Bajo un cielo totalmente cubierto y aun con la noche presente, algunos sanjuaninos se fueron dando cita en las puertas de la CAS (Caja de Acción Social), sobre calle San Luis entre Mendoza y Tucumán. El objetivo era poder estar lo más cerca del sorteo como de la posibilidad de salir adjudicatario de una de las 219 viviendas que sortea en esta jornada el IPV.
Acompañados o solos, con niños en brazos y hasta familias completas se iban acercando. Algunos llegaron incluso antes de las 8 de la mañana, horario en el que iniciaba el sorteo, debido a que la ansiedad era mayor. Si bien se les había pedido a los inscriptos que no fueran hasta el lugar porque el sorteo se iba a transmitir y ser replicado por todos los medios de la provincia, hubo quienes no lograron contener las ansias de estar presente. La esperanza era mayor.
De a poco se fue agolpando la gente en la puerta, un poco buscando calor al fresco de la primera hora, un poco para poder escuchar lo que sucedía tras la vidriera de la CAS donde se encontraban las autoridades de la Caja, funcionarios del IPV como del Ministerio de Infraestructura, Agua y Energía. Incluso Juan Pablo Medina, presidente de la CAS, tomó contacto con los inscriptos, deseándole suerte a cada uno de ellos.
Finalmente, tras la introducción protocolar, comenzó el sorteo. El ambiente se fue volviendo más claro y no demoraron en salir de los bolsillos los celulares para ir siguiendo el sorteo de cerca. En los grupos que se fueron armando comenzaron en surgir comentarios que se fueron volviendo similares. La cantidad de años que llevaban inscriptos en el IPV, dónde viven en la actualidad, si alquilan o les prestan, si algún miembro de la familia presentaba una discapacidad y así las expectativas se iban uniendo y renovando.
Hubo quienes, ante la posibilidad de ser elegidos por Dios o el azar, decidieron llegar hasta las puertas de la CAS desde 9 de Julio, Rivadavia, Chimbas, Rawson. Incluso una mujer que aun portaba su uniforme de trabajo comentó a este medio que se estaba yendo a su casa, cerrando su turno, cuando decidió bajarse del colectivo ya que sentía que esta vez le iba a tocar, y que después de 20 años iba a poder tener su casa.
Hubo quienes aprovechaban que pasaban camino al trabajo para hacer una parada técnica. “¿Ya comenzó el sorteo?”, preguntó una de ellas, comentando luego que desde 1993 está inscripta. “Imagínate, me anoté cuando mi hija tenía un año y ahora es una adulta”, detalló.
En la mirada de cada una de las personas que llegaron hoy hasta las puertas del CAS se veía lo mismo: fe. Algunos se habían encomendado a Dios, otros a la Difunta Correa. Había quienes simplemente decían que lo sentían en el corazón.
Lamentablemente las expectativas y esperanzas se esfumaron como polvo en las manos en algunas de las personas que seguían ansiosos sus grupos, hasta que descubrían que la selección había culminado y sus números no habían sido mencionados. “Perdóneme si estoy emocionada, pero quería mucho tener mi casa”, comentó una de las mujeres que tras ver que su número no había sido elegido, se fue con la frente baja, masticando bronca y dolor.
Otras se fueron retirando en silencio, sin hacer comentarios, con la mirada apagada y quizás preguntándose por qué no, por qué no les tocó la suerte, y cuánto más deberán esperar para poder cumplir el sueño de toda persona: tener la casa propia.