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Historias del crimen

Juanita, la chica del nudo en el cuello que no descansa en paz

Su cuerpo apareció en un zanjón de Pocito en junio de 2006. Víctima de un aberrante crimen, su caso permanece impune hasta la fecha.

Por Walter Vilca

La bautizaron Juanita y su sobrenombre retumba como un misterio que no tiene principio ni final, como su historia tan desconocida y seguramente dramática que desde 2006 hasta la fecha no tiene respuesta. Un caso de los más espeluznantes y enigmáticos de San Juan, el de esa chica aún desconocida que fue encontrada en estado casi esquelético con una bombacha anudada al cuello dentro de un zanjón de Pocito.

Como en los cuentos de terror, la historia de esa joven asesinada se conoció a partir de un hallazgo fortuito en horas de la siesta del 14 de junio de 2006. Aquella tarde, unos niños se metieron al desagüe situado a la vera de la ruta 40, a la altura de calle 17, en Carpintería. Jugando se adentraron caminando 300 metros al Este entre cañaverales, matorrales y la greda que dejaba la poca agua que corría en ese gran zanjón. Mientras pateaban la basura que encontraban a su paso, uno de ellos vio lo que parecía el cráneo de una persona.

Los otros chicos miraron sorprendidos esos restos y confirmaron con espanto que era una cabeza humana. Todos salieron corriendo hacia el barrio 9 de Mayo, el más cercano, y avisaron a sus padres sobre lo que acababan de encontrar. La noticia se esparció de inmediato y no pasó mucho hasta que llegaron los policías de la Subcomisaría Castro, que constataron la veracidad de los dichos de los niños. Después llegaron los policías de Criminalística, la Brigada de Investigaciones de la Central y el juez José Atenágoras Vega con personal del Cuarto Juzgado de Instrucción, que abrieron la investigación frente a lo que, desde el inicio, daba a entender era un crimen. Era evidente.

Los peritos levantaron los restos. Muchos de ellos óseos, como el cráneo con algo de cabello y otros huesos con tejidos, y parte de órganos internos en avanzado estado de putrefacción. Además, un par de prendas de vestir. Todo esto mezclado con barro y algo de vegetación.

Un salvaje crimen

Lo que primero saltó a la vista fue que, a la altura de los huesos de la tráquea o más precisamente por debajo de las vértebras cervicales, tenía una prenda de tela con doble nudo y que todavía permanecía bien ajustada a los pocos tejidos humanos. El reconocido médico forense Alejandro Yesurón luego detectó que era una bombacha desgarrada, tipo vedetina. La otra prenda que hallaron con los restos era una solera sin mangas color beige claro ajustada en la cintura, con dos cintas con nudo simple, un pequeño bordado de hilo brillante verde con la inscripción “Oif” o “Af”, pequeñas flores de cinco pétalos, con la inscripción “Leita”-como marca- y de talle 28.

En una meticulosa tarea, el forense se encargó de armar el difícil rompecabezas con los restos óseos que recogió la Policía y así reconstruyó gran parte de ese esqueleto, aunque faltaban las manos y los pies. Como dicen, el cuerpo habló. Las dimensiones de los huesos y el tamaño del cráneo revelaron que la víctima era mujer y de contextura delgada. Los pocos cabellos que conservaba señalaron que tenía el pelo lacio y castaño claro. El examen de las piezas dentarias arrojó indicios de que podía ser una persona de escasos recursos. Otra de las conclusiones fue que la fallecida tenía la edad aproximada de 20 años. Se estimó que murió entre 2003 y 2005, o sea que su cuerpo llevaba por lo menos 1 año en ese desagüe. De acuerdo a las pericias, el cadáver fue abandonado en ese mismo lugar.  Y claramente había tenido una muerte violenta por estrangulamiento: sufrió asfixia mecánica con esa prenda íntima que envolvieron en su cuello, anudaron y tironearon fuertemente, explicaron los especialistas.

El lugar. En este desagüe al costado de ruta 40 y calle 17 hallaron el cadàver.

Una muerte aterradora, pero sin autores y, por así decirlo, virtualmente sin víctima. Y es que fue imposible identificar el cadáver. Así se abría el gran enigma en torno a esa chica asesinada a la que bautizaron “Juanita” en referencia al patrono de la provincia cuya celebración es en junio. En los registros judiciales sólo figura como NN. Sucede que durante días la Policía local buscó datos de jóvenes desaparecidas en San Juan, pero no encontraron información de mujeres perdidas que permitieran el reconocimiento de esta víctima. Se creyó que podía ser una chica sanjuanina de apellido Gil -también buscada-, pero la fecha de desaparición no se correspondía con el deceso de esta otra joven, contó un viejo investigador. En lo demás, nadie reclamó o preguntó por el cuerpo.

Sin respuestas

Lo anterior dio respaldo a la teoría de que la joven asesinada era oriunda de otra provincia o del extranjero. Los investigadores enviaron comunicaciones a las policías y organismos oficiales del resto del país sobre el hallazgo del cadáver de una mujer NN y pidieron información de personas desaparecidas de sexo femenino. Una comisión judicial de La Rioja visitó en los días posteriores al juez Vega y pasó por la morgue judicial. Buscaban saber si ese cuerpo pertenecía a la turista suiza Annagreth Würgler, desaparecida el 29 de agosto de 2004 en las cercanías del Parque Nacional de Talampaya, en la vecina provincia. Pero no era ella. También vinieron de Tucumán, Entre Ríos y Buenos Aires por los casos de otras mujeres, pero no hubo caso. Los perfiles genéticos no tenían similitud.

El médico forense Yesurón continuó trabajando y consiguió reconocer algunos rasgos faciales de la víctima a partir del estudio de las características óseas del cráneo y los otros restos hallados. Fue así que lograron reconstruir el posible rostro de la chica y lo plasmaron en un identikit. Pero ni su difusión alcanzó o sirvió para que alguien la reconociera o aportara datos.

Sin identificar el cuerpo se hizo imposible avanzar en el caso. Las hipótesis del juez José Atenágoras Vegas y los investigadores de Homicidios se centraron en que la víctima podía ser una joven de otra provincia o de otro país, víctima de la violencia de género o de trata de personas que nunca fue denunciada como desaparecida.

En aquel entonces el negocio de la prostitución estaba muy extendido y existían casas de citas, prostíbulos y whiskerías en toda la provincia. Era conocido por muchos que los regenteadores de esos locales nocturnos traían mujeres jóvenes del resto del país, también de Paraguay y Brasil, algunas seguramente como esclavas sexuales. Las sospechas, hasta hoy, es que “Juanita” era una de ellas y que fue asesinada por su proxeneta o sus captores.

A casi 14 años del hallazgo de su cadáver, el misterio continúa. Quizás nunca se llegue a saber quién era ella y menos de sus asesinos, mientras tanto la historia de esa joven a la que pusieron de nombre “Juanita” seguirá rondando sin descanso, deambulando sin paz por ese zanjón de Pocito, como otra de las cientos de víctimas de la violencia de género.

 

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Con el cadáver. Esta es la ambulancia que tenía el cadáver del anciano en su interior, en la puerta del geriátrico de calle Entre Ríos, al lado de la Central de Policía de San Juan.

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