lunes 25 de marzo 2024

Alcanzaste el límite de 40 notas leídas

Para continuar, suscribite a Tiempo de San Juan. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.

SUSCRIBITE
Historias del Crimen

Un cafishio muerto en Villa Hipódromo, los 4 tiros de la exmujer y el cuchillazo que no se supo quien le propinó

Es el caso de un cafishio que fue asesinado el 1 de enero de 1979. La expareja confesó ser la autora de los cuatros disparos mortales, nunca se supo quién le dio el cuchillazo en el abdomen al proxeneta.

Por Walter Vilca

Oficialmente fue un asesinato con una única autora, la expareja. Pero persiste la duda si realmente fue ella la que acribilló de cuatro balazos al cafishio, tal como lo confesó. O como se sospechó a partir de otras hipótesis jamás probadas, si hubo otros implicados en el homicidio. Faltaron aclarar muchos puntos y, a cuarenta y cuatro años del homicidio del proxeneta de Villa Hipódromo, hasta hoy continúa la intriga de quién le clavó el cuchillazo esa madrugada de furia y muerte.

“Triste final, como era de prever, tuvo un conocido individuo que muchos años vivió al margen de la ley”. Así empezaba la crónica periodística de Diario de Cuyo que relataba el asesinato de Juan Carlos “El Loco” Rodríguez, un cafishio o mejor dicho proxeneta que hacía plata prostituyendo a mujeres. Una de sus víctimas era Delia Zapata, su expareja y también su asesina.

Al menos eso fue lo que dijo ella cuando la Policía la detuvo la mañana del 1 de enero de 1979 en su casa en calle Paula Albarracín de Sarmiento, Villa Hipódromo, Rawson. En principio, el caso parecía sencillo de explicar: una mujer que trató de defenderse y asesinó a tiros a su maltratador. Por supuesto, llamó la atención los cuatro disparos.

muerto.jpg

Además, ella misma lo confesó. Tenía motivos. Había sido la pareja de “El Loco” Rodríguez, conocido por su fama de delincuente y cafishio. Y no la pasó nada bien con él. Este hombre la convirtió en trabajadora sexual y en las noches la obligaba a trabajar en la whiskería que tenía un vecino de la villa de apellido Azcurra. Pero no era sólo eso. También la golpeaba y lo que Delia no le perdonaba a Rodríguez fue que le quitaran la tenencia de su pequeño hijo por culpa de él.

En los días previos o semanas antes del crimen la pareja se separó, pero “El Loco” Rodríguez seguía hostigando a Delia para que volvieran. La noche de Año Nuevo ella la pasó en la casa de unos amigos y después compartió con la familia Azcurra -sus vecinos-, hasta que a las 4 de la mañana del 1 de enero de 1979 se fue a dormir al rancho que tenía en la villa.

Una noche de terror

Delia temía que esa madrugada apareciera “El Loco” Rodríguez. Por eso trabó la puerta y puso al lado de su cama una barreta de hierro para defenderse por si éste se presentaba y la agredía, según relató. Y ese mal presentimiento se cumplió al rato.

Mientras dormía empezaron a golpear la puerta de forma insistente. El que llamaba a la puerta era Rodríguez, dijo la chica de 26 años, quien salió a atenderlo con el hierro en una mano. En ese momento se armó la discusión. Él se puso violento y sacó un revólver, según relató la chica, entonces ella logró quitarle el arma y le efectuó un disparo. “El Loco” cayó al piso y le gritó: “matame”, según la confesión de la joven. Ahí, Delia le largó otros tres balazos que acabaron con la vida del hombre de 32 años.

esquina.jpg
La zona. Así se ve actualmente la zona donde ocurrió aquel asesinato el 1 de enero de 1979.

La zona. Así se ve actualmente la zona donde ocurrió aquel asesinato el 1 de enero de 1979.

Esa mañana la Policía llevó detenida a Delia. Su propia confesión y el hallazgo del arma homicida en el lugar daban a entender que los hechos ocurrieron como ella los describía. Sin embargo, la sorpresa vino horas más tarde con la autopsia al cadáver. El médico forense constató que el cuerpo presentaba cuatro impactos de bala, pero, además, una importante herida de arma blanca en la zona del abdomen.

La joven no había dicho nada sobre ese cuchillazo. En una segunda declaración, Delia intentó aclarar esa parte del episodio. Dijo que, en realidad, esa madrugada “El Loco” Rodríguez llegó a su casa en compañía de un tal “Totorota” Ríos y que éste presenció la discusión de la pareja. En ese confuso relato señaló que, cuando Rodríguez extrajo el revólver, ese otro hombre intercedió y le clavó un cuchillazo a su amigo por defenderla a ella.

El otro implicado

Esa versión no pudo ser corroborada por los investigadores, pero la duda quedó. Lo increíble fue que, en los días posteriores al asesinato, se presentó ante la Policía el vecino Rufino Paredes y realizó una asombrosa confesión. Este hombre declaró que fue él quien le clavó el cuchillazo a Rodríguez.

Este vecino manifestó en sede judicial que, en la madrugada del 1 de enero de 1979, quiso continuar con la diversión y se fue a la whiskeria de Azcurra. Afirmó que cargaba un cuchillo porque tenía problemas con Rodríguez y estaba amenazado. Al llegar al bar, se encontró justamente con Rodríguez, Azcurra y Delia, que mantenían una acalorada discusión.

