No alcanzó. San Martín vivió una tarde a la que le sobró dramatismo y dolor. El Verdinegro llegó a la última fecha con una luz de esperanza, dependiendo de sí mismo y aferrado a esa ilusión que solo el fútbol puede sostener aun cuando todo parece cuesta arriba. Y durante un rato, pareció posible: lo ganaba 1-0 con un gol del pibe Santi Barrera, que recién ingresaba y había sacudido el Minella y despertado la ilusión cuyana. Pero el final del cuento fue otro. Fue derrota y descenso.









