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análisis

Obras (provinciales) que son amores

Cambió el paradigma: los grandes proyectos son hoy bancados por la provincia. A tiempo, ante el brusco freno anunciado de los fondos nacionales. Por Sebastián Saharrea

Por Redacción Tiempo de San Juan

En el podio de sus mejores decisiones como jefe del ejecutivo provincial, tal vez Sergio Uñac encuentre cada vez más a la de impulsar un plan de grandes obras públicas con fondos propios.

Más aún ahora que el país parece entrar en la contracara de años anteriores. En los que parecía un ejercicio de tiro al pichón el de ir a Buenos Aires a pedir, y sentarse a esperar que llegara casi siempre una respuesta a favor. Esquema lubricado por los siguientes condimentos: una fiebre pedigüeña (manguera, al decir de Néstor y CFK sobre Gioja), y una actitud nacional de impulsar a la obra pública como motor de las economías, en especial de las provincias más retrasadas.

Enfermó en fase terminal aquel espiral de obra pública floreciente con presupuesto nacional gestionado por las provincias, con la interpretación de la nueva biblia: el ajuste y las señales a los prestamistas externos, a los que les fastidia contemplar cómo se “dilapidan” recursos que podrían ser utilizados en cancelar sus vencimientos de deuda. Se lo pronuncia de cara al sol, no habría de que asustarse luego.

Como refuerzo argumental al “necesario ahorro” para cumplir los compromisos financieros, se agrega la valerosidad de estar cancelando una vía de corrupción flagrante en esa obra pública de gatillo nacional. Como si, de resultar probada la montaña de denuncias en esa dirección, no fuera posible realizar obra pública sin revolear bolsos por los conventos. O como si no hubiera bolsos de dólares tal vez más suculentos revoleados en otros conceptos del presupuesto público (el manejo cambiario y de Lebacs, por caso).

Lo que sí es visible es que se canceló el modelo de ejercicio financiero y político por el que llegaron a San Juan la mayoría de las perlitas por las que la provincia hoy saca pecho: el estadio del Bicentenario, el teatro del Bicentenario, el Centro Cívico (donde aún hoy obra la placa de agradecimiento a Lopecito), los diques Caracoles y Punta Negra.

A falta de grandes obras financiadas con presupuesto nacional -que además de alimentar el orgullo generan mano de obra intensa en todos los rubros- se mantienen asignaciones mínimas para viviendas o rutas. Pero tampoco así la cosa se lubrica: en el rubro viviendas se registró el menor aporte nacional en años y lo sostiene la inyección provincial, igual que el rubro de rutas nacionales, que merecen un comentario especial.

Se recuerda que el lanzamiento político de la escudería de Cambiemos en el 2017 fue en la escenografía natural de las obras en la Ruta 40, el tramo que conecta San Juan con Mendoza. El argumento para explicar esa puesta fue que es allí donde mejor se reflejaba la presencia del gobierno nacional en obras públicas de San Juan, lo que generó polémica porque en ese mismo momento los certificados eran levantados con préstamos de la provincia para que no se paralizara la obra. En ese renglón, la provincia acumuló cuantiosas acreencias con la Nación, que alcanzaron los $1.300 millones. Y el gobernador Uñac reiteró esta semana que sigue ofreciendo financiamiento para que ninguna se detenga.

Hoy parece que la realidad indica otra cosa. Esa ruta 40 que sirvió de escenografía para los candidatos cambiemistas está detenida. Y abundan los rumores en todos lados de que pasará a reportar en el listado de víctimas del ajuste, como publicaron los diarios mendocinos sin que les sonara ninguna alarma. Hay varios tramos en esta ruta: de 5 a 8, donde están los puentes, que retomó la Nación y ahora aparece sin actividad, de 8 a Tres esquinas está adjudicado pero también sin actividad aparente, y de allí a Mendoza silencio total.

Lo mismo con los accesos Este y Oeste de San Juan a su periferia, que lloran de urgencia. Como lo corrobora en triste accidente en la ruta a Caucete que, más allá de las negligencias del caso de los conductores, no disimulan que se trata de una vía saturada por el alto tránsito. En la Nación duerme el proyecto de autopista. Para Albardón lo mismo, lo tuvo que tomar la provincia para darle actividad. ¿También víctimas del ajuste?

