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Alejandra Lloveras, la sorpresa de la Fiesta

De bailarina a actriz protagónica, en 5 días

Se involucró en la Fiesta del Sol hace 6 años como coreógrafa de las candidatas a Reina. Ahora era la Directora Coreográfica hasta 5 días antes del espectáculo final, cuando además saltó al escenario para ser la Cepa Madre, una de los dos protagonistas que conquistó al público.

Por Redacción Tiempo de San Juan
La voz en off con un exagerado acento sanjuanino, y la vestimenta que la identificaba como la Cepa Madre, no daban pistas que invitaran a pensar que detrás del personaje estaba una de las bailarinas y coreógrafas más reconocida de la provincia, Alejandra Lloveras. Pero lo que nunca imaginó esa multitud que la aplaudió de pie junto al resto de los actores en el espectáculo final en el autódromo El Zonda es que la bailarina estaba debutando como actriz a los 48 años.
Lloveras interpretó espectacularmente el personaje de la Cepa Madre, que en todo momento fue cómplice del público, despertando sonrisas, emocionando, seduciendo, defendiendo el cepaje y los vinos sanjuaninos ante el otro protagonista, Ariel Sampaolesi, -quien interpretó a Dionisio-Baco-, un rol central de la bella sanjuanina teniendo en cuenta que el eje temático de la fiesta de este año era el Vino Argentino, Bebida Nacional, y el suyo era el rol con el que más se debía identificar el público.
Sin embargo, Lloveras llegó a ese lugar de privilegio 5 días antes de la noche final. “Este año pasó lo mismo que el año pasado: una semana antes, Irene Ferreyra –la Directora General- no estaba convencida de lo que se veía. El año pasado Ariel Sampaolesi –Director Teatral- terminó siendo Sarmiento –el actor principal- cuando había otra persona en ese rol”, comienza explicando Lloveras.
La diferencia es que Sampaolesi es actor y tiene experiencia sobre las tablas. A Lloveras la formación de ballet y estar tantos años arriba de un escenario le dio una formación artística. Pero hasta ahora nunca había actuado profesionalmente, salvo el papel que hizo hace unos meses en el rol de Pinocho en la fiesta escolar de la menor de sus cuatro hijas mujeres, recuerda con humor.
Este año también fue decisión de Sampaolesi y de Ferreyra cambiar a un protagonista.
“No convencía lo que se veía en el escenario y yo, por un tema personal, no pude tomar ese papel con anterioridad. Cinco días antes, Irene me lo dijo, me lo ordenó, no me preguntó: Haces el papel. Lo haces y punto”, recuerda Lloveras.
Su vínculo con la Fiesta Nacional del Sol arrancó hace seis años, manejando a las candidatas a Reina como preparadora y coreógrafa. Eso fue durante el 2008, 2009 y 2010. Este último año la convocaron como Directora Coreográfica. Y quedó formado el mismo equipo que dirigió el espectáculo final hasta ahora: Irene Ferreyra a la cabeza como Directora General, Ariel Sampaolesi como Director Teatral, Lloveras como Directora Coreográfica y Silvana Moreno como Directora Co-coreográfica. Ese equipo trabajó en el 2010, 2011 y en esta última edición.
“Los que ponemos la coreografía y los que ponen la obra conocen los roles de los personajes como nadie. Venimos trabajando la obra seis, siete u ocho meses antes. Desde que se esboza el libreto”, comentó Lloveras, días después de terminada la fiesta, en su oficina del Estudio Uno.
Ese momento para Lloveras no fue fácil. Es que ella sabía cómo dirigir el grupo. Y, de hecho, los bailarines y actores ya le conocen la bravura de su carácter y de los cientos de gritos que es capaz de dar durante un ensayo. Algo que ella se toma alegremente, lo asimila y le saca el lado positivo: “Hasta ese momento siempre gritaba, ahora sentía la felicidad de los chicos de que no grite más y tuve que ponerme en su lugar. Para varios fue maravilloso. Pero también fue bueno porque se demostró que hay que salir a la cancha a poner todo lo que uno sabe y lo que uno es. Ellos también vieron que estamos en cualquier lugar y en cualquier momento”.
La formadora de bailarinas clásicas y contemporáneas reconoce que debió sortear dificultades y que contó con un apoyo incondicional: “Tuve que pasar a ponerme en el otro lugar, en la parte de arriba del escenario, no de abajo. Tenía que ponerme en el papel del personaje, aprenderme el texto y empezar a jugar con Ariel. En los años que llevamos juntos me hicieron aprender mucho de él, un monstruo de la escena que saca lo mejor y lo peor de cada uno. Con él no podes no aprender. Teniendo una directora como Irene y un maestro como Ariel, y al tener la misma estética del espectáculo, no me costó asumir el personaje”, reflexiona Lloveras.
Alrededor de la bailarina los comentarios eran que ese personaje pareció ser inventado para ella, porque muchos veían que tenía mucho de ella misma en su interpretación. Y desde el escenario, en contacto directo con la multitud, Lloveras sacó su propia conclusión de la sensación que la gente se llevó del gran show: “La gente disfrutó de este espectáculo porque fue bien popular. El tema del vino fue inteligentemente llevado. Tuve miedo de que la gente no entendiera lo que se quería decir, pero el humor llegó al público, la gente lo interpretó todo”.
Más allá de que Lloveras dice que no ve televisión, ya que prefiere leer libros de biografías y, sobre todo Isabel Allende, dice que alcanzó a ver en la tele una parte muy pequeña del show: “Me da miedo verlo porque sé que me voy a encontrar errores, soy muy crítica de lo que hago. Y creo que salió todo bien”.
Con más de 30 años de danza en su espalda, Alejandra Lloveras confiesa su sensación personal del show final de la Fiesta del Sol: “El balance que yo hice de mi vida, con los 48 años que tengo, creo que esta profesión y esta posibilidad de estar en ese lugar fue una de las mejores cosas que me pasó en mi vida a nivel artístico”.
Y se anima a definir cómo vivió muy adentro suyo el rol protagónico de la fiesta: “Uno cree que ya lo sabe todo, hizo todo en el escenario, cree que ya no puede más, que tu cuerpo ya no puede más, y da para muchísimo más. Y esto es maravilloso. Para fue una experiencia impresionante. Uno no busca muchas veces estas cosas y llegan por casualidad o porque tienen que ser así”.
Pero tal vez la mejor definición de lo que le provocó ser la Cepa Madre es, justamente, la esencia que tuvo ese personaje: “Estuve feliz”, cerró.

Frases
“Ahora no me quiero bajar más del escenario. Me encantaría volver a estar en la próxima edición de la fiesta”.

“Esta posibilidad de estar en ese lugar fue una de las mejores cosas que me pasó en mi vida a nivel artístico”.


Del tal pal, tal astilla
Alejandra Lloveras es la madre de Emilia Claudeville, la modelo sanjuanina que triunfa no sólo en las pasarelas de todo el país, sino que ya también cruzó varias fronteras exportando su belleza desde tierras sanjuaninas. Emilia tiene 23 años y es una de las cuatro hijas que Alejandra tuvo con el ginecólogo Ricardo Claudeville. Antes que Emilia está Mercedes, de 27 años, que es bailarina como la madre; le sigue Emilia y luego Macarena, de 18, que estudia Medicina; y Olivia de 6 años.

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