Wanda Nara regresó a la Argentina en medio de una tormenta mediática que parece no dar tregua. El vuelo desde Europa aterrizó en Ezeiza y, apenas cruzó la puerta de arribos internacionales, la empresaria se encontró rodeada de cámaras, periodistas y fanáticos. Con un look sobrio, lentes oscuros y la voz aún afectada por las horas de viaje, en un principio evitó el tumulto con paso firme junto a su equipo de seguridad y apenas aceptó saludar a quienes la esperaban, sin embargo, instantes después no pudo evitar las preguntas sobre el escándalo familiar que la tiene, una vez más, en el centro de la atención.
El detonante de este nuevo capítulo fue la revinculación reciente de Mauro Icardi con sus hijos, que finalmente no se pudo llevar a cabo. Un encuentro familiar que, en palabras de la mediática, terminó generando otra controversia interna, como sucede desde hace tiempo en la “guerra de familias” que protagonizan.
Mientras intentaba llegar a su auto, la prensa quiso saber cómo afronta esta situación, sobre todo después de que una de sus hijas volviera angustiada tras el episodio. Al consultarle si la pareja de su ex respeta los tiempos y emociones de las niñas, Wanda respondió sin dudar: “Ella que haga su vida. Yo no me voy a meter. El responsable es él. Solo reaccioné así por lo que me dijo mi hija y porque fue quien la hizo llorar, nada más”.
El tema se intensificó cuando le preguntaron por los límites y la responsabilidad de los adultos en un contexto de separación y familias ensambladas. La voz de Wanda transmitió cansancio pero, al mismo tiempo, una fuerte convicción: “Este tema me supera, es un grado de violencia extremo y no entiendo la actitud de ninguno de los dos. A la pareja de Mauro la conocía y hasta teníamos un vínculo, pero me parece extraño que una mujer elija apoyar a un hombre en medio de toda esta locura”.
Uno de los momentos más tensos en ese breve contacto con la prensa llegó al hablar sobre la posibilidad de un encuentro presencial con la China Suárez, para limar asperezas y buscar un diálogo frente a frente. La empresaria fue muy clara al respecto: “Eso depende de mis hijos. Creo que lo primero que debería hacer él es preocuparse por volver a vincularse con ellos, por la tranquilidad de ellos, y como papá tiene que acompañar a sus hijos en lo que los haga felices”.
La respuesta directa y sincera volvió a mostrar el límite: antes que cualquier otro paso, para Wanda la prioridad absoluta son sus hijos. Consultada sobre si los chicos aceptarían o verían con buenos ojos la presencia de la China Suárez en su vida cotidiana, su postura fue tajante: “¿Cómo pueden querer a alguien que le hizo tanto daño a su familia durante tanto tiempo? Fue el propio Mauro quien les contó todo, quien les pidió ayuda para recuperarme, quien en casa la nombraba con apodos. Y después de meses no se puede esperar que niños que escucharon una historia durante años, de repente acepten otra versión, porque eso no va a pasar”.
Antes de subirse a la camioneta que la trasladaría fuera del aeropuerto, Wanda sostuvo que su preocupación se centra en la salud emocional de sus hijos. Reconoció que está dispuesta a protegerlos a toda costa y que ninguna reconciliación ajena tendrá efecto si no es en beneficio de los menores. Una vez más, dejó expuesta la complejidad de su presente familiar y el compromiso inquebrantable con sus niños, en medio de un entorno cargado de cámaras, versiones cruzadas y viejos duelos sin cerrar.
FUENTE: Infobae