Con la muerte de
Shimon Peres, anoche en Tel Aviv, desaparece acaso el último de los pioneros,
de los padres fundadores del Estado de Israel y un protagonista activo, un
luchador por la paz en Medio Oriente. Fue, también, un protagonista discutido
de esa búsqueda de la paz entre israelíes y árabes; varias de sus decisiones
militares, tomadas cuando fue primer ministro o presidente, y aún cuando era un
joven guerrillero que integraba la Haganá, empañan su vocación de diálogo,
tienden un manto gris sobre su larga vida política, pero al mismo tiempo hacen
brillar más sus esfuerzos denodados por lograr una convivencia armónica, en
todo caso inevitable, entre Israel y el mundo árabe que la rodea.
Halcón y paloma, según las épocas y las circunstancias,
Peres fue un espejo de Medio Oriente, donde siempre se discute la paz pero
jamás se discute la guerra. Guerrillero, guerrero y político, como sus pares y
sus rivales Menahem Beguin, Itzhak Rabin, Anwar El Sadat, Yasser Arafat,
recibió el Nobel de la Paz en 1994 por la firma de los acuerdos de Oslo con la
OLP de Arafat. Cargos y honores no alcanzan a mellar el más alto y meritorio, para
el que no hay ni premios ni reconocimientos: vio nacer a su nación y forjó en
buena parte su destino. Tenía 93 años.
Su nombre verdadero era Szymon Persky. Como un símbolo de lo
que sería su vida, nació el 2de agosto de 1923 en Vishnyeva, que entonces era
Polonia y hoy es Bielorrusia. Era hijo de un pequeño empresario maderero y de
una bibliotecaria y profesora de ruso, ambos sionistas: un hogar de clase media
algo acomodada en la Polonia paupérrima y en disputa con la entonces flamante
URSS. En 1934 el jefe de la familia viajó a la Palestina dominada por los
británicos para preparar la emigración del resto de la familia, que viajó al
año siguiente con el pequeño Szymon de once años, Todos los Persky que quedaron
en Europa fueron barridos por el holocausto. Un hermano paterno alcanzó a
viajar a New York, formó su familia, y tuvo una hija que saltó a la fama como
Lauren Bacall, la enamorada eterna de Humphrey Bogart.
Se casó con Sonya Gelman, con quien tuvo tres hijos, en 1945
y dos años después era ya miembro de la Haganá, un grupo paramilitar de
autodefensa judía que controlaba David Ben Gurión, el primer ministro de Israel
y mentor de Peres. Haganá fue precursora del ejército israelí. Y en la guerra
que precedió, acompañó y siguió a la proclamación del Estado de Israel en 1948,
Peres encabezó la delegación que viajó a Estados Unidos en 1949 para reclutar
voluntarios y comprar armas para el nuevo Estado.
A los 29 años, como director general del Ministerio de
Defensa, desarrolló las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI); fomentó la industria
aeronáutica y estableció un plan secreto de elaboración de armas nucleares.
Negoció con Francia y Gran Bretaña el acuerdo que permitió
el ataque combinado a las tropas de Gammal Abdel Nasser que, en 1956, se habían
apoderado del Canal de Suez: fue la primera gran guerra árabe israelí del siglo
XX, a la que siguió la conquista por parte de las FDI de la península del
Sinaí.
Después se dedicó a la política: en 1959 fue electo diputado
por el partido de izquierda Mapai, que en 1968 se uniría con otros para formar
el Partido Laborista Israelí. Fue después de la segunda gran guerra árabe
israelí, la Guerra de los Seis días que, en ese lapso de junio de 1967, le
permitió a Israel ocupar la Península del Sinaí y todo el este del Canal de
Suez, además de golpear Nasser y a la coalición de países árabes que luchó a su
lado.
En 1969 Peres volvió al gobierno de Israel, convocado ahora
por la primer ministro Golda Meir hasta su renuncia, en abril de 1974, como
coletazo de la Guerra del Yom Kipur, desatada por el Egipto de Sadat el 6 de octubre
de 1973, que permitió a los árabes, en especial a Siria, recuperar en parte las
tierras que estaban en poder de Israel desde la Guerra de los Seis Días.
