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SUSCRIBITEUna tarde de agosto de 1982, un auto se precipitó a la altura del dique llamado Las Crucecitas en Pedernal. Murieron una directora de escuela, su hermana y los hijos de ambos. Nunca se determinó la causa del siniestro.
No fue una masacre, pero el caso conmocionó casi como si lo fuera. Las cuatro cruces aún permanecen allí, a un costado como un triste monumento de aquella tragedia sobre la cual se tejieron diversas historias, incluso la que atribuye el origen que dio nombre al dique que, coincidentemente, bautizaron “Las Crucecitas”.
Eso es pura casualidad, pero la mayoría de los sanjuaninos relacionan ese nombre al fatídico accidente del lunes 1 de agosto de 1982 en Sarmiento. Un siniestro vial que cobró las vidas de María Aurelia Quiroga de Hidalgo, la directora de una escuela albergue de Pedernal; su hijo José, de 3 años; su hermana María Azucena Quiroga, también docente y de 28 años; y el bebé de esta última, Heber Ubaldo, de 1 año y 6 meses.
Fue la peor tragedia que recuerden los pobladores de Pedernal, Divisadero y Los Berros por el número de víctimas y sobre todo por las muertes de esos dos niños pequeños y de María Aurelia Quiroga. La maestra de 32 años era la directora de la Escuela Albergue Josefa Ramírez de García en la localidad de Pedernal.
Aquel lunes, la maestra culminó su jornada laboral en el establecimiento escolar pasadas las 17.30. Su hermana María Azucena, junto a su bebé, la había acompañado para cuidar a José –el hijo de la directora- y ayudarle en la organización de los preparativos del agasajo del Día del Niño.
María Aurelia y Azucena subieron con los niños al auto, marca Morris -propiedad de la primera de ellas-, y partieron con destino a Caucete. La directora acostumbraba a hacer ese recorrido diariamente, ella y su hermana tenían domicilio en el barrio en el barrio Justo P. Castro de ese otro departamento.
Tomaron la vieja ruta provincial 319 y obligadamente encararon por arriba del puente del dique Las Crucecitas, un tramo complicado por lo angosto de la ruta en esa parte y la curva bien pronunciada, por forma propia de la pared de la represa. En ese trayecto se les atravesó la muerte.
Hasta la fecha, se desconoce a ciencia cierta qué pasó. Al ingresar a la curva y a metros de las barandas del puente del dique, el coche se salió de la calzada. El vehículo continuó un corto recorrido por una de las banquinas y se precipitó por un barranco, desde una altura de 50 metros.
La caída fue estrepitosa. El auto fue dando golpes contra las rocas y se estrelló en el fondo del lecho del río Guanacache, que en esa época del año no traía agua. Las jóvenes mujeres y sus hijos murieron prácticamente en el acto producto de las múltiples lesiones, se dijo en ese entonces. El coche terminó destrozado.
Ya casi oscurecía cuando un poblador de la zona reportó el accidente a la Policía. Los uniformados del puesto policial de Los Berros, y más tarde los efectivos de la Comisaría 8va, bajaron al cauce y se dieron con el espantoso cuadro de los cuatro cadáveres atrapados dentro del vehículo. Adentro del rodado, entre ese caos se podían ver esparcidas las pertenencias de los niños y el portafolio y los materiales didáctico de la directora de escuela, recordó.
Una dotación de Bomberos trabajó durante horas y recién en los primeros minutos del martes 2 de agosto de 1982 consiguieron retirar los cuerpos de las dos hermanas y sus hijos. Los peritos tomaron fotografías, anotaciones y mediciones en el lugar para determinar cómo fue la trayectoria del rodado. Por otra parte, inspeccionaron todo el vehículo con la idea de encontrar el posible origen del siniestro en una falla mecánica.
El caso sacudió a los poblados del suroeste de Sarmiento. La maestra Quiroga de Hidalgo era querida por la comunidad educativa, muchos de los chicos de la zona concurrían a la escuela albergue de Pedernal. La noticia del accidente también estremeció a los habitantes de Caucete, la familia de las hermanas Quiroga era conocida en la villa cabecera del departamento.
Si las pericas arrojaron un resultado concluyente en cuanto a las causas del accidente, nunca se conoció públicamente. Todavía persisten las distintas teorías acerca de qué pudo haber originado el siniestro. La posible distracción o una negligencia de la docente frente al volante. Quizás un desperfecto en el sistema direccional del vehículo o los frenos. O la poca visibilidad como un factor determinante. La pregunta sobre qué sucedido, sigue latente.
Hoy sólo persiste el recuerdo de las muertes de esa docente, su hermana y sus hijos en el Dique Las Crucecitas y los relatos sobre ese accidente, que circulan como leyenda popular entre los pobladores del suroeste de Sarmiento. Las cuatro cruces, a metros del puente, son el crudo testimonio de esa tragedia.
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