Cuando los Gobiernos Militares impulsaron la persecución, el secuestro, la tortura y el asesinato de manera secreta y sistematizada de personas por motivos políticos y religiosos en el marco de lo que se conoce como el Terrorismo de Estado en Argentina, Horacio Flores atravesó uno de los momentos más duros de su vida. No sólo secuestraron su hijo menor, llamado igual que él, sino que fue el gancho que utilizaron los secuestradores para llegar al joven. El 20 de agosto cumplió 99 años y lo único que los casi cien años de vida lograron afectarle es la audición. Manda mensajes por celular, hace trámites y toma colectivos para visitar a sus seres queridos. Una historia de lucha y superación como pocas.
Nacido en La Rioja, más precisamente en Chepes, el abuelo llegó a los 21 años a San Juan para quedarse definitivamente después de hacer el Servicio Militar en su tierra natal. Trabajó como bombero durante siete años y después comenzó a trabajar en el Frigorífico San Juan. Mientras trabajaba como auxiliar administrativo en el frigorífico, de noche terminaba sus estudios para recibirse de contador provincial, objetivo que cumplió y le permitió ser contador y gerente de la empresa en la que trabajaba.
En el frigorífico le dieron una casa y ese lugar fue escenario de un momento terrible. Cerca de las once de la noche, cuando don Horacio ya descansaba, fue sacado abruptamente de su domicilio en la calle 9 de Julio por personas que portaban armas, que lo obligaron a revelar el domicilio de su hijo. Atado de pies y manos y con los ojos vendados Horacio acompañó, sin que le quedara otra alternativa, a los secuestradores hasta el domicilio de su hijo.
En tres autos grandes, armados totalmente llevaron a Horacio hasta la esquina de Lavalle y Brasil, dónde vivía su hijo recientemente casado con Betty Manzanares. Ese mismo día habían llegado de luna de miel y fue el último día juntos de los recién casados.
"Se llevaron al negro y a don Horacio lo tiraron el Pocito en pijama y descalzo”, comentó la ex mujer del desaparecido.
Desde el año ’76 no se supo nada más del "negro”, como lo llaman los amigos y familiares. Un joven recién recibido de psicólogo en la Universidad de San Luis y recientemente casado tras 10 años de noviazgo con Betty.
Muchos años de dolor compartieron Horacio y Betty. Años enteros de búsqueda desesperada y esperanza de encontrar a su ser querido. Cuarenta años después de aquel momento amargo, siguen teniendo una relación de amor y compañerismo.
"Cada tanto Horacio aparece en mi casa. Se toma dos colectivos porque no nos quiere molestar. Para nosotros es un honor tenerlo en la familia. Apenas conocí a mi actual marido, Domingo Gallardo, se lo presenté a Horacio. Hoy en día es para mis hijos, Juan Pablo y Agostina, su abuelo del corazón y para él, mis hijos, son dos integrantes más de la familia”, comentó entre lágrimas Betty.
"Mi compañía de todos los días es el mate, tomo dos o tres veces al día. Cada tanto voy a visitar a la familia de Betty, hago los trámites del PAMI, voy al médico y pago las boletas”, comenta el abuelo que se maneja perfectamente sin la compañía de nadie.
Pero eso no es todo, don Horacio manda mensajes de texto sin ninguna dificultad. "Culpa de los 99 no escucho bien, así que los que se quieren comunicar conmigo ya saben que me tienen que mandar mensajes”, comenta con una risa pícara.
El abuelo pretende vivir muchos años más y festejar los 100 años con una gran fiesta.