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Columna

En el país del Nunca Más, ¿existe la Memoria?

Si vivimos del pasado sin entender el presente, nos disociamos de la realidad. La memoria es para reactivar el deseo del sueño emancipador con el que se forjó esta Patria.

Por Redacción Tiempo de San Juan

Por Eduardo Camus

Las imágenes son desoladoras. Jubilados pidiendo por los remedios que les quitaron. La jubilación mínima de $350 mil pesos no alcanzan para cubrir la canasta básica de alimentos, que supera los $4500.000. Viven en la indigencia. Piden comer y les responden con palos. Cada gas pimienta lanzado cuesta más que una jubilación. Pablo Grillo, fotorreportero, lucha por su vida tras recibir un impacto en la cabeza. Mientras tanto, ofrecen el equivalente a 40 jubilaciones a quien delate a un manifestante. Un palacio totalmente vallado, 15 manzanas del centro porteño convertidas en un escenario de guerra. Adentro, una nueva estafa: un decreto, un cheque en blanco para volver a endeudarnos con el Fondo Monetario Internacional. Y un tal Menem como director del circo. "Los quiero puteando, nada de algo pacífico", ordena el Presidente de la Cámara de Diputados a su tropa libertaria.

Endeudarse con el FMI y ajustar a los jubilados son dos caras de la misma moneda. La receta ya la conocemos: recortar derechos para pagar una deuda ilegítima que solo beneficia a los poderosos.

Los accesos cerrados, los altoparlantes y carteles en los trenes amenazando con la represión. Brutal. ¿Alguien recuerda 1984 de George Orwell? Una sociedad distópica, controlada por la policía del pensamiento y la manipulación de las masas. Pero esto no es ficción. Es un trágico refrito de los momentos más oscuros de nuestra historia. Un presidente llamando a "dar pelea" como aquel nefasto "les daremos batalla" del dictador Galtieri. Un plan económico que no es más que la reedición de la miseria planificada por Martínez de Hoz y Cavallo. No hay nada nuevo en este gobierno asesino. Solo una gran apuesta por la deshistorización.

Quieren que olvidemos el 2001. Que olvidemos el ajuste del 13% a los jubilados de la pistolera camaleónica Bullrich. Que olvidemos que el mismo Caputo fue quien tomó y fugó la mayor deuda de la historia con el FMI en el gobierno de Macri. Que olvidemos los 39 muertos de diciembre de 2001. Quieren que olvidemos.

Sin historia común no hay futuro. "Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo", advertía Santayana. Una amenaza constante recorre la humanidad: la imposibilidad de salir de la circularidad. En Argentina, la fórmula se repite: Ajuste + Represión + FMI. Pero la historia también nos enseña otra cosa: cada vez que el pueblo se organizó y resistió, logró frenar el saqueo.

Con miedo, sí, y sobre todo con coraje, los jubilados, madres, padres, abuelas y abuelos enfrentan la maquinaria del odio organizado. Los viejos, con sus años y achaques, dicen:

- "Pedimos por nuestros derechos, pero también los cuidamos a ustedes. Esta lucha es eterna en nuestra Patria querida."

- "Vengo por primera vez porque no me aguanto estar sentada en mi casa mientras golpean a una vieja y exijo justicia por Pablo Grillo. Es un imperativo moral estar acá."

- "Esto ya lo vivimos. Creí que eran los '90 con Cavallo, pero no. Esto se parece a la dictadura."

- "Hoy, como ayer, pisaremos las calles nuevamente." (Abuelas de Plaza de Mayo)

Apelan a la memoria. Son la reserva de argentinidad más importante. Pero la memoria no es un archivo ni un lugar para la nostalgia. No podemos limitarnos a repetir lo bueno que hicimos. Si vivimos del pasado sin entender el presente, nos disociamos de la realidad. La memoria es para reactivar el deseo del sueño emancipador con el que se forjó esta Patria. Para ofrecer un nuevo modelo de país. Para seguir caminando, como nos enseñaron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Para insistir en que Argentina no se construya sobre la desigualdad brutal e injusta.

La historia nos demuestra que no alcanza con resistir. Hay que construir. Hay que imaginar un país sin FMI, sin ajuste, sin represión. Y esa tarea empieza en las calles, en cada encuentro.

Mientras haya una madre y una abuela que sueñe con un país mejor para sus hijos y nietos, habrá esperanza.

"Yo tengo fuerzas todavía en el corazón

Aunque me saquen la comida,

los remedios y el bastón.

Yo tengo fuerzas todavía en el corazón.

No me verán caer,

no me verán caer."

(Cadena Perpetua – NN, un jubilado.)

Nos vemos el 24. Por la Memoria y el futuro de nuestra Patria.

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