Escribir es dejar testimonio y Federico Sanna es un joven abogado sanjuanino que además de litigar y militar, decidió dar un paso más y se animó a tomar vuelo y escribir. Con 26 años, presentará su primera novela "Cuando se detienen los relojes". La cita, que no te podés perder, es el martes 24 de septiembre a las 18 en la Biblioteca Popular Sur, ubicada en Rawson. Fede es integrante de Cepel (Centro de Estudios Políticos Encuentro Latinoamericano).
La temática de la novela está relacionada con la vida universitaria de un grupo de estudiantes que, de manera casi inconsciente, se enfrenta a una poderosa docente. De ese hilo principal, surgen conexiones con la historia política del país, la influencia de los capitales ingleses a comienzos de siglo XX y cuestionamientos sobre las relaciones de pareja, los conceptos del amor romántico y las formas de construir relaciones afectivas.
La novela va a estar disponible en el catálogo online de la Editorial Autores de Argentina y también en la librería Piedra Libre.
Para que conozcan a Fede
- Muchos abogados escriben literatura. ¿Hay cierta inspiración en la profesión?
-Es cierto ese dato que comentás, no sé cómo será en el caso del resto, yo debo decir que no creo tener demasiada inspiración en ello. Si bien, al menos hasta el día de hoy, me siento contento con la profesión elegida, también me apasionan muchas otras cosas, y quizás encontré más inspiración en ellas. Sí hay algunas reflexiones sobre la abogacía y los abogados, pero ni si quiera sé si yo personalmente estoy de acuerdo con algunas de esas reflexiones que hacen los personajes. Creo que ese ha sido el mayor desafío, meterse en un personaje, crearlo, porque quien narra la historia es un personaje con el que no comparto muchas creencias, visiones, estilos.
-¿Qué te inspiró?
-Mi paso por la Universidad me marcó mucho, no obstante no es un libro situado en un contexto determinado, es decir no es un libro situado en la Universidad por la que me tocó pasar. Hay una recopilación de otras experiencias, que uno conoce, escucha, se entera, a partir de la charla con estudiantes de otras provincias, e incluso de otros países. Por último, creo que subyace durante la novela la “problemática” de cómo estructuramos al tiempo, las categorías vida-muerte, memoria-olvido, pero no como términos dicotómicos, sino más bien en constante diálogo.
-¿Desde cuándo escribís?
-Desde que era chico me gusta escribir, por supuesto que lo hacía sin seguir ninguna forma y sin demasiadas reglas. Luego, con mi paso por el secundario y la Universidad, adquirí mayor práctica en algunas cuestiones, pero con estilo académico (o un intento de ello), que es muy diferente a escribir una novela. He escrito distintas reflexiones, relatos de viajes, pero nunca había publicado nada. En este caso, comencé a escribir la novela en un proceso de bastante incertidumbre, el primer año luego de egresar de la Universidad es bastante complejo. Sentís que una institución te “expulsa”, te tira al mundo y vos tenes que empezar a abrirte caminos, sin saber muy bien cómo hacerlo, si bien valoro y defiendo mucho a la Universidad Pública, creo que habría cosas a pulir.
-¿Cuáles autores marcaron tu estilo literario?
-He leído muchas obras de García Márquez, pero paradójicamente aún no he leído “Cien años de soledad”, de todas formas, si bien me gusta el realismo mágico, no es el estilo de la novela que escribí. Es algo mucho más simple, con otro estilo narrativo, también me han gustado algunas obras específicas de Sábato. Hace algunos años comencé a leer obras de Osvaldo Soriano, y me atrapó mucho la simpleza para describir ciertas situaciones, logrando que el lector se sienta parte de la novela. Soriano decía sobre sus propias obras que quizás no eran muy buenas pero al menos eran un testimonio de época. Si bien yo creo que sí eran buenas, sin ser un experto en literatura, la idea de “dejar un testimonio de época” me parece atractiva, ayuda a la construcción de la cultura y la historia popular.