Si le preguntaban a cualquier vecino del barrio, la respuesta hubiese sido que aquella discusión entre “El Si le Si le preguntaban a cualquier vecino del barrio, la respuesta hubiese sido que aquella discusión entre "El Gato” Illanes y “El Negro” Tobal de seguro iba a terminar mal. Todos conocían quiénes eran y que no se jugaba con ellos, entonces no fue casualidad que la pelea entre estos dos viejos conocidos del barrio Laprida acabara a los tiros y con uno de ellos muerto.
Son muchas las conjeturas acerca de los motivos que originaron el trágico episodio de la noche del domingo 13 de septiembre de 1998 en ese popular barrio de Chimbas. Algo había entre Alfredo Antonio Illanes y Héctor Oscar Tobal, pero nunca se supo cuál era el problema existente entre ambos y cada uno a su modo se llevó ese secreto a la tumba la verdad.
Algún saldo pendiente del ambiente, quizás. Por qué no, la rivalidad propia de vecinos y sobre todo de dos tipos jodidos que se hacían respetar por las buenas o las malas. Porque cada uno tenía un pasado delictivo. O acaso fue sólo la bronca del momento producto del alocado arrebato de “El Gato”, que buscó hacerse el guapo estando borracho.
Nadie lo sabe. Ni sé explican por qué razón aquella noche Illanes decidió caminar una cuadra desde su casa y golpear la puerta del domicilio de Tobal, en la calle Río Gallegos del barrio Laprida. “El Gato” estaba borracho, alterado y con ganas de agarrársela con alguien.
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El lugar. Loa imagen muestra a los policías de la Comisaría 17ma trabajando en el lugar donde se produjo el crimen. Foto de Diario de Cuyo.
Horas antes, esto es durante la tarde, “El Gato” Illanes había estado tomado y viendo un partido fútbol por televisión con unos conocidos en su vivienda. Según la causa judicial, en ese encuentro o muy cerca de su casa se suscitó una pelea entre dos jóvenes de apellidos Solar y Yacante, que discutieron por una chica.
Los testigos señalaron que Illanes intervino en favor de Yacante y amenazó con golpear a Solar, al que trató de “botón” y “vigilante”. Este joven no se animó a hacer frente a “El Gato” a los puños, pero antes de marcharse largo algunos insultos y provocaciones que enfurecieron más al hombre de 46 años.
Un hombre furioso
“El Gato” Illanes se sintió herido en su orgullo por la afrenta del insolente muchacho. Él, al que muchos respetaban y temían porque lo consideraban un tipo “pesado” en la calle, no contuvo el enojo y entró a su casa a sacar su pistola Bersa con la idea de ir a buscar a Solar. Y lo hizo. Dio una vuelta por el barrio y no lo encontró, y cuando volvía a su casa cambió de rumbo y se dirigió al domicilio de “El Negro” Tobal. Todavía no se le pasaba la borrachera.
Ya eran las 21.15 del domingo 13 de septiembre de 1998. Illanes golpeó la puerta de la casa de los Tobal. “El Negro”, que miraba televisión sentado en la punta de la mesa mientras su hija y dos amigas charlaban en otro sector del comedor, escuchó que llamaban desde la calle. Se puso de pie y salió a atender. Las chicas no vieron quién era el visitante ni escucharon qué hablaban, sólo saben que Tobal se quedó afuera y cerró la puerta.
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La víctima. Este era Alfredo Antonio Illanes, apodado "El Gato", quien recibió el mortal disparo. La foto fue publicada por Diario de Cuyo.
Esa fue la antesala de la furiosa discusión que se desató entre los dos hombres. El tono anunciaba que aquella iba a terminar de la peor manera. Supuestamente Illanes reprochó algo a Tobal y lo llamó “vigilante”. Este no se calló y le respondió todo desafiante.
El forcejeo y el disparo
En esos instantes “El Gato” trató de meter miedo sacando la pistola, pero “El Negro” no se atemorizó, se le abalanzó y la situación se tornó por demás violenta. Ninguno aflojó en el forcejeo. Uno trataba de no perder el control del arma y el otro buscaba manoteársela. En ese instante se escuchó el disparo y uno de ellos se desplomó en el piso. El que había recibido el tiro era Illanes.
