cuidadoras de la residencia que fue estableciendo un lazo de amistad con Irene y con el tiempo llegó a considerarse su "mamá del corazón", en palabras de Edna. “Hicimos un vínculo que cada vez está más fuerte. A mí me cautivo su sonrisa y su inocencia. Ella es muy dulce. Y bueno, de ahí quedo el mamá para siempre”, dijo Edna en el siguiente video: 

Edna no es la madre de Irene legalmente ya que existen ciertos criterios que lo impiden. "En un principio tuve ganas de adoptarla, pero por cuestiones laborales no se pudo; sin dejar de mencionar que los que estamos en guarda de menores en proceso de adopción no podemos tomar una tutoría así", sostuvo Harrington. 

Casos como el de Irene Tapia, donde los chicos crecen esperando a que los adopten, existen a granel en nuestro país y marcan una clara tendencia que se ve reflejada en las estadísticas. Según el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos del Ministerio de Justicia de la Nación, en Argentina, en estos momentos hay unos 5.465 postulantes que quieren adoptar un hijo. De ese número el 90% quiere que el menor tenga menos de un año, el 71% aceptaría hasta 4 años, el 15% se estiraría hasta los 8 años y sólo el 0,8% -44 candidatos- adoptaría un niño de hasta 12 años. En San Juan esta tendencia también se repite. 

Según los datos del Ministerio de Desarrollo Humano, en la provincia hay 12 residencias atendidas por empleados de la Dirección de la Niñez, Adolescencia y Familia. En general albergan entre 6 a 8 menores cada residencia. Y al contrario de lo que suele pensarse, son muy pocos los bebés que ingresan en el circuito de la adopción: la inmensa mayoría de las chicas y chicos tienen más de 6 años y muchos son preadolescentes o adolescentes. Además, los profesionales que trabajan en estas residencias, aseguran que son habituales las crisis que tienen los más grandes que ven una y otra vez cómo las niñas y los niños más chiquitos, incluso los que habían ingresado al hogar después de ellos, son adoptados antes.

Las cuidadores y cuidadores de las residencias de menores dicen que muchos chicos se resignan y pierden la fe en ser adoptados cuando alcanzan los 8 o 9 años. Y es en esos momentos donde ellos tratan de contenerlos. Por citar un ejemplo, en la Navidad pasada, en la Residencia Capitán Lazo de Rawson propusieron a los chicos que escribieran en un papel sus deseos. Lo que sea, lo que quisieran. Es algo que hacen seguido y casi siempre las respuestas son variadas: desde un dispositivo tecnológico hasta unas zapatillas último modelo, pero en 2018, todos pidieron lo mismo: una familia.

Según contó Marcelo Bartolomé, en otra nota de Tiempo de San Juan, en estos momentos existen 26 chicos de entre 12 y 17 años que nunca fueron adoptados. Veintiséis casos que no están lejos de una vida como la de Irene Tapia; una niña que estuvo toda su vida esperando que alguien la acepte.
Dueña de una espera que duele, cando cada mañana se levanta con el sueño de encontrar una familia y ve cómo se escapa su anhelo cada noche cuando se reciclan los sueños.

Fuentes: 
- Agostina Raed, docente de dibujo de la Residencia Eva Duarte de Perón 
- Edna Harrigton, cuidadora de la Residencia Capitán Lazo
-Ministerio de Desarrollo Humano (Dirección de Niñez, Residencia Eva Duarte de Perón y Coordinación de Residencias) 
-Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos del Ministerio de Justicia de la Nación

 

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