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Historias del Crimen

La pelea por un plato de guiso y el hallazgo de un cuerpo masacrado cuatro días después

Tres amigos se juntaron a almorzar y a beber en una finca de Pocito. Hubo una pelea por la comida y todo derivó en un brutal asesinato. Fue en marzo de 1969.

Por Walter Vilca

HistoriasAfuera del rancho, debajo de una ramada, había una cama con la almohada y las sábanas llenas de sangre. Un reguero de gotas, de lo que parecía también sangre, y huellas de arrastre conducían en dirección al rancho. Desde la puerta se sentía un olor nauseabundo. Y adentro, el espanto mismo. El cuerpo de un hombre tendido sobre el piso de tierra, ya en avanzado estado de descomposición y con la cabeza destrozada.

El cuadro descubierto la mañana del martes 11 de marzo de 1969 era aterrador. Pero así describían las crónicas periodísticas el hallazgo del cadáver del jornalero José Gerónimo Jofré dentro de un rancho en la finca Barboza, sobre calle Mendoza, entre 5 y 6, Pocito. Los que lo encontraron fueron Joaquín Flores, el nieto de ese hombre muerto, y los policías de la Seccional 6ta que lo acompañaron a ver qué pasaba con el peón rural de 62 años, a quien hacía días que no veían.

Indicios de un crimen

Las heridas en el rostro y la cabeza evidenciaban que el hombre había sufrido una brutal paliza. El escenario también decía eso. Una silla de madera estaba en el suelo, tenían manchas de sangre. Y la mesa cruzada, daba a entender que allí adentro se había producido una pelea. Aunque el difunto era muy pobre y tenía pocas cosas, su familiar afirmó que no faltaba ninguna de sus pertenencias.

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Foto de Diario de Cuyo. Los investigadores judiciales inspeccionan la cama con abundantes manchas de sangre.

Foto de Diario de Cuyo. Los investigadores judiciales inspeccionan la cama con abundantes manchas de sangre.

Esto último permitió descartar la existencia de un robo. Además, Jofré no tenía ni dinero. Un comerciante de la zona contó a los investigadores policiales que, días antes, el jornalero, pidió que le fiara mercadería en razón de que andaban sin plata. Eso acrecentó la intriga sobre qué motivos se escondían detrás de su asesinato y quiénes lo ejecutaron.

Jofré vivía solo en ese rancho y era una suerte de casero en la finca Barboza. Los dueños de la propiedad le prestaban esa precaria vivienda de un solo ambiente a cambio de que cuidara el lugar, mientras tanto él realizaba changas temporarias en esa y otras chacras vecinas.

Las heridas en el rostro y la cabeza evidenciaban que el hombre había sufrido una brutal paliza. El escenario también decía eso. Una silla de madera estaba en el suelo, tenían manchas de sangre. Y la mesa cruzada, daba a entender que allí adentro se había producido una pelea.

No pasaron inadvertidas las dos botellas de vino vacías que encontraron en el interior del rancho. La experiencia de los policías y los investigadores judiciales rápidamente hicieron suponer que allí habían estado tomando vino y eso quizás tenía que ver con el asesinato.

Los sospechosos

Y no se equivocaron. Entrevistaron a otro trabajador de la finca y este les contó un episodio que resultó clave en el caso. Ese obrero les aseguró que cuatro días antes, el viernes 7 de marzo, vio a José Jofré y a otros dos hombres bebiendo en el rancho. También relató que escuchó que discutían por el plato de guiso que almorzaron. Al parecer, a uno de ellos no le había gustado.

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Escenario. Un periodista entrevista al nieto de la víctima en la puerta del rancho. Foto de Diario de Cuyo.

Escenario. Un periodista entrevista al nieto de la víctima en la puerta del rancho. Foto de Diario de Cuyo.

El testigo dijo que él no vio más nada y se retiró. A partir de esa declaración y otros datos aportados, los policías identificaron a las personas que posiblemente estuvieron por última vez con Jofré. Ese mismo martes 11 de marzo de 1969, el juez del crimen Wilson Vaca ordenó que buscaran a esos hombres y los detuvieran.

Uno de los apresados fue Gonzalo Nicanor Caballero. Asustado por las preguntas de los investigadores, éste no tardó en largar todo y señaló al “Chileno” Manuel Antonio Herrera como el autor de la mortal golpiza. Es más, indicó dónde lo podían encontrar. Horas más tarde, detuvieron al sospechoso en una cantera de Zonda.

La confesión

Una vez preso, Manuel Herrera también confesó. Eso sí, aclaró que el día del crimen estaba borracho, pero dio un pormenorizado detalle de qué pasó el 7 de marzo de 1969. Recordó que ese viernes cerca del mediodía cobró junto con Caballero y pasaron por un almacén a comprar 5 litros de vino y fideos. En ese entonces él se estaba hospedando con Jofré, por esta razón se trasladaron al rancho del veterano y se pusieron a cocinar un guiso mientras lo esperaban.

Al rato apareció José Gerónimo Jofré trayendo otro vino y se sumó al almuerzo. Los tres se pusieron a tomar. En horas de la siesta, Caballero se ausentó por unas horas. Herrera dijo que se acostó a dormir, a la vez que Jofré parece que siguió bebiendo.

