En la despedida de Alberto Zapata no podían faltar ellos: el grupo de niños que fueron clave en la recuperación del piloto sanjuanino, tras sufrir el accidente que le costó la amputación de su brazo izquierdo. Con casos, motos y un conmovedor cartel, los chicos asistieron al cementerio rawsino para sumarse a un rugido masivo y emotivo.
Su escuelita de motocross inició en agosto cuando se dieron las primeras flexibilizaciones tras el brote de coronavirus. Después pasó lo del siniestro y estuvo alejado por un tiempo. En febrero finalmente pudo reactivar los entrenamientos con unas 30 personas entre chicos y grandes, en el predio de ASER y en un circuito que él mismo improvisó en un descampado de La Laja, Albardón.
"Cada día que pasa se trabaja mejor. Estoy de lunes a viernes, en la tardecita o mañana, cuando los chicos pueden. Mis padres me llevan y traen a todos lados, es un gran ayuda. Con las prácticas lo que hago es enseñar como saltar y caer en los saltos, por ejemplo. Vienen mejorando muchísimo. Y yo feliz, porque es el único lugar donde me siento lleno", contaba entusiasmado Alberto Zapata en una nota con Tiempo de San.