En el mercado inmobiliario, los inversores pueden mover cielo y tierra o se las ingenian para obtener diferentes propiedades. Pero a pesar de que los compradores en la mayoría de los casos obtienen estos lugares, esta fue la excepción. Una familia rechazó una oferta de 50 millones de dólares por una razón muy importante.
Esta familia identificada como Zammit de Sídney, Australia, rechazó la oferta de 50 millones de dólares.
En el área de The Ponds, cerca de la ciudad de Quakers Hill, se observan filas de casas recién construidas, resultado del interés de los desarrolladores por convertir la zona en un atractivo suburbio residencial. Sin embargo, el terreno único de los Zammit se volvió un impedimento para concretar el proyecto arquitectónico deseado de la empresa.
En medio de este entorno de expansión urbana, el extenso terreno de más de dos hectáreas de la familia Zammit permanece intacto, creando un verdadero oasis en comparación con las nuevas viviendas. A pesar de las tentadoras ofertas y el atractivo del mercado inmobiliario, los Zammit continúan aferrados a su hogar y tradición, resistiendo la presión para vender su propiedad.
La razón por el cual la familia rechaza la importa suma millonaria en dólares
Recientemente, cuando la noticia comenzó a circular por los medios australianos, el agente inmobiliario Taylor Bredin señaló que "la mayoría de las personas vendieron sus propiedades hace años, pero estos muchachos han aguantado", y halagó a la familia Zammit: "Todo el crédito para ellos", expresó en un encuentro con la prensa.
A pesar de los intentos de los compradores por adquirir la propiedad de esta familia, no lograron su objetivo. Los Zammit dejaron en claro que para ellos "no hay precio que se le pueda poner a un hogar así". Diana Zammit, de 51 años, explicó:"Cada casa era única y había mucho espacio, pero ya no. Simplemente no es lo mismo".
La casa, con un singular estilo Castillo de Windsor y un impresionante camino de entrada de más de 190 metros, quedó rodeada por las nuevas construcciones. Desde un primer momento, los dueños de este codiciado terreno dejaron en claro que no pueden ponerle precio a su hogar, lo que crea un marcado contraste con el entorno homogéneo que se ha desarrollado a su alrededor.
El apego emocional y la importancia sentimental que esta familia le otorga a su casa superan cualquier oferta monetaria, resistiendo así a las tentaciones del mercado inmobiliario. Ellos se consideran parte de un movimiento de resistencia frente a un descontrolado sistema de construcciones que amenaza la propiedad privada de las personas. Pese a esto, personas cercanas mantienen con firmeza que "no importa cuánto aumenten el precio, no cederán".