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Historias del Crimen

La tragedia de Villa San Damián: los cuatro niños muertos por un choque con el tren

Fue en octubre de 1986. Más de medio centenar de niños volvía de un campeonato a bordo de un colectivo y se encontraron con el tren en un paso a nivel en Rawson. Aquí la historia y el testimonio de una sobreviviente.

Por Walter Vilca

Los niños volvían eufóricos, habían ganado la mayoría de los partidos. Adentro del colectivo sólo se escuchaban risas y cantos. Una mujer, que aquel entonces era sólo una niña, recuerda patente que coreaban: “Chofer, chofer, apure ese motor… que en esta cafetera nos morimos de calor…”, mientras tomaban por calle Doctor Ortega en dirección a Villa San Damián. En esos segundos escucharon la bocina del tren aturdiéndoles los oídos. Ahí mismo sintieron el estruendo, el golpe y esa aterradora escena en que los chicos volaron de sus asientos y todo daba vueltas.

Treinta y seis años pasaron y hay algunos que todavía recuerdan como si fue hoy la tragedia de Villa San Damián, ese accidente del 26 de octubre de 1986 entre un viejo micro de alquiler que transportaba a más de medio centenar de chicos y el tren del antiguo ferrocarril San Martín. Un siniestro jamás visto por los cuatro niños que perdieron sus vidas en aquel paso a nivel de la calle Doctor Ortega, frente al hoy Complejo Deportivo y Cultural La Superiora.

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Impactante. Una multitud corrió a rescatar y ayudar a los niños que viajaban en ese colectivo que terminó dado vuelta. Foto de Diario de Cuyo.

Impactante. Una multitud corrió a rescatar y ayudar a los niños que viajaban en ese colectivo que terminó dado vuelta. Foto de Diario de Cuyo.

Esos chicos pertenecían a las escuelas Carlos María Alvear y Pedro Aramburu de aquella populosa barriada de Rawson. Era domingo. Los niños se habían levantado temprano para competir con los estudiantes de otros colegios en los Juegos Deportivos Municipales de Rawson, que se realizaban en el predio del Club Atlético Trinidad

“Habíamos ganado varias competencias y veníamos contentos”, afirma Analía Romero, que en ese entonces tenía 13 años. Recordó que ya era mediodía, todos los chicos subieron al ómnibus que los llevaría de regreso a Villa San Damián. “Era un colectivo viejo y no daba más. De hecho, mi hermana y yo veníamos sentamos arriba de otras chicas en los asientos para dos”.

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Conmoción. El choque fue en la intersección de la vía del ferrocarril y calle Doctor Ortega, en Rawson. Foto de Diario de Cuyo.

Conmoción. El choque fue en la intersección de la vía del ferrocarril y calle Doctor Ortega, en Rawson. Foto de Diario de Cuyo.

El contingente estaba conformado por 56 chicos de entre 9 y 15 años, más dos adultos y Juan Antonio Olivares, el chofer de ese colectivo Mercedes Benz contratado por el municipio de Rawson. No se supo, al menos públicamente, si el vehículo se encontraba habilitado. Una crónica periodística aseguró después que el colectivo tenía las cubiertas gastadas y en apariencia no estaba en condiciones. Pero por lo visto, para el corto trayecto para el cual lo necesitaban, creyeron que el ómnibus cumplía con lo mínimo.

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Traslado. Los policías y bomberos no daban abasto para trasladar a los heridos. Foto de Diario de Cuyo.

Traslado. Los policías y bomberos no daban abasto para trasladar a los heridos. Foto de Diario de Cuyo.

Desde la cancha de Trinidad a la calle Lemos, el viaje no tuvo contratiempos. Hay muchas historias detrás de la tragedia, como los de dos hermanos que descendieron del micro en la equina de Lemos y Doctor Ortega. Eso, sin saberlo, les salvó del accidente.

El colectivo luego tomó por calle Doctor Ortega al oeste, en ese camino debían cruzar el paso a nivel de las vías del antiguo Ferrocarril San Martín. Actualmente a esa altura está el llamado Conector Sur.

