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Gastronomía local

Un estallido de sabor: el boom de los churros en San Juan

Con chocolate, grana, crema pastelera, el doble de dulce de leche y mucho más, un viejo conocido evolucionó para conquistar los paladares sanjuaninos de enero a enero. Tres fabricantes compartieron sus mejores propuestas y contaron cómo se las ingenian para mantener al público enganchado.

Por Luz Ochoa

El viejo y conocido churro sanjuanino con forma de rueda y una importante capa de azúcar (porra), ese que se solía probar cada vez que uno visitaba la Feria de la Capital o el Súper por la mañana bien temprano -y si hacía frío, mucho mejor-, evolucionó y se convirtió en una innovadora propuesta gastronómica que combina lo tradicional con lo vanguardista. 

Si bien la receta a base de harina frita se mantiene, hubo quienes que -inspirados en la tendencia mundial de cocina con vuelta de rosca- descubrieron una fusión de sabores que día a día gana adeptos y los mantiene cautivos, ya no durante el invierno, sino de enero a enero. El producto es el churro relleno con dulce de leche, presenta nuevas formas y colores, tiene una amplia variedad de ingredientes que acompañan y se amoldan al gusto de todos.

Tres fabricantes que pisan fuerte en la escena de la pastelería local y que se mantienen en ascenso, a pesar de la crisis que desató la pandemia, exhibieron sus mejores creaciones y le contaron a Tiempo de San Juan los secretos que hay detrás de ellas. Qué las distingue del resto, cómo nacieron y cuán extensa es su producción; todo, en un delicioso recorrido que propone varios centímetros de placer.

La primera parada es en Otto Churros, un food truck que comenzó a gestarse hace dos años atrás pero que durante la cuarentena alcanzó gran notoriedad, al punto de recibir una demanda de más de cien pedidos diarios. Su propietario, Federico Avellaneda, que abrió las puertas de su fábrica no es un improvisado, ya que proviene de una familia de churreros. Su abuelo es Pedro Avellaneda, el mítico churrero de la Feria, y fue quien le compartió su receta para que siga encantando paladares.

“Del negocio familiar aprendí un montón y por eso quise expandir la churrería por todo San Juan, de alguna manera globalizarla y que llegue a todas las casas, que el producto no sea de un solo lugar”, expresa al mismo tiempo que señala que lo que los distingue es la combinación de lo clásico con lo novedoso. “Se puede decir que tenemos dos recetas, la que heredé de mi abuelo y la propia, que es el fruto de un proceso de prueba y el error”, agrega.

Entre las variedades que ofrece, la que más se distingue y que se transformó en la vedette es la línea Premium, de tres sabores. Bautizada como Kit Kat, el churro de 25 centímetros es relleno con dulce de leche, bañado en chocolate Águila, glaseado con musse de dulce de leche y pedacitos de Kit Kat. La segunda opción es Banana Split, con relleno de dulce de leche, glaseado de salsa de banana split, banana fresca y pedacitos de almendra y maní.

La tercera opción es quizás la más especial no sólo por lo que propone sino por el proceso de elaboración que presenta. El churro es con una salsa de estación y, como su nombre lo indica, la fruta con la que se produce varía según la estación. Actualmente, está la de dulce de mandarina y manzana. Quien las prepara es su abuela Noemi Herrera, la esposa de Pedro. “La hacemos trabajar a la vieja, pero a ella le encanta. Aparte hace los mejores dulces de San Juan”, asegura.

La segunda parada es en Topping, la fábrica de churros que se encuentra en Trinidad y que abrió sus puertas en plena pandemia, como una respuesta frente a la necesidad de subsistir a la crisis. Su dueña, Liliana Sánchez, administraba salones de eventos infantiles pero las restricciones por el Covid-19 la obligaron a cerrar y a agudizar el ingenio para llevar un plato de comida a su mesa.

“Hace unos años había hecho un curso de elaboración en Buenos Aires y compré las maquinarias para intentar vender un producto que, prácticamente, no existía y ese era el churro de la playa”, cuenta y sigue: “El contexto me llevó a poner en marcha el proyecto y en abril arrancamos”.

Aunque reconoce que la temporada de invierno fue una sensación, la demanda empezó a caer con el regreso del calor y por ello le dio lugar a nuevas propuestas, como wafles con helado y las donas, que se venden a la par. Jugando con su nombre, los agregados (topping en español) son los que los caracteriza y por eso la carta varía con opciones con cobertura de chocolate negro o blanco, crema pastelera, Nutela, crocante de maní y dulce de leche como dibujo grueso sobre la masa. Para los más chicos hay también para elegir, con chispitas, crema Oreo, galletitas y grana.

Sin embargo, el producto estrella según la creadora es el tradicional churro relleno con dulce de leche, de 23 crocantes centímetros de sabor y que durante los fines de semana se transforma en el más solicitado.

Una segunda opción, además de los churros de Topping

En la tercera y última parada, aguarda el Rey del Churro con su artesanal invitación, la que arribó a la provincia de Tandil hace unos 7 años atrás. De entre sus maletas, Reinaldo Sanhueza sacó la receta que un amigo le había confiado y hoy la distribuye -con su producto- a lo largo y lo ancho de los comercios de Rivadavia.

A pesar de que su compromiso con la religión lo trajo a tierra sanjuanina, pues detalla que junto a su familia misiona con la palabra de Dios, fue la churrería la que lo hizo echar raíces y dedicarse de lleno al sacrificado trabajo que le significa. “Hacer churros no es sencillo, no es tener la receta y ya. Es necesario tener una buena mano, buenos ingredientes y hacerlo llegar a todos lados”, explica el creador.

Crocantes, con el tiempo justo en la freidora y una buena dosis de dulce de leche, la única especialidad que tiene es el churro relleno tradicional y de forma tubular. “No está pasado en aceite, tiene el dulce de leche de verdad y no una pasta con el gusto (como se suele utilizar) y un ingrediente secreto que no puedo contar, pero que le dan el toque para hacerlo exquisito”, asevera.

El producto de unos 15 centímetros ostenta una interesante demanda en temporada alta, que va de fines de marzo a principios de septiembre, al punto que se llega a vender 5 mil unidades. “Con mi hijo y mi esposa que ayudan, más los empleados, tenemos que levantarnos a las 3 de la mañana para cubrir la demanda a primera hora”, describe y en confidencia añade: “Cuando la intensidad baja, seguimos laburando y ofrecemos en campings, en el río o en Punta Negra. Descansamos poco”.      

Cada uno con sus distinciones, han sabido destacarse y cautivar a un mercado que no estaba siendo explotado en la provincia. Tras sus experimentos y el boom que se impuso con ellos, encontraron un público que poco a poco va cambiando su forma de consumir, que rompe con las costumbres y prueba novedosas propuestas que sin dudas conquistan sus paladares.

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