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El rey de oro - Por Sebastian Saharrea

Por sus recursos mineros, ser intendente de Iglesia es el mejor cargo público al que alguien pudiera aspirar. Encima, o tal vez por eso, a Mauro Marinero lo quieren como presidente del Bloquismo. Efecto regalías y futuro con alguna incertidumbre.

Por Redacción Tiempo de San Juan
Por Sebastián Saharrea

Hasta no hace mucho, Mauro Marinero manejaba un kiosco en el centro de Rodeo. Ahora, maneja una caja gigantesca para el tamaño del departamento donde guarda lo que le llega por regalías mineras, y eso que todavía no comenzó la explotación de Lama-Pascua, ampliamente más grande que Veladero que es la mina que hoy pone la monedita en la alcancía iglesiana. Y su nombre ha comenzado a circular como posible jefe de un Bloquismo a la deriva. Los buenos tiempos le golpearon la puerta.

Desde aquellas alturas saca cuentas Mauro Marinero. En 2011 recibió $ 30 millones por lo que le toca de las regalías mineras, más del doble de los $ 13 millones que recibió por coparticipación. Pero no los puede gastar en erogaciones corrientes sino en obras de infraestructura, y esas obras todavía no se ven demasiado. Alguna plaza hermoseada, una calle pavimentada, pero el dinero alcanza para bastante más y la actividad –minera, se entiende- está ansiosa por verlo para que después resulte más fácil la defensa en Buenos Aires: es más presentable decir que la minería ha dejado un hospital o una red de cloacas, que una cuenta bancaria abultada.

Con esos números, no son problemas financieros justamente los problemas de la administración iglesiana. Para envidia de cualquier jefe comunal, dispone de una chequera frondosa sin que haya sido necesario el inicio del proyecto más grande del departamento –Lama-Pascua-, aún en construcción.

Para defenderlo, deberá construirse una fortaleza política. Porque no está en los cálculos que la máquina de fabricar billetes que Marinero tiene en Iglesia se derrita por alguna supuesta merma de actividad. Ni el precio del oro –lo que hace rentable a los proyectos- pinta con retroceder en los próximos años, ni la actividad minera aparece rodeada de fantasmas suculentos como para emprender la retirada.

En cambio, la política sí. Esa sí que es capaz de plantear algunos dilemas existenciales al cómodo paso de la administración iglesiana actual, relajada y respaldada por ingresos que son más que el doble de lo que cualquier otro percibe por coparticipación y con lo que debe arreglarse como puede. 

Incluso, alguno de esos planteos  son lo suficientemente justos como para ser considerados. Ya se tiró arriba de la mesa una vez una corrección sobre la ley de regalías, que hoy determina que un tercio va al IPEEM, otro tercio a la provincia –lo destina a rentas generales- y el tercio restante al municipio originario del proyecto. Pero el gobernador Gioja le terminó bajando el pulgar aquella vez, tal vez por falta de ganas de remover el avispero y de generar interferencias en la línea. Pero no es seguro que mantenga siempre el mismo criterio, especialmente si el uso de la caja aparece no del todo claro, si al que llega de afuera le cuesta encontrar en los poblados iglesianos a un destino tocado por la suerte y los recursos, y si la desigualdad entre los municipios se convierte en cada vez más evidente.

Todas esas cosas suceden hoy. Y las voces que más resuenan son las de los propios mineros, como Jaime Bergé –de la Cámara Minera local- que no se cansa de rezongar porque no se ven en la calle los 121 millones que dejó Veladero en Iglesia. O las de los colegas intendentes, que por lo bajo saltaron de lo lindo cuando leyeron el fin de semana en Tiempo de San Juan el resumen de cuenta bancaria de Iglesia y lo compararon con los padecimientos que muchos de ellos deben atravesar.

Lo que piden en silencio, y pronto alguno de ellos se animará a hacerlo en voz alta, es que se distribuya el ingreso minero al resto de los departamentos porque, dicen, todos ponen el pecho por la minería. Y ponen de ejemplo el caso de la soja, un factor que estaba ausente en la discusión aquella vez que naufragó el intento de participar a los 18 departamentos restantes de la renta minera: hoy todos los municipios de San Juan pueden hacer pavimentos con lo que les llega mensualmente por una parte de los derechos de exportación de la soja, un cultivo que en San Juan nadie ve ni en figuritas.

Por eso Marinero deberá defender su envidiable status quo en la trinchera política. Cuenta de aliado nada menos que a Gioja, pero eso es tan cierto como que los otros intendentes que intentan rasguñar el tarro también lo tienen al Gobernador como sostén. Deberá encontrar Marinero, entonces, una banca adicional.

Allí aparece el Bloquismo. A la estrella le queda su pasado de gloria y pocas cosas más, y por eso anda mirando cómo manejar una retirada que a esta altura ya parece irreversible. Ni la conducción manejada por Graciela Caselles, ni la oposición interna liderada por Juan Domingo Bravo ofrecen alguna plataforma que permita ilusionarse con salir del pozo.
¿Por qué no pensar entonces en el único dirigente partidario que maneja territorio y que, por otra parte, maneja también una caja interesante como la renta minera, que no puede aplicar en gastos corrientes pero que genera respeto?

La opción ya comenzó a circular por la cabeza de algunos dirigentes del partido, especialmente entre algunos que tuvieron funciones de alto rango en los gobiernos bloquistas. Aún no conoce la superficie porque la estrategia pasa por orejear la baraja antes de jugar la carta. Y el tablero muestra hoy a dos bandos desgastados que seguramente seguirán peleándose por las migas. También muestra que la falta de liderazgo ya alcanza los niveles de gravedad, y eso en un partido acostumbrado a las riendas de los Cantoni o de los Bravo es un pecado del que no se vuelve.

La irrupción de Marinero como aspirante a jefe partidario debe contar con algo que todavía anda flotando: que él quiera y tenga ganas de descolgarse más seguido desde Iglesia. Sabrá también que eso supone un cambio en la relación con el gobierno de Gioja, con quien tiene contacto directo y una especie de alto el fuego convenido de hecho en Iglesia. 

Hasta acá van bárbaro. Tanto, que Marinero fue el intendente reelecto con mayor porcentaje de votos de la provincia en las últimas elecciones, y ese es un dato que le sirvió por supuesto al propio Marinero y también al Gobierno Provincial en su afán de difundir el apoyo popular a la actividad. Ahora, con Marinero negociando en nombre de todo el partido, la cosa cambia.

Si se decide, habrá poco que oponerse en el partido contra el único intendente y su condición de beneficiario de las regalías mineras. Serviría también para acercar a una figura difícil al partido: Enrique Conti, quien desde las tinieblas ejerce una especie de asesoría sobre Marinero, especialmente en el punto más espinoso que es el uso de los fondos mineros. El mismo que hace un par de semanas dijo en tono profético que el Bloquismo marcha hacia su desintegración.



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