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Saturado. Las víctimas eran atendidas hasta en los pasillos del hospital. Foto de Diario de Cuyo.

Saturado. Las víctimas eran atendidas hasta en los pasillos del hospital. Foto de Diario de Cuyo.

Analía Romero relató que cantaban, ni miró al chofer. Una versión que circuló fue que el chofer quiso adelantarse y ganar el paso al tren. Otros relatos indican que unas personas que se hallaban en la puerta de una gomería, frente al paso a nivel, empezaron hacer señas con los brazos al chofer del ómnibus al ver que no se detenía y que venía el tren. Pero el colectivero siguió avanzando hacia los rieles de las vías. Ahí se escuchó la bocina del convoy que partía con destino a Buenos Aires y avanzaba al sur hacia calle Doctor Ortega.

Juan Olivares quizás intentó adelantarse y cruzar las vías antes que llegara el tren. En una declaración posterior, el chofer aseguró que no vio al tren porque una de las paredes de la bodega le cubría la visión. Como sea, hubo una gran cuota de imprudencia de su parte, pero también negligencia por parte de las autoridades: en ese paso a nivel no había barrera.

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Atención. El personal médico trabajó a destajo con tal de atender a los heridos. Foto de Diario de Cuyo.

Atención. El personal médico trabajó a destajo con tal de atender a los heridos. Foto de Diario de Cuyo.

El chofer apretó los frenos, pero la pesada formación ya estaba a segundos de distancia. El estruendo producto del impacto se escuchó a un kilómetro a la redonda. La locomotora chocó contra la parte delantera derecha del ómnibus, adentro sólo se oyeron los gritos desesperados de los niños que no entendían nada. “Las piernas se me sacudían muy fuerte. Yo no supe más nada, cerré los ojos. Después supe que había sacado a chicos por las ventanillas”, recuerda Analía.

Tras ese primer choque, el colectivo hizo un medio trompo, estrelló su parte trasera contra los vagones y salió empujado hacia un costado hasta que se dio vuelta. Para entonces los chicos volaban por el aire y se pegaban contra los asientos, el techo y el piso del micro en medio del caos.

Estremecedor testimonio de una sobreviviente de la tragedia de Villa San Damián

“Me despierto adentro del colectivo y dos compañeros me querían sacar. Y veo a mi hermana tirada…”, agregó. Su hermana mayor Myriam Noemí Romero, de 14 años, había quedado aprisionada. Ya estaba muerta.

A un par de cuadras de allí su hermano Claudio Romero y otros adolescentes que jugaba al fútbol en una canchita de la villa San Damián, se sobresaltaron al oír el impresionante ruido del choque y al notar la polvareda que se levantaba a la par del chirrido de las ruedas del tren. Ese grupo de chicos corrió hacia el lugar para ver qué pasaba.

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Despedida. Una multitud despidió los restos de los niños fallecidos. Se declaró el duelo en el departamento Rawson. Foto de Diario de Cuyo.

Despedida. Una multitud despidió los restos de los niños fallecidos. Se declaró el duelo en el departamento Rawson. Foto de Diario de Cuyo.

Esos jovencitos, como otros tantos transeúntes y automovilistas, que miraban aterrados semejante accidente, fueron los primeros en socorrer a los chicos que lloraban y gritaban pidiendo ayuda. Increíblemente, mientras Claudio Romero ayudaba a levantar a algunos niños, todos vecinos, alcanzó a divisar el cadáver de su hermana y largó en llanto. También empezó a buscar a su otra hermana y a los minutos confirmó que estaba herida, con fracturas y cortes, pero viva.

No fue la única víctima fatal. En el lugar del siniestro también murió Fabio Otiñano, de 12 años, publicó Diario de Cuyo. Otros de los fallecidos fue el niño Rafael Alejandro Coria, de 13, cuyo deceso se produjo camino al Hospital Guillermo Rawson.

Fueron decenas de personas las que hicieron de improvisados rescatistas. Un colectivero que andaba en pleno recorrido detuvo su coche y junto con sus pasajeros y otros ayudantes empezaron a cargar a los heridos. A todo eso llegaban las ambulancias y los patrulleros, que no daban abasto.

