En un Monumental colmado y con clima de final, River superó a Boca 2-1 en un Superclásico cargado de emociones. Mastantuono, con un tremendo tiro libre, abrió el marcador, Merentiel igualó tras un error de Pezzella, y Driussi le devolvió la ventaja al Millonario. El partido también dejó preocupaciones: Montiel y Galoppo debieron salir lesionados.
River tomó la iniciativa desde el arranque, apostando al sector derecho con las subidas de Montiel y la habilidad de Mastantuono, según lo planeado por Gago al ubicar a Costa en esa zona. Aunque tenía el dominio de la pelota y jugaba lejos de Armani, al Millonario le costaba traducir la superioridad en situaciones claras.
Todo cambió con una genialidad: tras una falta cometida por Rojo, Mastantuono ejecutó un tiro libre perfecto y la colgó del ángulo izquierdo, dejando a Marchesín como un mero espectador.
Después del 1-0, River continuó presionando y estuvo cerca de ampliar la ventaja en una doble jugada: Marchesín tapó un remate de Driussi y luego respondió de manera brillante ante un cabezazo de Pezzella.
Cuando Boca parecía sin respuestas, un error en el fondo de River cambió el rumbo. Blanco lanzó largo a Merentiel, Pezzella falló en el cálculo, y el delantero definió con categoría para el 1-1.
La igualdad, inmerecida por el desarrollo, duró poco: antes del entretiempo, Driussi apareció en el área, primero de cabeza y luego en el rebote, para poner el 2-1 que sería definitivo.
En el segundo tiempo, Gago no realizó cambios de entrada, Boca adelantó líneas, pero River encontró espacios para liquidarlo de contra. Sin embargo, sufrió las bajas por lesión de Montiel y Galoppo, que encendieron las alarmas.
Mastantuono tuvo una oportunidad clarísima para definir el partido, pero eligió mal cuando tenía a Colidio solo para asistirlo. Boca, por su parte, casi no inquietó salvo por una jugada de Zeballos, que estaba en posición adelantada.
En los minutos finales, el equipo de Gago atacó sin ideas, mientras River apostó a cuidar la ventaja. Armani fue clave en el cierre, sacando un remate tras un rebote en Di Lollo y luego tapando otra pelota decisiva.
El pitazo final desató la fiesta en Núñez: River ganó el Superclásico y reafirmó su poderío en casa.