Desde la psicología sabemos que lo que conocemos como la doble moral desde tiempos de antaño, surge como un mecanismo de defensa que procesamos los seres humanos para evitar la culpa, la vergüenza y el juicio social.
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SUSCRIBITELa doble moral no es una enfermedad extraña. Es una práctica cotidiana, casi automática, que adoptamos para proteger nuestra imagen. Criticamos en público lo que justificamos en privado. Señalamos la falta de ética ajena mientras maquillamos nuestras propias incoherencias. Pero, ¿por qué lo hacemos?
Desde la psicología sabemos que lo que conocemos como la doble moral desde tiempos de antaño, surge como un mecanismo de defensa que procesamos los seres humanos para evitar la culpa, la vergüenza y el juicio social.
La doble moral habita dentro de todos nosotros y la extrapolamos a los distintos ambientes donde nos movemos cotidianamente. Algunas personas intentan ser coherentes y aplican en muchos campos de su vida la coherencia entre lo que piensan dicen y hacen, consiguen do grandes resultados para no entrar en conflictos emocionales y morales.
Pero cuando la doble moral se vuelve sistemática, tanto en personas como en empresas, no solo genera malestar interno, sino también erosiona la confianza.
Caso real: el CEO de Astromer, la infidelidad y la hipocresía viral
Hace apenas unas semanas, se viralizo en redes un video grabado durante un concierto de Coldplay en Argentina. En él, se ve al CEO de Astromer, una reconocida startup de innovación digital con discurso de “liderazgo consciente”, “valores familiares” y “transformación desde el propósito”, besándose apasionadamente con una mujer que no era su esposa. En minutos, su rostro pasó de las historias corporativas de LinkedIn al escarnio público de TikTok y X (ex Twitter).
¿El hecho? Infidelidad.
¿La reacción? Juicio social masivo.
¿La paradoja? Muchos de quienes condenaban al CEO con rabia han sido infieles, han mentido en sus relaciones o han sostenido dobles vidas… pero en la oscuridad.
Doble moral individual: el placer de señalar lo que negamos en nosotros
La infidelidad ajena activa una alarma moral que nos hace sentir “mejores”. Desde el punto de vista psicológico, esto tiene nombre: disonancia cognitiva. Nos molesta lo que hacemos pero no aceptamos, entonces lo proyectamos en otros. Así descargamos nuestra culpa y reforzamos una autoimagen positiva.
Además, en la era de las redes sociales, “cancelar” a alguien se ha vuelto una forma de catarsis colectiva. Pero en el fondo, muchas veces no buscamos justicia sino castigo. Y detrás del castigo… está el espejo que no queremos mirar.
Doble moral corporativa: lo que se predica vs. lo que se practica
Lo interesante de este caso no es solo la vida privada del CEO, sino cómo choca con el relato público de su empresa. En la web institucional y sus perfiles oficiales, Astromer promueve valores como:
Sin embargo, mientras impulsan campañas de salud mental, bienestar emocional y equilibrio personal, su figura principal expone (voluntaria o no) una contradicción brutal: una conducta opuesta a los principios que la marca comunica. Ahí aparece una doble moral corporativa, tan común como peligrosa.
Porque una empresa no es solo lo que vende, sino lo que tolera, lo que permite y lo que representa cuando cree que nadie la está mirando.
¿Por qué nos cuesta tanto vivir en coherencia?
La coherencia requiere revisar hábitos, romper automatismos y muchas veces, resignar privilegios. Es más fácil sostener un relato cómodo que encarar la transformación real.
Vivimos en una era de exposición constante. El deseo de “parecer” muchas veces gana al de “ser”. Mostramos una versión editada de nosotros mismos, y nos apegamos a ella.
La doble moral es, en muchos casos, una manera de calmar la culpa sin hacer un cambio real. Nos excusamos, justificamos, relativizamos… pero no nos transformamos.
¿Es posible salir de la doble moral sin caer en el cinismo?
Sí. Pero no se logra con discursos, sino con conciencia. Algunas claves desde la psicología:
Empresas: más cultura interna, menos eslogan vacío
Las organizaciones también deben revisar su coherencia. Hoy más que nunca, las marcas no se sostienen solo por su producto, sino por su ética relacional. Si promueves inclusión, pero discriminas.
Si hablas de salud mental pero maltratas.
Si decís “liderazgo afectivo” y tus líderes son violentos o deshonestos… estás generando un ruido muy caro: la pérdida de credibilidad.
Lo que hacemos cuando nadie nos ve también comunica
La doble moral nos aleja de nosotros mismos y de los otros. Pero también nos da una oportunidad: ver nuestras sombras con más honestidad, vivir con más coherencia emocional y construir vínculos (personales y profesionales) más verdaderos.
Y cuando eso pasa, dejamos de tenerle miedo a la transparencia. Porque ya no necesitamos fingir.
Escrito por Carlos Fernández Coach y psicólogo.
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