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Sobreviviente. Analía Romero recordó aquel accidente en el que perdió a su hermana mayor y del cual sobrevivió.

Sobreviviente. Analía Romero recordó aquel accidente en el que perdió a su hermana mayor y del cual sobrevivió.

En menos de una hora los hospitales Rawson y el de Niños se encontraban desbordados. El sonar de sirenas y gritos de dolor y de pedidos de ayuda hacían de los pasillos y las salas un torbellino de confusión y terror con chicos lastimados y otros inconscientes.

Analía Romero trae a la memoria otro dato estremecedor. Contó que mientras los trasladaba en el colectivo de línea rumbo al hospital, otro niño que presentaba una profunda herida en la cabeza se sentó al lado, apoyó su cuerpo junto al suyo y como que se durmió. Ella relató que ese chico posteriormente murió. Ese era el niño Alejandro García, de 10 años, que dejó de existir el lunes 27 de octubre en el Hospital de Niños.

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Recuerdo. Antonia Herrera no olvida jamás a su hija Myriam, a quien planeaba festejar los quince años, pero murió en el trágico accidente.

Recuerdo. Antonia Herrera no olvida jamás a su hija Myriam, a quien planeaba festejar los quince años, pero murió en el trágico accidente.

La lista oficial que se divulgó en los medios de comunicación señalaba que registraron 35 heridos que fueron trasladados a los nosocomios de la provincia. Algunos de ellos fueron atendidos en el piso y sobre precarias camillas porque no había lugar. De todos los heridos, siete fueron pasados a sala común y otros tres permanecieron en terapia intensiva. Uno de ellos fue el chico García, que luego murió.

Hubo forcejeos en las puertas de los hospitales y se vivieron momentos de tensión por los padres y familiares de los chicos que pretendían saber de sus hijos. Allí arribaron el entonces gobernador de la provincia Jorge Raúl Ruiz Aguilar, las autoridades de las legislatura y propio intendente de Rawson, Carlos Maturano, entre otros tantos funcionarios y políticos que se pusieron a disposición de las familias y las autoridades médicas. Al otro día se decretó el asueto por duelo en el departamento.

Un periodista de Diario de Cuyo consiguió entrevistar al chofer Juan Olivares, quien repetía y repetía: “No lo vi. No lo vi”, en referencia al tren. Aseguró que la “velocidad –por el colectivo- no superaba los 35 kilómetros por hora, cuando de repente me encontré frente al tren, sin poder evitar el impacto”, según cita el matutino.

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Otro paisaje. Así se ve ahora el lugar donde ocurrió el accidente allá por 1986. Ya no existen las vías, actualmente ahí está ubicada el llamado Conector Sur.

Otro paisaje. Así se ve ahora el lugar donde ocurrió el accidente allá por 1986. Ya no existen las vías, actualmente ahí está ubicada el llamado Conector Sur.

En otra parte de su relato, afirmó que “de manera permanente viajo por ese camino, lo conozco perfectamente. Pero esta vez, sin darme cuenta, tenía el tren encima. Oí un ruido tremendo y después debo haber perdido el sentido porque no recuerdo nada”.

Según las publicaciones periodistas, el chofer Juan Olivares fue sometido a un proceso penal en la Justicia Federal dado que el accidente ocurrió sobre las vías del ferrocarril y esas propiedades son jurisdicción federal. No se encontró registro de qué pasó con la causa y si el colectivero fue o no castigado por su responsabilidad en el trágico siniestro vial.

Sólo quedaron las memorias de ese dramático accidente y de los cuatro niños muertos. Entre ellos esa adolescente llamada Myriam, quien el 18 de diciembre de 1986 cumplía los 15 años. Antonia Herrera viuda de Romero, su mamá, se acuerda que le estaba preparando la fiesta de quince. Hoy tiene la foto de la adolescente en el comedor de su casa, que le trae los mejores recuerdos de ella y remueve el dolor de su partida, al igual que la de esos otros tres niños.

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