Aparecen frenadas incluso obras que ya arrancaron, como el tramo de ruta 150 que empalma con el futuro túnel de Agua Negra. ¿Futuro túnel? Argentinos y chilenos rezan en voz alta para que la “fiebre revisora” porteña –que se suele usar para disfrazar la inoperancia- se apiade de un proyecto de décadas y valor estratégico decisivo, como comentaron esta semana los incrédulos legisladores chilenos que llegaron desesperados a San Juan.

Ante aquellas primeras señales, o simplemente por instinto, Sergio Uñac invirtió a tiempo el paradigma por primera vez en la historia de la provincia. A esa inversión de roles en las condiciones de prestamistas (siempre las provincias fueron deudoras de la Nación en esos rubros y ahora es acreedora), decidió montar su propia estructura de grandes obras. Este año se inscribieron en San Juan el 27% más de empresas constructoras nacionales, atraídas porque el ritmo no se para. También pequeñas obras: en 2018 hay un 400% más de pequeñas empresas inscriptas para actividades como cordón cuneta.

Lo hizo de la forma más oportuna que se podía imaginar, como revelarían luego los tiempos que vinieron, en los que nadie se pone colorado al proclamar la racionalización (o el fin) de la obra pública en señal de ajuste a los mercados, pese a que las nuevas piezas publicitarias nacionales se apoyan en rutas nuevas y no en favores al FMI.

Le permite la innovación maquillar el viejo paradigma político de las gestiones provinciales respecto de la Nación. Recortar el margen del célebre “mangueo” (aunque sin renegar de eso porque hay rubros en los que el aporte nacional es irreemplazable, como viviendas), y disponer de mayor autonomía construyendo esas mega estructuras con recursos propios, como no se había hecho nunca. Y no depender para su avance de la buena o mala cara ajena, del momento de la sintonía política, entre otras yerbas.

Algunas de ellas, las que harán inflar el pecho en los próximo años, ya se pueden ir silueteando con recursos de la provincia: el velódromo de Pocito (obra ícono para la actividad en el país y flexible para otros eventos), el autódromo de Villicum (que permitirá un salto de escala a nivel internacional) o el penal de Matagusanos (que busca resolver el grave problema de hacinamiento de los detenidos en Chimbas. Otra obra clave, el acueducto del Gran Tulum, ya tiene línea financiera con los jeques y sólo requiere el visto bueno nacional, no billetes.

Permitirá eso fluir el curso de grandes obras en el tapiz provincial sin parecerse a un mendigo en las mesas políticas nacionales. Sin que esto intente implicar ninguna ruptura con la Nación ni nada parecido, sino obtener autonomía sin privarse de esos grandes emprendimiento.

Ese vínculo político Uñac-Macri aparece en estos días algo reparado, luego del rincón de castigo al que la Nación pareció recluir al sanjuanino luego del voto del ajuste jubilatorio de diciembre. Esta vez, el sanjuanino acudió al llamado presidencial en medio de la tormenta financiera de la semana pasada, y le respondió con solvencia.

Sin la sobreactuación de apoyar manifiestamente los pasos del equipo económico, lo que hubiera resultado improcedente para una figura en irrupción en el escenario nacional, Uñac ofreció una declaración de calma luego del encuentro entre gobernadores y el presidente.

Lo cual fue valorado en territorio del oficialismo nacional, cada vez más necesitado de retomar los hilos políticos con el prójimo que extravió en la euforia resultadista electoral del año pasado, que lo llevó a considerar enemigo a quien levantara una mano en contra. Habrá que ver qué ocurre luego de otra votación de las tarifas de la semana próxima, donde la pelota está en terreno de los senadores.

Incluso renovó la provincia el martes decisivo las Lebacs que tiene en su poder, señal de confianza y especialmente de no correr la escalera. Para lo que cuentan que hubo algún intercambio de llamadas.

Se irá definiendo con el tiempo cómo aplica la Nación su frenazo en la obra pública, que ya tiene cifra: $30.000 millones podados de este presupuesto. Y qué parte le toca a San Juan en ese paquete. También, cuál será la metodología a emplear: si pasará el látigo por la periferia del país para conservar el conurbano (como viene haciendo), si aplicará el gradualismo o el célebre déficit 0 en seco, de un día otro. Como hizo un recordado ex ministro a quien se vio esta semana ingresar al Banco Central (calvo y de ojos saltones, para más datos).

Mal momento, por ahora como hace 20 años, para ir a pedir por grandes obras a Buenos Aires.

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