Sarmiento.jpg
El lugar. El crimen ocurrió en una vivienda de la calle Paula Albarracín de Sarmiento en Villa Hipódromo, en Rawson.

El lugar. El crimen ocurrió en una vivienda de la calle Paula Albarracín de Sarmiento en Villa Hipódromo, en Rawson.

De acuerdo a la causa, Paredes declaró que “El Loco” lo vio entrar al local nocturno y se le fue encima para agredirlo. Que en ese instante él sacó el cuchillo y le dio un puntazo en el costado del abdomen. Dijo otras cosas más que resultaron sorprendentes, pues aseveró, incluso, que Azcurra –el dueño de la whiskería- aprovechó que Rodríguez estaba indefenso y herido y le largó los cuatros disparos. Agregó que después de que lo mataron, Azcurra y él arrastraron el cadáver de la víctima hasta la casa de Delia Zapata y lo dejaron tendido en el patio para hacer creer que el asesinato ocurrió allí.

Ese relato dio un giro inesperado a la causa. Es que Paredes se autoincriminó en el asesinato, pero por otro lado involucró al dueño del local nocturno y despegó a la principal sospechosa, que también había confesado el crimen. El desconcierto fue grande, dado que la versión de la mujer era muy distinta a la de Paredes.

Así, este vecino se transformó en el segundo detenido y principal imputado en el crimen. El otro que cayó preso fue Azcurra, el propietario de la whiskería, que fue involucrado en el asesinato a partir de la declaración de Paredes.

La confusión

En los días siguientes Paredes se retractó y juró que lo que había dicho era mentira. Admitió que su confesión fue hecha bajo presión y amenaza de la Policía. Igual no le creyeron y continúo preso. De todas maneras, había cosas que no cerraban.

Los investigadores determinaron que el asesinato se produjo en la casa de Delia Zapata y no en la whiskería, como afirmó Paredes. Otro dato fue que el local nocturno estaba cerrado esa noche, esto también desacreditaba la versión del vecino. Por el contrario, los rastros encontrados en la vivienda de la mujer y el impacto de bala en una de las paredes confirmaban que el crimen había sucedido allí.

La versión de Paredes nunca fue comprobada. Igual, su confesión fue utilizada para que quedara preso hasta el juicio.

Estas últimas pruebas colectada y la propia declaración de la joven permitieron despegar a Azcurra del caso, fue así que al tiempo éste recobró la libertad. Los únicos acusados en la causa fueron Rufino Paredes y Delia Zapata. Él como autor de homicidio simple y ella como partícipe principal en el mismo delito.

La sentencia

El juez Luis García Castrillón, del Primer Juzgado de Sentencia en lo Penal, fue el encargado de juzgar a ambos en 1981. Después de un largo análisis de todas las pruebas y los testimonios recogidos durante la instrucción, llegó a la conclusión de que uno de los dos acusados mentía. Para el magistrado, en ningún momento se llegó a acreditar el relato de Paredes. Sus dichos sonaban más a una autoincriminación para salvar a la mujer y perjudicar al dueño de la whiskería.

En cambio, existían evidencias de que el asesinato se produjo en la casa de la joven mujer y gran parte de su confesión se ajustaba a lo que lograron reconstruir los investigadores en torno a la muerte de “El Loco” Rodríguez. O al menos, de eso se convenció el juez pese a que faltó profundizar muchos interrogantes.

El juez desechó la autoincriminación del vecino, en cambio dio por probada la autoría del crimen por parte de Delia Zapata y finalmente la condenó.

A fines de abril de 1981, el juez García Castrillón hizo pública su sentencia. En su fallo, absolvió de culpa y cargo a Rufino Paredes por falta de pruebas y ordenó su inmediata libertad. La suerte de Delia Zapata fue otra, el magistrado sostuvo que no le cabía la inimputabilidad y su acción no podía encuadrarse como acto de defensa propia.

A su entender, ella no se defendió con el hierro y tampoco dio una explicación certera de cómo fue que se apoderó del arma de fuego. La cantidad de disparos y ese cuchillazo en el cuerpo de la víctima no dejaban margen para eximirla de cualquier responsabilidad penal, según se detalló. Eso sí, valoró la falta de antecedentes de la joven mujer y la vida de maltratos y humillaciones que padecía junto a Rodríguez.

Porque en definitiva Delia Zapata sufría violencia de género. Aun así, fue condenada a 8 años de prisión por el delito de homicidio simple. La pregunta de ese entonces y ahora, a más de cuatro décadas del crimen, es si otras personas participaron del asesinato y quién le dio ese cuchillazo a “El Loco” Rodríguez.

chapa.jpg

Tiempo de San Juan

Suplementos

Contenido especial

Seguí leyendo

Dejá tu comentario

Las Más Leídas

La mujer pocitana que mató al esposo por defender a su hijo
Un adolescente de 16 años fue degollado por su exnovia
El médico legista reveló detalles del choque que mató a un hombre en El Encón
El pronóstico del tiempo para este lunes en San Juan.
El excandidato Rubén Uñac, el día de la derrota.

Te Puede Interesar