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Editorial

El volcán bloquista, en plena ebullición

Caselles no maquilló sus pretensiones: llegar al Senado. La vuelta de la vocación de poder. El inclasificable Marinero y siguen las firmas (Atampiz). Conti, la piedra del zapato. Por Sebastián Saharrea.

Por Redacción Tiempo de San Juan
Resuelta, la nueva piedra angular de la renovada conducción bloquista imprimió en los últimos días un par de sentencias sobre las que se apoyan sus aspiraciones de refundación: primero soñar en voz alta con el Senado, luego permitirse la ilusión de volver a manejar la provincia, y si es necesario en el camino utilizar el látigo, así será.
Suena contundente y hasta pretencioso lo de refundación. Pero lo es: para un partido con tanta historia sobre sus espaldas, con caudillos y figuras del calibre de los Cantoni o los Bravo, haber caído al piso de la insignificancia política, no demanda otra cosa que un sacudón mayúsculo para volver a construir sobre esas bases.
Con algo peor que el descrédito y el olvido de las grandes mayorías políticas para un partido con semejante vocación de poder como el Bloquismo: una literal desaparición de los repartos de cargos, que lo arrastró al respirador artificial de su sociedad con el PJ, aunque sea mínimamente para evitar las telarañas.
De esas profundidades fue rescatada por la conducción de Graciela Caselles cuando consiguió hacerse escuchar en esa alianza y regresar al Congreso. De la misma manera que hoy, la misma presidenta pero con una conducción reforzada por jóvenes alfiles como Luis Rueda o Andrés Chanampa, ahora se proponga un nuevo salto de calidad.
No le sacó el cuerpo a la jeringa la propia Graciela la semana pasada cuando tradujo en palabras al viento lo que venía siendo una secreta pretensión partidaria. Prolija en las formas pero no por eso menos contundente, la presidenta bloquista blanqueó en Paren las Rotativas que su pretensión (y la del partido) es celebrar el centenario con un regreso triunfal al Senado.
Un terreno que el partido habitó durante décadas, la última de ellas una recordada perfomance de Don Leopoldo Bravo de la que surgió nada menos que una pieza de valor incalculable para la historia política sanjuanina. Como en 3,4% de la coparticipación para la provincia que el caudillo le arrancó a Alfonsín como contraprestación a su voto en favor de la ley de divorcio en los 80, y que excede por todos los bordes los que San Juan representa del total nacional en el parámetro que se quiera tomar (población, territorio, etc.).
A ese redil es el que pretende hacer regresar al partido Graciela Caselles. Dice, por mandato partidario, pero más que orden es una ilusión que corre con un terreno consolidado, si no pavimentado. Por eso se animó a pasar el asunto de la libreta íntima a la formulación concreta hace una semana en Paren.
Dijo que al partido le gustaría, que no está en manos del Bloquismo sino en las del conductor de la coalición, Sergio Uñac. Sabe en lo íntimo que ha recreado confianza, al punto que en el último año aportó el único voto en Diputados que el gobernador considera suyo sin intermediarios. Sabe que la presencia en la cúpula partidaria de Luis Rueda lubrica aún más la relación. Y sabe, especialmente, que le calza justo a ella una eventual candidatura en un rubro –el de las mujeres- en el que la competencia aparece por el lado de la reelección de Maira Riofrío. A quien le gustaría seguir, pero podría seguir relacionada desde otra función. Graciela, es obvio pero conviene subrayarlo, es diputada y por lo tanto no puede postular para un asiento que ya tiene. Queda el del Senado, el sueño del bloquismo.
Su trabajo será el de encolumnar algunas fichas díscolas, aún algunos sorprendentes. Como el caso del intendente iglesiano Marcelo Marinero, un verdadedo inclasificable que funciona como un elefante en un bazar en lo político y que tampoco descolla en la gestión, casi todo lo contrario.
De un movimiento torpe estuvo a punto de romper la cristalería cuando auspició un encuentro de jóvenes bloquistas en su departamento e invitó nada menos que a Enrique Conti, el más encumbrado de los bloquistas enrolados en la oposición –tanto partidaria como de la administración provincial-, que no demoró en dirigir sus filosos dardos. ¿Qué le pasa al Marcelo que hizo lo que hizo?, era la pregunta en la conducción bloquista. Y probablemente la respuesta era, efectivamente, que fue un descuido convocar a Conti, a quien los Marinero conocen bien porque a pesar de su visión política es su consejero en materia financiera (y allí hay mucho por aconsejar con las regalías mineras).
Graciela lo defiende a Marcelo, aunque conoce muy bien que en muchas ocasiones parece indefendible. Más expectativas tiene en el otro Marinero, el Mauro, también de perfomance flojísima en la gestión pero al menos con una cintura inigualable en Iglesia. Un departamento que respira tradición bloquista, desde sus adobes hasta el refugio cantonista de Guañizuhil, con lógica escala en su tradición política. Un departamento además que es un tesoro literal, pese al desprecio de su propia dirigencia política con gestiones de pobres para abajo con montañas de dinero de la minería del oro.
Allí apunta el gesto de Caselles, con un autocrítico "tenemos que corregir algunos errores” que en off se convierte en algo más vigoroso. Lo mismo que el otro intendente de la estrella, el zondino Miguel Atampiz, quien permanece en la órbita del oficialismo provincial pero que suele ser foco de rumores. Impulsados, en parte, por el hecho de que su correligionario y compañero de fórmula Chango Sancassani prefirió explorar en el massismo. Tampoco reluce en la gestión Atampiz, nuevo desperdicio por la potencialidad del departamento.
En medio de esos vaivenes de dirigentes que usaron las puertas del partido como giratorias para entrar y salir según aconseje el paladar, la conducción decidió ponerse firme. Aprobó una medida disciplinaria para quienes no acaten las decisiones del partido, lo que se impone virtualmente como una amenaza hacia el propio Conti y todos los que lo miran/miraron con simpatía en esos rumbos.
Como el ya veterano dirigente no pinta en lo más mínimo con desistir de su alineamiento hacia Basualdo y la oposición local, sobrevendrá una historia sobre sanciones y despidos: que me echaron, que nosotros no echamos a nadie. Y una larga lista de lealtades o rupturas en un partido que supo de tiempos de mano firme, si lo sabrán las diputadas que debieron pagar con el despido de su banca por votar en contra de lo ordenado por la conducción partidaria y luego le ganaron una suma millonaria al Estado.
Un lugar en el Senado podría servir al partido como señal hacia adentro. En el sentido de reafirmación de que el camino en alianza es un buen punto de partida para el pretendido operativo retorno al poder provincial. Hasta acá, lo que hay es la definición de Graciela Caselles y las palabras del gobernador Uñac, quien tendrá en su mano la definición, que fueron pocas pero relevantes: el bloquismo es el socio más importante en cantidad de afiliados del flamante frente Todos. Nada menos.
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