“¡Qué hiciste papá!”, exclamó la hija de “El Negro”, en el momento en que salió a la puerta junto a sus amigas tras oír la detonación. La reacción de Tobal fue pensar justamente en ella y le ordenó que fuese a la casa de una familia amiga del barrio y se quedara allí.
Algunos vecinos ya habían salido y miraban aterrados al hombre tendido en la vereda, que emanaba sangre del rostro. Dos de esos testigos ocasionales caminaron hasta a la casa de los Illanes y avisaron le habían pegado a “El Gato”.
El hijo de Illanes corrió y encontró a su papá herido de bala. La versión es que ahí se topó con “El Negro”, quien le admitió: “fui yo”. Tobal después se alejó y llegó al kiosco de César Formano. Le contó a éste que había baleado a “El Gato” y le pidió que llamara a la Policía.
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"El Negro". Héctor Tobal en una de las fotos publicadas por Diario de Cuyo tras su detención.
Ese mismo vecino minutos más tarde trasladó a Illanes al hospital en su furgón, en compañía del hijo y de la mujer. Tobal, que sabía que lo meterían preso o que los allegados de “El Gato” tomarían venganza contra él, agarró el arma y se dio a la fuga.
Esa noche, Illanes ingreso a la guardia del Hospital Guillermo Rawson, pero muerto. El disparo mortal había ingreso a la altura del arco superciliar izquierdo, o sea a la altura de una de sus cejas.
En el barrio Laprida todo era estupor. Los policías de la Comisaría 17ma y de la Brigada de Investigaciones buscaban por esas horas al único sospechoso del crimen. Héctor “El Negro” Tobal permaneció prófugo por varios días y fue detenido el 30 de septiembre de 1998. Encontraron en su poder a la pistola Bersa con la que dispararon y dieron muerte a Illanes.
Todos los testimonios coincidieron en relatar que fue Illanes el que buscó a Tobal en su casa y supuestamente lo provocó. Lo que nadie contó, porque no vio la escena o prefirió llamarse a silencio, es cómo fue la escena en la que la víctima recibió el balazo mortal en el rostro. La única versión era la de “El Negro”, que afirmó que Illanes fue a agredirlo con la pistola, que él se defendió y que el arma se disparó cuando intentó quitársela.
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El barrio. Así se ve hoy el popular barrio Laprida en Chimbas.
Héctor Oscar Tobal fue procesado por homicidio simple y permaneció detenido casi un año y medio hasta llegado el juicio, en abril del 2000. El fiscal Ricardo Otiñano no pudo sostener la acusación inicial y durante el debate oral y público solicitó que se ajustara la calificación por la de homicidio con exceso en la legítima defensa. En base a ese encuadre legal, pidió la pena de 3 años de prisión.
El abogado Alberto García Carmona, el defensor, también argumentó que Tobal actuó en legítima defensa y que ni siquiera alcanzó a apoderarse del arma. Además, remarcó los antecedentes de la víctima, quien había sido condenado años antes por agredir a tiros a una pareja.
Por otro lado, citó las declaraciones de los vecinos que declararon y describieron a Illanes como una persona “peligrosa”, alguien de armas llevar y a quien en la jerga callejera calificaban de “pesado”. “El Negro” Tobal tampoco no era ningún inocentón. Había estado en la cárcel por venta de estupefacientes.
La defensa buscaba que absolvieran a Tobal, pero los jueces Héctor Fili, José Domínguez y Ricardo Conte Grand de la Sala III de la Cámara en lo Penal y Correccional lo condenaron a 2 años de prisión de cumplimiento efectivo por homicidio con exceso en la legítima defensa. Pese a que era una pena menor, lo enviaron al penal de Chimbas por su reincidencia.
Así, “El Negro” Tobal estuvo unos meses más preso y recuperó la libertad en el mismo año 2000. Los policías más antiguos relataron que a los años volvió a tener otros problemas con la Justicia, pero murió de enfermo. De acuerdo a las averiguaciones, falleció a los 69 años en mayo de 2022.
FUENTE: Fuentes: sentencia de la Sala III de la Cámara en lo Penal y Correccional del Poder Judicial de San Juan, artículos periodísticos de Tribuna y Diario de Cuyo, y hemeroteca de la Biblioteca Franklin.