Nacido y criado en Barreal, Rafael Astudillo en sus tiempos libres, que no suelen ser muchos, disfruta de andar en bicicleta junto a su hijo y recorrer las calles pintorescas del pueblo cordillerano. Si bien en la actualidad sus días están acomodados entre la familia y el trabajo al cual le dedica mucha pasión, hace casi dos décadas la historia era otra. El momento en el que su vida cambió radicalmente, de la mano de una persona que confió en él de manera ciega e incondicional.
Rafael tiene dos hijos y en la actualidad es el encargado de la Bodega Entre Tapias, la primera bodega boutique de Calingasta. Comenzó sin saber absolutamente nada sobre vinos e incluso en la actualidad no toma alcohol, pero es un verdadero agradecido de la oportunidad que le dio Don Vidal Ossa, quien vio potencial en él y le enseñó todo lo que sabe hasta el último de sus días.
Era 2007, Rafael no tenía un trabajo fijo, sino que se dedicaba a realizar changas que iba consiguiendo en lo diario. Un día se encontraba al costado de una ruta colocando alambrado, hasta que pasó Don Vidal Ossa, detuvo su andar, se presentó y le preguntó si quería trabajar. Al día siguiente Rafael llegó hasta la finca ubicada al ingreso de Barreal y ahí Ossa le comentó su plan: recibido de enólogo, tenía intenciones de desarrollar la vitivinicultura en Calingasta y comenzar con el proyecto de una bodega.
La primera parra la colocaron ambos, trabajando codo a codo, a fuerza de acierto y error. Don Vidal le compartía sus saberes y conocimientos, no solo sobre la enología, sino también sobre la vida. Rafael absorbía cada palabra de su patrón que con el tiempo se volvió una imagen a respetar y también un confidente. Sus días se pasaban entre las necesidades de las plantas, las condiciones del suelo, lo necesario para elaborar vino, pero también sobre la vida en familia, cómo educar a los hijos, qué esperar del futuro. Los temas abordados eran infinitos, como el tiempo que compartieron juntos.
Rafael pasó de no saber absolutamente nada sobre el mundo del vino a manejar terminologías tan propias de la profesión que se ríe ante el comentario que podría ser tranquilamente enólogo. “Y todo lo aprendí gracias a Don Vidal”, dice respetuoso.
Sobre cualquier instancia del proceso de elaboración de vino, Rafael tiene una historia y un conocimiento que compartir. Cómo creció la finca, cuando se levantó el edificio central de la bodega, las veces que atendió a periodistas de otras provincias que no fueron muy amables con él, la recepción al público, y se detiene al aclarar que, si bien puede recomendar, no consume alcohol. “Se van a reír ustedes, tengo 52 años y no me gusta la bebida alcohólica. Les puedo dar 1000 definiciones, pero no me gusta”, comenta.
Vidal Ossa falleció en 2020 y Rafael aun lo recuerda con mucha estima y afecto. Actualmente trabaja Luz Ossa, una de las hijas de Vidal, quien quedó a cargo de la bodega, mientras el barrealino sigue aprendiendo y compartiendo con quien llegue a Entre Tapias las bondades del vino que creó su amigo, el que le cambió la vida y lo volvió el guardián de uno de sus mayores tesoros.
A sus 52 años, Rafael Astudillo es un agradecido de la vida. Sabe que su momento bisagra fue cuando conoció a Vidal Ossa. Aun continúa aprendiendo del vino y de la vida, asegurando que su mayor secreto es mantener siempre la cabeza ocupada en lo que hace. “Estar en la bodega es una responsabilidad que asumí con mucho gusto para no pasar malos momentos”, reflexionó.