Por la comida

Más tarde, los tres amigos volvieron reunirse en el rancho y continuaron tomando. Fue ahí que el alcohol hizo salir en los presentes esa cuota de sinceridad que siempre aparece en el momento. En medio de la charla, Jofré tiró un comentario que no cayó nada bien y sonó a provocación. Se quejó de la comida. Al parecer, no le había gustado el guiso de Herrera y se lo hizo saber. Así empezó la discordia. A esto se refería el obrero rural que circunstancialmente estaba cerca del rancho y escuchó esa discusión.

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Detenido. Herrera al momento en que fue detenido. Foto de Diario de Cuyo.

Detenido. Herrera al momento en que fue detenido. Foto de Diario de Cuyo.

En medio de la charla, Jofré tiró un comentario que no cayó nada bien y sonó a provocación. Se quejó de la comida. Al parecer, no le había gustado el guiso de Herrera y se lo hizo saber.

De acuerdo a lo que declaró Herrera y Caballero, la controversia con Jofré prosiguió y la situación se puso tan tensa que comenzaron a insultarse. Herrera no soportó la afrenta por la comida y, en un ataque de furia, revoleó una silla contra la cabeza de Jofré. El tremendo golpe lanzó al suelo al viejo jornalero. Sentido por el sillazo, quedó librado a la suerte de su inesperado rival.

Los vinos encima y la propia rabia del momento enloquecieron al “Chileno” Herrera, quien agarró una barreta y se lanzó sobre el veterano. Ahí le pegó una y otra vez en la cabeza hasta dejarlo inconsciente. Todo esto en presencia de Caballero, que a su vez se defendió asegurando que intentó detener a Herrera y lo consiguió, pero Jofré ya tenía la cabeza ensangrentada.

La versión fue que ellos mismos pusieron a Jofré en la cama ubicada debajo de la ramada. Quizás suponiendo que las heridas no eran graves y pronto se repondría. Caballero se marchó preocupado por lo que había visto y dejó a Herrera en el rancho.

Lenta agonía

Gonzalo Caballero declaró que al otro día regresó al rancho y constató que Jofré permanecía sobre la cama muy mal herido. Aún le sentía la respiración. También estaba Herrera. De hecho, le propuso que buscaran ayuda o pidieran una ambulancia para auxiliar a su amigo. “No te metas, dejalo que se muera”, fue la respuesta del “Chileno”.

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Exposición. Un policía traslada a el

Exposición. Un policía traslada a el "Chileno" Herrera tras su declaración. Foto de Diario de Cuyo.

Después ambos se retiraron y abandonaron a Jofré. Todo hace suponer que Herrera no podía dejar de pensar en lo que había hecho y le remordía la consciencia. Fue así que el domingo 9 buscó a Luis Araya, otro conocido que vivía cerca. Le contó que había golpeado a Jofré y pidió que lo acompañara para ver cómo estaba. Cuando arribaron al rancho, descubrieron que el veterano agonizaba, apenas respiraba. Convencido que la situación era irreversible y estaba en verdaderos problemas, Herrera exigió a Araya que guardara silencio y no le contara a nadie sobre lo sucedido.

Ahora bien, no quedó claro si el propio Herrera arrastró a Jofré hasta dentro del rancho o recibió la ayuda de Araya. El martes 11 de marzo de 1969, cuando llegaron Joaquín Flores y los policías, el veterano ya se encontraba sin vida y con su cuerpo en estado de descomposición en el piso de tierra en el interior de la casa de adobe.

Pruebas irrefutables

El médico legista que examinó el cadáver estableció que había fallecido el domingo 9 de marzo y que presentaba heridas en el rostro y el cráneo producto de golpes con objetos contundentes. Esos elementos eran la silla y la barreta que utilizó Herrera para atacarlo.

El crimen fue esclarecido en un par de días. El periódico Tribuna y Diario de Cuyo publicaron fotos de la escena del crimen, incluso del cadáver, y un primer plano de Manuel Antonio Herrera, quien fue imputado del delito de homicidio.

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Condenado.  Manuel Antonio Herrera fue condenado en 1971. Foto de diario Tribuna.

Condenado. Manuel Antonio Herrera fue condenado en 1971. Foto de diario Tribuna.

Uno de esos diarios señala que, después de la confesión y a la salida de la comisaría 6ta., Herrera expresó a viva voz: “Oye pues. El comisario me prometió un sumario livianito, po”. Caballero y Araya fueron acusados de omisión de auxilio. Y es que ellos no agredieron a la víctima, pero sí callaron y no prestaron ayuda a la víctima.

“Oye pues. El comisario me prometió un sumario livianito, po”. “Oye pues. El comisario me prometió un sumario livianito, po”.

La condena

En noviembre de 1971, los tres fueron llevados a juicio. El “Chileno” Herrera reiteró que ese día estaba borracho y no recordaba bien qué pasó en esa discusión por la comida. Los otros negaron su participación en el asesinato. El juez Arturo Lerga, titular del Juzgado del Crimen de Primera Nominación, no dio crédito al argumento del principal acusado que refirió que estaba inconsciente cuando cometió el crimen y lo condenó a la pena de prisión perpetua por el delito de homicidio agravado por ensañamiento.

A Gonzalo Nicanor Caballero y Luis Alberto Araya los sentenció a pagar la suma de 500 pesos de aquella época tras ser declarados culpables del delito de omisión de auxilio. Así, el autor del crimen fue encerrado por muchos años en la cárcel pública y sus amigos pagaron su desaprensión por no salvar al veterano José Jofré.

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