Permítame compartir dos frases que no son mías, pero de tanto repetirlas se me hicieron carne, y si recordara a los autores, los citaría. Pero bueno, que me citen ellos al juzgado de última.
Una: La comunicación es simplificación.
Y la otra, que siempre me gustó por que hace fácil todo, es una definición: la imagen es un conjunto de sensaciones sentidas de una sola vez.
Quienes comunicamos siempre defendemos nuestros diagnósticos o miradas en el entrenamiento, experiencia y sobre todo en el estudio.
Exactamente igual que su médico, o ingeniero, pero con una diferencia: a nosotros se nos discute todo.
La comunicación es una ciencia, que aunque usted no lo crea, y muchos ingenieros (responsables de la actividad minera) tampoco,... se estudia.
Ver 24 hs de televisión por día no es la forma de hacernos científicos.
Pero solo con eso basta como antecedente a la mayoría de los mortales para ser público, destinatario, televidente y por ende jueces.
"Lo ví en la tele" y con ello vamos armando sensaciones alrededor de la marca, actividad, noticia, servicio, producto o candidato y nos hace definirnos en cualquier tema. (Desde Candela a la minería).
Simple, LA IMAGEN pasa a ser una historia en nuestras cabezas hechas de distintas experiencias.
La minería en San Juan, tuvo que atravesar y deberá seguir atravesando varias veces, por exámenes confusos de esas sensaciones ante la opinión pública.
Basta con que se descuelguen tres productores de Buenos Aires con más o menos una novela armada en la General Paz para que muchos sanjuaninos debamos enfrentar aquí y afuera juicios mediáticos y de valor sobre la actividad, la provincia, sus gobernantes y opositores, y también sobre las plumas de nuestras cabezas que, aunque con franqueza y racionalidad demostremos no tener, ellos la siguen viendo clarita con el rabo de sus ojos.
Este conjunto de sensaciones, instaladas por múltiples actores, muchas veces tuvo a las propias empresas mineras en silencio, solo en el incomodo off corporativo agravando todas las situaciones.
Se de empresas que tenían su departamento de comunicación dependiendo del departamento de legales. Por ende, un aviso para acercarse a los vecinos del emprendimiento, en vez de ser una carta, parecía una carta-documento, y un aviso para publicar en diario llegaba mareado, confuso, en una ensalada de letras después de dar siete vueltas al mundo. Sí, estrictos, precisos y ciertos, pero también lentos, complejos, y cuasi mudos. Tal era el estilo.
Esa lógica de comunicación corporativa, de responsabilidad en los tonos, de exagerada prudencia gringa, es la lógica de bolsa comercial para inversores, que nada tiene que ver con acortar distancia, simplificar, acercarse sin ruidos aquí, frente a lectores, televidentes y vecinos con distintas sensaciones.
Pero, por suerte, algo está cambiando.
Ahí va un acierto: Sus estructuras de comunicación fueron gradualmente incorporando a profesionales sanjuaninos, Miguel Martin, Alejandro Flores, Marcelo Agülles, Marcela Sosa, Julio Turcuman, Pablo Hrnríquez, periodistas todos con rica experiencia en medios, conocedores de las Redacciones, de nuestra lógica mediática, de los tiempos y mejores formas locales, para intentar una mejor comunicación, facilitando con ello el entendimiento de sus procesos y marcas.
Estos profesionales de los medios, antes de llegar a sus actuales cargos ejecutivos, tuvieron preguntas propias, de usted, de la calle, preguntas de los móviles. Ellos dudaron, evaluaron, no creyeron, y creyeron. Vieron, debatieron y le llevaron a usted una visión más clara sobre la minería.
Ahora que están adentro de las empresas, ellos le cuentan a los ingenieros lo que usted piensa, lo que quiere, cree, duda, y que le gustaría saber y ver de la minería, trabajan para las empresas, obvio, pero en un punto siguen trabajando para usted.
Es que los ingenieros, que sí entienden de procesos de números y estadísticas, muchas veces no entienden que sin comunicación la explotación puede entrar en crisis, y es en este sentido que todavía el mercado es inmaduro.
Dicho de otra forma, a pesar de reconocerse con pocas habilidades de comunicación, todavía opinan y definen la comunicación muchos ingenieros.
Me dice un responsable de estas áreas: "Todavía sufrimos como carga los manuales corporativos de comunicación, están hechos para otras realidades ". Otro me alienta: "Me contrataron como periodista y me pidieron que nunca deje de serlo". Un tercero cuenta su experiencia: "Avance todo lo que pude en la comunicación interna, pero frisaron todas las acciones hacia afuera".
Estos periodistas, con sus conocimientos y sus capacidades, al menos lograron personificar y, hasta le diría, humanizar a las empresas.
Cito un caso: Hace poco, en un desgraciado accidente en la mina Gualcamayo, muere un operario de la reconocida empresa local BTZ. La empresa Yamana Gold, que posee a un periodista sanjuanino como responsable de su comunicación corporativa, muy rápido y sin esperar reacción del contratista, salió a los medios con un comunicado bien preciso y contó todo.
Dio respuestas al qué, quién, cómo, dónde, cuándo y porqué de ese fatídico accidente. Así, los medios se quedaron sin espacio para la especulación y los detractores sin espacio para la destrucción.
Dieron la cara, tuvieron la iniciativa, comunicaron, hablaron. Eso indica el manual básico de crisis: dígalo usted,...dígalo antes. Sin embargo, podría casi afirmar que este caso fue la excepción.




