Por las noches, Braian Guardia zigzaguea entre autos con su moto cargada de pedidos. Por las mañanas, escala montañas empinadas con zapatillas gastadas y una voluntad de hierro. A los 26 años, este joven del Aramburu, un populoso barrio del departamento Rivadavia, acaba de alcanzar el objetivo con el que soñaba desde que se inició en el trail running: hacer podio en su primera carrera de 42 kilómetros y nada menos que en el exigente Desafío Punta Negra.
La carrera, uno de los eventos más duros del calendario sanjuanino, lo enfrentó a temperaturas bajísimas, un terreno bravo y corredores de alto nivel. Pero Braian, con una humildad y garra intacta, resistió hasta el final. “Fue muy duro, bastante. Por el clima, el nivel que hay, la montaña acá es muy dura. Cada vez que la conozco, siempre tiene lo suyo. Y hoy no fue la excepción. Pero fue una linda carrera, la pude disfrutar. Por ahí al final no tanto, pero iba ya con la cabeza y lo que me quedaba era el corazón”, le contó a Tiempo de San Juan.
Aunque en Zonda hizo su estreno en los 42K, no es nuevo en el mundo trail. Empezó hace siete, empujado por un amigo que lo llevó a probar por primera vez la montaña. “De ahí me quedé enamorado y dije: es por acá”, recordó. Y así fue como a los tres meses ya estaba entrenando con Franco, una de las personas que está detrás de su gran logro.
Ese profe es nada más y nada menos que Franco Oro, uno de los mejores corredores de montaña del país, integrante de la Selección Argentina y actual campeón del Desafío Punta Negra en la distancia de 100 kilómetros. Tenerlo de entrenador es sin dudas un privilegio. “Yo creo que acá en Argentina es de lo mejor que hay en casi todas las distancias que corre. Me inspira mucho tenerlo de profe y como amigo. Me da muchos consejos, me ayuda mucho”, dice el protagonista.
Cuando baja de la montaña, Braian se sube a la moto. Reparte comida en distintos puntos de la provincia para dos populares aplicaciones. “Es mi trabajo por ahora, de momento. Lo voy a cambiar en algún momento, pero por ahora estoy bien”, comentó. Y bromeó: “Hay que tener siempre buenos reflejos para ser delivery. Eso me ayudó mucho también en el deporte, el ir viendo las piedras acá para esquivarlas. Y andar también en la moto para no tener ningún accidente ni nada”.
En su ambiente laboral todos conocen su doble vida:“Mis compañeros saben bastante. Todos los sábados saben que voy a la montaña, entreno. Que todos los días meto entrenamiento. De esta carrera ya sabían. Seguramente mañana, o el lunes, si puedo trabajar, ya me la empezarán a comentar”.
El pibe del Aramburu, mientras tanto, tiene los pies sobre la tierra. Va pasito a pasito. Su próximo objetivo es seguir entrenando y adaptarse a la distancia. “Me gustó. Y después, más adelante, sí, a su tiempo, ver si puedo hacer un 100. Pero eso lleva también un recorrido. No puedo largar de golpe a unas distancias tan largas”.
Foto: Clau Rollan