Derrotado por Itzhak Rabin en las internas del Avoda, nacido
de la coalición entre el laborismo y otros partidos, Peres fue nombrado
ministro de Defensa; dirigió la retirada por etapas de las tropas israelíes del
Sinaí, ordenó bombardear los reductos de la OLP en el Líbano y, el 4 de julio
de 1976, dirigió la dramática operación militar de rescate de los pasajeros
judíos de un avión de Air France, retenidos en el aeropuerto de Entebbe, en la
Uganda del dictador Idi Amín.
Los años 80 vieron a Peres titular del gobierno de Israel.
En enero de 1985 ordenó la retirada del FDI del Líbano, con excepción de una
zona del sur de ese país y, en octubre, ordenó también el bombardeo del cuartel
general de la OLP de Arafat, instalado en Túnez, tras su expulsión del Líbano:
el ataque le valió a Peres el repudio internacional, por desproporcionado y por
violar la soberanía de Túnez.
Instrumentó una política dual con los asentamientos de
colonos en Cisjordania: prohibió que se crearan nuevos, fomentó el diálogo con
la OLP siempre que los palestinos renunciaran a destruir el Estado de Israel,
pero ordenó a sus jefes militares que reprimieran cualquier intento de
resistencia civil palestina en los territorios ocupados.
En 1992, a punto de cumplir setenta años, fue de nuevo
derrotado por Rabin, su rival eterno, en las elecciones por la jefatura del
partido. Peres encaró en secreto y en Oslo una negociación con Mahmoud Abbas,
mano derecha de Arafat que terminó en la histórica Declaración de Principios
sobre los Acuerdos del Autogobierno Interino, un virtual acuerdo de paz entre
Israel y la OLP. Rabin y Arafat, frente a Bill Clinton, firmaron en la Casa
Blanca el documento que terminaba con cinco décadas de enfrentamientos. Arafat
y Rabin firmaron luego en El Cairo el Acuerdo Gaza-Jericó, u OsloI que
implicaba el arranque de la autonomía palestina. Pero el 4 de noviembre de 1995
Rabin fue asesinado por un judío de extrema derecha al final de un acto en
celebración de esos acuerdos de Oslo. Peres fue entonces primer ministro
interino y reafirmó en el mundo árabe el plan autonómico de Palestina, a pesar
de los ataques terroristas contra Israel desatados por Hamas y la Jihad
Islámica.
Sin embargo, en 1996 ordenó una dura ofensiva contra la
guerrilla de Hezbollah en el sur del Líbano, Beirut, y Tiro, los blancos
incluyeron un campamento de refugiados en Qana, custodiado por cascos azules de
la ONU, en el que murieron 106 civiles.
Derrotado en 1996 por Benjamín Netanyahu, renunció a la
jefatura de Avoda y trazó una parábola de su futuro político: "Soy un jubilado
de la política, pero no de la paz”. Tenía entonces 73 años.
No fue así. No se jubiló ni de la paz, ni de la política, En
2001 fue ministro de Exteriores del gobierno de un halcón: el general Ariel
Sharon, con quien mantuvo polémicas abiertas en las que criticó el belicismo
del militar. En junio de 2007 fue electo de nuevo presidente de Israel.
Los últimos años lo vieron, en junio de 2014, junto al
palestino Mahmoud Abbas en El Vaticano y con el papa Francisco en una oración
conjunta por la paz en Medio Oriente. Fue un encuentro histórico, al aire libre
y sin símbolos religiosos, del que hubo poco eco y ninguna mirada en
proyección. Tres meses después de ese encuentro, en septiembre de 2014, Peres,
ya ex presidente de Israel, volvió a reunirse con Francisco. Le propuso una
especie de "Naciones Unidas de las religiones”. Los analistas resumieron en dos
frases cargadas de simbolismo, el resultado de ese encuentro. El Papa "escuchó
con interés”, pero "no asumió ningún empeño personal”.
Resta saber si con Peres no muere también su particular
visión de Medio Oriente, encerrada en una frase que acaso sea olvidada: "Medio
Oriente está enfermo: de violencia, de escasez de alimentos, de agua y de
oportunidades de educación, de discriminación contra las mujeres y de falta de
libertad. El drama acá es la pobreza, no la política”.