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Historias del Crimen

Destino fatal: la niña pocitana que murió trágicamente en su hamaca

Fue un accidente, pero el jamás imaginado. La niña subió a hamacarse y perdió la vida en el patio de su casa en Pocito. La tragedia ocurrió en mayo de 2002.

Por Walter Vilca

Qué peligro podía correr la niña, si estaba en el fondo de su casa. Lo único que quería ella era jugar, distraerse un rato. Hizo lo de siempre y buscó subirse a la improvisada hamaca que habían armado con un trozo de cuerda atada a un eucalipto. Nada que la pequeña Angélica no hubiese hecho decenas de veces. Y es que los chicos pobres no siempre tienen juguetes y se divierten como pueden.

Aquel inofensivo juego durante la siesta del martes 7 de mayo de 2002 culminó en tragedia. La niña trepó a un tacho plástico para alcanzar la cuerda y así mecerse, pero algo pasó en esos instantes que esa propia soga se le envolvió en su cuello y fue su final. El grueso cordel se convirtió en una horca para la niña de 8 años.

Nadie pudo precisar cuántos minutos soportó la pequeña colgada de esa cuerda atada al inmenso eucalipto. Los relatos policiales dicen que su abuela Estela Alaníz salió al patio de su lote alrededor de las 15.30 y espantada vio a Angélica pendiendo de la soga, con el rostro muy pálido e inconsciente.

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Un policía custodiaba el lugar a la espera de los peritos. Foto de Diario de Cuyo.

Un policía custodiaba el lugar a la espera de los peritos. Foto de Diario de Cuyo.

La mujer mayor no perdió ni un segundo, con un brazo sostuvo el cuerpo de la nena y con el otro la liberó del grueso cordón que aprisionaba su cuello. La abuela no supo qué hacer. Su primera reacción fue llevar a la niña adentro del rancho y acostarla sobre su cama, mientras que después salió a pedir ayuda a los vecinos. Al cabo de un rato llegó la ambulancia del hospital de Pocito trayendo a una enfermera que, apenas bajó y examinó a la nena, confirmó que ésta se encontraba sin vida.

La muerte de Angélica fue uno de los hechos más dramáticos que se conozcan en la zona de La Rinconada, Pocito. No tanto por la violencia, sino por lo absurdo e inesperado del accidente. Nadie hubiera imaginado que esa cuerda anudada a un árbol y que era utilizada como hamaca por la niña, terminaría siendo una verdadera trampa mortal para esa pequeña que padecía un leve retraso madurativo.

Los policías de la Comisaría 7ma de Pocito y el personal de la División Criminalística pudieron establecer qué pasó con la pequeña Angélica. De acuerdo con el testimonio de Estela, abuela materna y madre adoptiva a la vez, la nena estaba sola cuando se produjo el accidente. Su hijo, el papá de la víctima, se encontraba trabajando. La mujer mayor contó que se recostó en su habitación y la niña no quiso dormir, así que se puso a jugar para pasar el rato.

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Así trasladaba el cuerpo de la nena fallecida. Foto de Diario de Cuyo.

Así trasladaba el cuerpo de la nena fallecida. Foto de Diario de Cuyo.

Los investigadores suponen que fue ahí que salió del rancho y caminó hacia esa cuerda que colgaba de un gancho clavado en el tronco del eucalipto y que usaban como hamaca para jugar. Al lado del árbol había un tacho plástico de 150 litros. Todo indicaba que la nena subió a ese recipiente para treparse desde allí a la cuerda, pero en eso que pretendió meter su cuerpo o las piernas entre los dos tramos de la soga, resbaló o perdió el equilibrio arriba del tacho. Y que, al caer, quedó enredada a la altura del cuello.

La tragedia golpeó más, cuando se supo que la niña fallecida esa tarde de 2002 era la misma que tres años antes había perdido a su mamá en otro hecho desafortunado. Angélica tenía 5 años en ese entonces. La historia relatada por sus familiares cuenta que fue la tarde del 11 de octubre de 1999 y que la nena junto a su mamá, de nombre Marisa Bazán, andaban visitando a una familia amiga en inmediaciones de la calle Costa Canal, en el distrito pocitano de Quinto Cuartel.

En una distracción, la nena salió de la casa y se precipitó al caudaloso canal Céspedes. Marisa salió corriendo a auxiliar a su hija. Su instinto de madre no le permitió ni dudarlo y se lanzó al cauce. Los relatos señalan que la muchacha alcanzó a agarrar a su hija en medio del agua y la sujetó hasta que un vecino de la zona tomó de los brazos a la pequeña y la sacó del canal. La joven mamá no corrió igual suerte, la correntada la empujó de tal manera que la arrastró e hizo que se perdiera en el fondo. La joven fue localizado a unos doscientos metros al sur, pero muerta.

FUENTE: Artículos periodísticos de Diario de Cuyo, testimonios de expolicías y hemeroteca de la Biblioteca Franklin.

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