Leo Venerdini, un lúdico irradiador de arte en el paseo de la vida
El dibujo y la pintura lo atraparon en su infancia y desde entonces convivieron sin pausas, pero sin presiones. Animate a conocer a este artista sanjuanino con una particular de relacionarse con sus obras y el mundo que lo rodea
Fluyen a la par, respetando espacios, y al mismo tiempo compartiéndolos para sentir la plenitud. Así se puede llegar a explicar el puente que, una edad muy temprana, Leandro Venerdini entabló con la pintura, con el arte, con esa ventana al mundo que disfruta y hace disfrutar.
Sus obras hablan por sí solas, y en cierta medida dan indicios de su autor. Dejándose llevar ante sus expresiones se puede llegar a hacer una idea más acaba de quién es este señor, quien en el mundo laboral más formal se desempeña como coordinador de proyectos del Observatorio de Desarrollo Social.
En la primera pincelada de la nota, Leo se zambulló en sus comienzos: “Tengo un interés por lo visual desde que era niño. Pintar y dibujar era una actividad que disfrutaba tanto como lo era jugar con juguetes, a las escondidas con mis amigos o hacer carreritas en bicicleta. Pero a medida que fui creciendo, dejé los juguetes, dejé de jugar a las escondidas, pero lo que nunca dejé de hacer fue pintar y dibujar. Lo hacía, tal vez, sin consciencia de lo que el arte significaría en mi vida más adelante y, naturalmente, sin un sentido poético o trascendental. Simplemente eran dibujos en un cuaderno".
“No tengo formación académica en el arte, lo más cercano a eso fue algunas nociones sobre forma, color y composición que tuve mientras estudiaba arquitectura, carrera que finalmente dejé”, añadió treintañero artista.
A medida que fui creciendo, dejé los juguetes, dejé de jugar a las escondidas, pero lo que nunca dejé de hacer fue pintar y dibujar
Dicen que suele saborear la incomodidad un creador, en este caso del mundo de las artes plásticas, cuando se le pide que explique sus expresiones. Leo, lejos de gambetear la interrogante, se explayó a las mil maravillas y dijo que la persona que contempla sus obras principalmente, “ve registros. Picasso decía que ‘pintar es solo otra forma de escribir un diario’ y yo estoy convencido de eso. Mis obras son, en su mayoría, una manera de descargar todo lo que me atraviesa en la cotidianidad, pero también una forma de dar respuesta a interrogantes que me fueron interpelando. No me gusta caer en el cliché del artista existencialista, pero la pregunta <<¿Qué estoy haciendo con mi vida?>> se repitió varias veces durante algunos años y eso puede hacerse visible en las obras de mi periodo expresionista abstracto, donde los trazos se vuelven gestuales y la falta de un orden lógico y estructural es un espejo del momento. Después hay un salto hacia lo constructivista, quizá una forma de rememorar mi paso por la facultad de arquitectura (pasiones y frustraciones por igual). Ahí comienzan a aparecer las ‘ciudades y casitas’, trabajos muy naifs que me dieron enormes alegrías”.
Cuando llegó el momento de hablar de la inspiración, ese duende vital y de mil caras en el universo del arte, este profundo profesante de la amistad se tomó unos segundos, colocó cada palabra ordenada en su mente y abrió la boca: “Hay tanto para hablar sobre la inspiración, pero personalmente no podría identificar un elemento o una situación especialmente motivadora. Las ganas de pintar vienen de adentro como una necesidad espiritual, hay un vacío que llenar, hay una energía que liberar, hay algo que hacer que aún no existe. ¿Será eso la inspiración? (Jajaja). Mientras lo averiguo voy a seguir pintando y espero no encontrar la respuesta”.
Las ganas de pintar vienen de adentro como una necesidad espiritual, hay un vacío que llenar, hay una energía que liberar, hay algo que hacer que aún no existe
Presente, pasado y futuro
Con la libertad que juega con sus obras, Leo alteró los estadíos del tiempo convencionales. El presente picó en punta: “ Hoy estoy trabajando con mucha tranquilidad, y es notable la transformación que existe en el trazo y el evidente cambio entre un periodo y otro. Trato de recrear la paz y el silencio del campo donde pasé los mejores veranos de mi vida, gracias a que mi familia tenía una casa de fin de semana en Ullum (lugar que amo). ‘La mancha se ha vuelto paisaje’ me gusta decir cada vez que me toca describir mis nuevos trabajos”.
A renglón seguido, manteniendo esa lúdico y difuminado vuelo comunicacional, apareció el pasado salpicado con dejes de actualidad y otro de futuro. Venerdini expuso: “Sin lugar a dudas, lo más importante son las personas que el arte me permitió conocer. Seres hermosos con una energía increíble y que si no fuese por la práctica artística tal vez nunca me los hubiera encontrado. Mi primera muestra en la Alianza Francesa en el año 2018 fue, en cierta forma, el comienzo de ese camino ya que casi sin pensarlo, o esperarlo, comencé a vender y a exponer sucesivamente todos los años hasta la actualidad”.
“Luego viene ‘18 Mundos’ el colectivo de artistas locales al que tengo el placer de pertenecer, es un encuentro permanente en torno al arte. Actualmente la Galería Artify Argentina comercializa mis obras, lo que representa una muy linda oportunidad. Además fui invitado a exponer de manera individual en el espacio de arte de la Sociedad Israelita de San Juan. Esa muestra será una retrospectiva que recoge trabajos de los últimos 4 años, un repaso por los registros de los que hablé y que he llamado ‘Las Formas del Tiempo’ haciendo alusión a los 3 periodos distintos sobre los que he trabajado. La inauguración será el día miércoles 16 de junio”, recalcó con un remarcado tono de invitación abierta para el que quiera aprovecharlo.
‘La mancha se ha vuelto paisaje’ me gusta decir cada vez que me toca describir mis nuevos trabajos
Y antes de apagar la charla una pregunta inevitable, ¿hay algún sueño dentro de su viaje artístico? “Sueños tengo muchos, pero prefiero hablar en términos de proyectos, lo que infiere la necesidad de trabajar para alcanzar los objetivos. Me gusta la expresión "viaje artístico" ya que pintar es eso, viajar. Ahora solo quiero relajarme, ponerme los auriculares y disfrutar ese viaje mirando por la ventanilla. Supongamos que voy en tren camino a Burdeos (Jajaja)”.