Dicen que todos los días deben ser para las madres y esa es una gran verdad que no podemos negar. Sin embargo, tiene un día especial en el calendario en el que con amor les rendimos homenaje. Es por eso que hoy homenajeamos a una mamá que supo vencer a la muerte en el momento en que los médicos le dijeron que no iba a poder recuperarse, sólo para ayudar a su hija. Esta mamá coraje se llama Vanesa Oro y el motor que la impulsó a convertirse en un milagro fueron sus hijos, especialmente Aldana: la más chica de la familia, pero gigante en cuanto a las ganas por superar sus problemas de crecimiento y luchar por encontrar un riñón que le permita seguir viviendo. Estuvo tres meses en terapia, perdió un brazo y le dijeron que no volvería a caminar, pero por un milagro de Dios, según ella aseguró, logró salir adelante, salvar su vida y la de su hija.
Fue mamá muy joven y desde ese momento se convirtió en una luchadora. El primer fruto de su amor con su marido Diego Pelaitai fue Cristian, luego nació Tamara y cuando apenas tenía 23 años nació la última hija de la pareja: Aldana. Aldi, como la llaman en la casa, nació prematura, con problemas de crecimiento y con la necesidad de un trasplante de riñón.
"Todo mi tiempo estaba dedicado a Aldana, la llevaba y traía en bici a la escuela, la acompañaba en clases porque no podía pagarle una maestra DAI (Docente Auxiliar integrador), además, todos los días tenía que llevarla a controles y a diálisis”, comenzó relatando Vanesa.
Fue tanto el estrés, los nervios y la angustia por ver a su hija pasar su niñez de médico en médico, que esta mamá coraje cayó en garras de un virus llamado Facitis Necrosante: una enfermedad similar a la gangrena.
"Empecé con síntomas de anginas y terminé en coma. Estuve tres días sin conocimiento y tres meses internada en terapia intensiva. En las primeras semanas de internación el médico me dijo que me iban a amputar el brazo izquierdo, y así fue. En ese momento no me importaba nada más que salir adelante por mi hija. Durante los tres meses de internación no pude ver a mis hijos y mi marido se quedó sin trabajo porque tuvo que hacerse cargo de los niños, especialmente de los cuidados de Aldana y los míos. El cuidaba de Aldi en la mañana y por las tardes estaba conmigo. Fueron meses muy dolorosos, pero siempre supe que iba a salir adelante”, comentó la mamá de acero.
Era tan grave la situación de Vanesa, que los médicos no le daban esperanzas de vida. Es por eso que su marido decidió proponerle casamiento. "Siempre quise casarme con mi marido, estamos juntos desde el secundario y es el amor de mi vida, pero nunca nos daba el presupuesto ni el tiempo. Cuando me propuso matrimonio en terapia intensiva me imaginé que no me quedaban muchos días de vida. Fue un día muy emocionante, los médicos y enfermeros se portaron muy bien, es más fueron testigos de nuestro casamiento”, comentó nostálgica Vanesa.
Cuando el período de internación de Vanesa iba llegando a su final, Vanesa seguía sin sentir sus piernas y el brazo derecho. Fue así que se fue a su casa en silla de rueda, pero convencida de que iba a volver a ver al médico caminando.
"Cuando el médico me dijo que era imposible volver a caminar yo le respondí que la próxima vez que me viera iba a ser caminando. Hice dos o tres semanas de rehabilitación y decidí no ir más porque no veía mejorías y era muy complicado para mí ir todos los días. Así que con la ayuda de mi marido comencé a hacer rehabilitación en casa y a las dos semanas ya daba algunos pasos, hasta que un día fui caminando a ver al médico. Cuando me vio no lo podía creer, se largó a llorar y me dijo que lo que había pasado conmigo era un milagro”, relató.
Pero cuando todo parecía comenzar a volver a la normalidad, la pequeña Aldana tuvo una gran recaída en su enfermedad y necesitaba con urgencia conseguir un donante de riñón para poder seguir viviendo. "Fueron momentos muy duros, Aldi se dializaba 12 horas por día, directamente no tenía vida. El 29 de febrero del año pasado ella iba a entrar en la lista de emergencia nacional, pero nuevamente, por gracia de Dios, antes de que ella ingrese en emergencia nacional consiguió un donante cadavérico. A partir de ese momento Aldi volvió a vivir”, comentó Vanesa al borde de las lágrimas.
A un año del trasplante y a seis del peor momento de su vida, Vanesa y Aldana continúan con los viajes a Buenos Aires por controles, pero se prepara para festejar, después de muchos años, un Día de la Madre en familia y sin que los problemas de salud opaquen este día tan especial para la mamá coraje.