En mi humilde opinión, luego de cinco años de convivir y trabajar con adolescentes adictos a varias sustancias, y con sus familias, considero que antes que nada, hay que tener claro de qué se está hablando, cuando hablamos de Adictos. Una adicción es una enfermedad física y psicoemocional, según la Organización Mundial de la Salud. En el sentido tradicional es una dependencia hacia una sustancia, actividad o relación.
Está representada por los deseos que consumen los pensamientos y comportamientos del adicto, y éstos actúan en aquellas actividades diseñadas para conseguir la sensación o efecto deseado y/o para comprometerse en la actividad deseada (comportamientos adictivos). A diferencia de los simples hábitos o influencias consumistas, las adicciones son "dependencias" que traen consigo graves consecuencias en la vida real que deterioran, afectan negativamente, y destruyen relaciones, salud (física y mental), además de la capacidad de funcionar de manera efectiva.
Por lo tanto, no considero que se deba penalizar a una persona por padecer una enfermedad que compromete su voluntad. No obstante no hay una medida estándar que permita predecir la dosis que puede tolerar un organismo, ya que éste factor está determinado por diversas variables. Por lo que esto debe ser tenido en cuenta.
Si nos fijamos en drogas legales como el tabaco y el alcohol, no sólo matan cada año entre 10 y 15 veces más que las drogas ilícitas, sino que también el delito relacionado con tabaco y alcohol no ha desaparecido y, de hecho, esto no ayudará a detener tampoco la violencia, creo que se haría aún más difícil de controlar. Es una línea fina y delicada.
No obstante, considerando el propósito de la medida de despenalizar su consumo, estamos de acuerdo, ya que es un intento por perseguir una de las fuentes originarias de éste flagelo, el tráfico, y no propiamente a sus víctimas.