Si existiese la posibilidad de meter en una coctelera hospitalidad, naturaleza, tranquilidad, sabores y paisajes, es más que seguro que el trago se llamaría Puchuzun. Está enclavado en el extremo norte de Calingasta, sobre la ruta provincial 412. El primer golpe de vista transmite la sensación de que se quedó petrificado en el tiempo, pero solo hace falta tener ganas de rejuvenecer la mente para reconocer que se está en un sitio de esos que solo toman protagonismo en los sueños.
Cuando uno viene de la Villa de Calingasta, como quien rumbea para Iglesia, se encontrará antes con Villa Corral. El siguiente cartelito verde de información ya anuncia que se ingresó a Puchuzun. El próximo llamado de atención que tendrán los ojos, en tan imponente combinación de lomas ocres y creciente vegetación, será el cementerio del lugar.
A partir de ahí una larga hilera de casas y propiedades que contemplan en silencio. Según informadores de la zona, a diario son entre 50 y 70 los vecinos que comparten las atrapantes vistas con el río Castaño susurrando al Este de los terrenos. Algunos de estos están vestidos con plantaciones bien ordenadas, mientras que otros denotan que hace mucho tiempo que la mano del hombre no les hace un mimo.
El adobe, con sus simplezas y siempre fieles particularidades, lleva la voz de mando en gran parte de las viviendas o galpones que se ven, aunque no faltan construcciones de ladrillos que enseñan con orgullo sus tonos naranjas y rojizos. Eso sí, el común denominador tanto en unas como en otras edificacoines es la vegetación que las adornan y refrescan. Aguaribayes, retamos y álamos son los que más se distinguen por cantidad y porte dentro de las arboledas, mientras que malvones, rosales y jazmines hacen lo propio en los jardines.
Sería un pecado olvidarse de frutales como los granados, manzanos, perales, castaños, nogales y membrillos, quienes, además de darle su toque ornamental, también contribuyen a la saludable dieta de los lugareños.
A diario son entre 50 y 70 los vecinos que comparten las atrapantes vistas con el río Castaño susurrando al Este de los terrenos
Puchuzun tuvo sus años mozos cuando las minas de Castaño Viejo y Castaño Nuevo estaban activas décadas atrás, pero la extinción de actividad minera terminó por mermar considerablemente su ritmo de vida. Un solo diferimiento se alza como la gran fuente de trabajo, pero no alcanza para evitar que a determinada edad o circunstancia los jóvenes y no tan jóvenes deban buscarse el porvenir fuera de su pueblo.
La Capilla de San Antonio de Padua es la encargada de presidir este tramo de la RP412, compartiendo tal honor con el puesto policial, el centro sanitario de atención primaria y la Escuela Benito Juárez, la cual también presta un invalorable servicio en los tiempos que corren: es el centro neurálgico para todos aquellos paisanos y visitantes que quieran tener acceso gratuito a internet.
La red del Gobierno de San Juan que asiste a la citada institución educativa queda abierta para poder conectarse al mundo ante cualquier necesidad o inquietud. Al mismo tiempo permite que los 10 alumnos -sí, 10- que asisten a esta escuela, y por extensión docentes y personal administrativo, cuenten con los medios adecuados a cada una de sus actividades.
Frente a esta escuela se ubica la ‘plaza-playón polideportivo’ de Puchuzun, en la que habitan juegos infantiles y una pista para practicar handball, básquet, vóley y futsal. Bien pegadita a esta extensión de cemento aparece una cancha de beach-voley, la cual según comentan cada vez va sumando más inquilinos.
Como punto de abastecimiento de mercadería hay que citar al kiosco ‘El Chilenito Alí’ y en un segundo escalón a la ‘panificadora’ La Justa, donde el aroma del pan y los semitones caseros invitan a aplaudir las manos a primera hora del día – y también de la tarde- para disfrutar semejantes manjares.
Claro que a través del boca a boca se pueden encontrar domicilios en los que se venden dulces regionales y frutos secos, como así también recibir las indicaciones necesarias para llegar al río Castaño. Dependiendo de la altura de la RP412 en la que uno se encuentre, es mayor o menor la distancias a este torrente de agua dulce, pero nunca serán más de mil metros los que separen para disfrutarlo.
Con tiempo para recorrer este río, se puede acceder a bellos e idóneos lugares para ‘plantar’ una reposera y permitirse gozar de la naturaleza en estado puro. En temporada estival, los chapuzones son inevitables siempre tomando el recaudo de hacerlo en zonas donde la corriente se desplaza con más mansedumbre.
En resumen, Puchuzun es un pasaje al encanto de las simples cosas, donde el tiempo gatea en lugar de correr, la tranquilidad reina a sus anchas y las bellezas naturales coquetean en cada rincón en el que se elija depositar la vista. La yapita: estando en suelo calingastino, es un delito total no esperar que la noche florezca para empacharse de estrellas.
Las imágenes hablan por sí solas:
Embed - Tiempo de San Juan on Instagram: "Destino antiestrés Puchuzun, el hogar de la tranquilidad y la belleza de las simples cosas Se encuentra ubicado 26 km al norte de la Villa de Calingasta, sobre la ruta provincial 412. La paz se respira en cada rincón, sus vecinos son sinónimo de hospitalidad y sus paisajes pinturas vivientes. @jorgebabu La nota completa en @tiempodesanjuan"
