A la medianoche termina su agotadora jornada de trabajo con una sonrisa, se lo puede ver por la avenida Libertador en su bicicleta yendo despacio hasta su casa. Está en paz y la irradia. El protagonista de esta historia se llama Roberto Melquis y es el sanguchero más famoso de San Juan. Desde hace 60 años todos los días se levanta temprano para armar los sánguches y a las 10 sale a vender, en la tarde la misma rutina.
Su camino con los sánguches comenzó cuando tenía un kiosco en la escuela Don Bosco, después siguió vendiendo en la escuela de Enología y en la de Comercio. Un día decidió dejar el kiosco y se dedicó de lleno a los sánguches y a trabajar de mozo. En su familia no hay antecedentes de sangucheros pero el padre de Roberto tenía un autoservicio –que aún lo tiene un hermano- y de allí viene el ADN mercantil, que lo tiene marcado a fuego.
La rutina del sanguchero es interminable. Roberto compra bien temprano en la mañana toda la materia prima y en la tarde, se dedica a armar los sánguches. Sus especialidades: de milanesa, de miga, de pan casero y jamón crudo y con tomate y lechuga.
Debido a la calidad de sus sánguches ahora es proveedor de kioscos del centro. Sigue yendo sólo a tres escuelas: a la de Comercio, a la de Enología y a la Normal Sarmiento.
Desde las compras hasta la distribución, todo lo hace en bicicleta. La casa de Roberto está ubicada en Rivadavia, desde allí se viene al centro de lunes a viernes.
Usa un rodado bajito, cargado a más no poder. Es la misma bici con la que comenzó a recorrer las calles sanjuaninas a fines de los ’50. A pesar de que parece una especie de Papa Noel sanguchero, mantiene el equilibrio a la perfección. "No creo que los ciclistas profesionales anden en bici tanto como yo, entre 30 y 40 kilómetros diarios con 79 años”, dijo.
Aunque lleva 60 años vendiendo, no ha bajado el ritmo. Aseguró que incluso trabaja más que cuando era joven. Los fines de semana no tiene descanso, frecuentemente es convocado para trabajar de mozo en eventos sociales como bodas, cumpleaños de 15 y bautismos.
¿Cómo se hace para mantener una sonrisa siempre? "La clave es andar con gusto, yo hago con gusto todo. Trabajo de mozo, me fascina la gastronomía. No voy a andar con cara de perro porque sino la gente no te da bolilla. Los problemas los dejo en el camino”, explicó el sabio sanguchero.
Roberto hizo un balance y aseguró que lo más agotador no es el trabajo, ni andar en bici, ni trabajar los fines de semana. "Lo más cansador es que te aumenten los precios todas las semanas, los argentinos estamos acostumbrados a las crisis, pero es agotador”, indicó.
-¿Le gustan los sánguches? Ante la pregunta de esta cronista, el sanguchero se rió y entre risas reconoció que cuando llega muy tarde a su casa y no queda otra, apela a los salvadores de jamón y queso.
A pesar de que hace 60 años que vende sánguches no piensa en retirarse. Alegó que hasta que le den las piernas, va a seguir vendiendo. Justamente uno de sus secretos para mantenerse tan bien es andar tanto en bici, como también no tomar alcohol y no fumar.
A lo largo de tantos años, tiene miles de anécdotas para contar. "Un vecino de Tiempo de San Juan, de apellido Pringles, me ve de vez en cuando y nos juntamos a conversar y me confesó que cuando era alumno del Don Bosco me robaba los sánguches con los compañeros. Hoy es un señor y los mismos sánguches que le vendía a él cuando era niño, ahora se los vendo a sus nietos”, relató.
Roberto está casado desde hace más de 50 años, tiene 4 hijos, todos profesionales. Ninguno continuó su legado, todos tomaron rumbos muy distintos en materia laboral. La familia es muy unida y se reúne periódicamente. Su esposa lo ayuda de vez en cuando, pero intenta hacerse cargo del trabajo solito.
Por su trabajo conoció a varios políticos. Cada vez que se encontraba al ex gobernador José Luis Gioja, el ex mandatario le decía que lo iban a nombrar el hombre más trabajador de San Juan. Ahora ese es sueño: recibir un reconocimiento por tantos años de trabajo, de trabajo honesto y extenuante. Ojalá lo logre.