Como si fuese el patio de una casa, sin pretensiones de elegancia y muy poco gourmet, los alrededores del Obelisco se convirtieron en una gran parrilla nacional. Desde las 11 y hasta las 19, se disputó el Campeonato Federal del Asado, en el que participaron 24 equipos, uno por cada provincia argentina, incluida la Ciudad Autónoma. El evento convocó a 250 mil personas que se acercaron para comer y observar a los asadores al mando de sus parrillas humeantes. También, dejó un ganador: Mendoza.
Una multitud en la 9 de Julio, durante el primer Campeonato Federal del Asado. Foto: Pedro Lázaro Fernández
En la 9 de Julio, desde Corrientes hasta Avenida De Mayo, se sucedieron los tablones de madera apoyados sobre barriles de metal, las banquetas de pino con familias y amigos cargados de equipos de mate; los canteros del Metrobus funcionaron como sillas y a los lados hubo decenas de puestos en los que se vendieron sándwiches de vacío, cordero, costeletas de novillo y tira de asado, por 60 a 90 pesos. También, platos típicos de Francia, Italia, Vietnam, República Dominicana y México. Al mediodía, la zona era una bruma caliente y aromática, reverberando bajo un cielo celeste témpera. Una parrilla popular al aire libre.
La traza del Metrobus se convirtió en el escenario de una parrilla nacional en el primer campeonato federal de asado. Foto: Pedro Lázaro Fernández
"Vinimos a aplaudir a nuestra provincia. Cada uno llegó desde distintas ciudades: Paraná, Larroque, La Paz, Gualeguaychú, Victoria y Villaguay", enumeró un grupo de entrerrianos a Clarín. Los primeros se ubicaron detrás del stand en el que compitieron los asadores locales, oriundos de Victoria. A lo largo de la tarde, otros fueron sumándose hasta subir a unas gradas próximas, con vista hacia las parrillas. Esa manada no fue la única que creció, el fenómeno se ampliaba con cuadras y cuadras de gente, palos de selfie, consumo y digestiones rápidas.
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La mayor parte del público se mostró conforme durante todo el día, pero en medio de los festejos un grupo de veganos protestó. Fueron alrededor de 20 activistas, algunos vestidos con delantales blancos manchados de sangre; otros con carteles con las leyendas "Una muerte sin razón es asesinato", "Violencia es comer animales" y fotos de becerros caídos. "Nos convocamos en forma espontánea. El campeonato es una cuestión cultural y una barrera a derribar. Nunca puede ser mejor torturar y matar a un ser vivo, que no hacerlo", dijo Gustavo, uno de los manifestantes. Horas antes, del lado norte del Obelisco, también hubo expresiones en contra. Vecinos de distintas villas de la Ciudad hicieron un "Torneo Metropolitano del guiso", en rechazo a las políticas sociales del Gobierno porteño, que del lado sur comenzaba con el campeonato.
El evento fue organizado por la Subsecretaría de Bienestar Ciudadano y el Programa BA Capital Gastronómica. Demandó una inversión de 10 millones de pesos, entre traslado de concursantes, tendido de gas para los locales, contratación de seguridad y otros gastos. La empresa que ganó la licitación fue Venue, con experiencia en el armado de ediciones del Rally Dakar. El objetivo, dijeron desde el Gobierno, fue imponer la "marca asado", siguiendo el modelo de Perú, reconocido en el mundo por su ceviche.
Protesta contra la matanza de animales durante el Campeonato Federal del Asado, en el Obelisco. Foto: Pedro Lázaro Fernández
Los camiones con la mercadería llegaron a la Plaza de la República y Avenida De Mayo de madrugada. De sus cajas bajaron 108 kilos de carne vacuna. Ese fue el material que, a partir de las 11, los parrilleros pusieron a prueba, bajo el fuego de las brasas, con leña o carbón. Las parejas fueron elegidas por las sedes provinciales del sindicato de gastronómicos, UTHGRA. Competieron en dos categorías. En una debieron demostrar su habilidad para asar tira de asado, vacío y colita de cuadril. En la otra, su capacidad para despechar las achuras, verduras y provoletas mejores.
Los cortes vinieron del mismo frigorífico para evitar diferencias en su calidad. Los asadores llevaron sus cuchillos, platos y bandejas. Un jurado conformado por el periodista gastronómico Pietro Sorba y referentes de las parrillas Don Julio, La Cabrera, La Carnicería, El Mirasol, Las Lilas, Siga la Vaca, Nuestro Secreto y La Cabaña, entre funcionarios y otras autoridades, los evaluó. La presentación, el punto de cocción, el sabor y la composición fueron los puntos a calificar.
"Primero me fijo en el aspecto visual, si la carne tiene buen dorado y no está quemada. Después observo la parrilla, si está o no ordenada, y el lugar de trabajo de los asadores. También chequeo el punto de cocción, la sazón y evalúo si agregaron algún tipo de condimento", dijo Pietro Sorba. Comió porciones muy chicas, del tamaño de un poroto. Así no empalagó su paladar. No dijo quiénes fueron sus preferidos pero hizo un diagnóstico: "Esta competencia es una prueba más de la capacidad y sabiduría del asador argentino. Los participantes no conocían la parrilla ni la carne. Para ellos fue inédito y salieron muy bien. Es meritorio". Pese a los elogios, por lógica, el ganador fue uno. Y en la fiesta del asado, Mendoza salió campeón. Carlos Gallardo y su ayudante Francisco Araya, quienes trabajan juntos desde hace más de 20 años, fueron los ovacionados por el público.