Los rebeldes argumentan que tienen puntos de vista diferentes sobre el inicio de clases. En realidad, hay otros condimentos: la política metió la cola. Por Sebastián Saharrea.
A tono con el mundo, en el gremio docente mayoritario sanjuanino también hay “indignados”: en esta ocasión son los jachalleros e iglesianos que hacen paro contra la decisión de la conducción gremial de iniciar las clases. Lo curioso es que desde este espacio acusan elípticamente a Graciela López de estar muy cerca del gobierno provincial, y deducen que por esa razón decidieron no hacer paro. Pero ellos mismos se reconocen militantes del proyecto político encabezado por el gobernador Gioja –a excepción de la minería-, como los casos de Miriam Corso de Jáchal o Claudia Vargas de Iglesia. ¿En qué quedamos?
Mientras, desde el bunker de Graciela López acusan a sus rivales internos –siempre por lo bajo- de ser bloquistas y los chicanean con algún antecedente de “haber apoyado al gobernador Avelín”. Pero los asambleístas norteños contragolpean señalando su condición de kirchneristas. No fue casualidad que, al día siguiente de las palabras de la presidenta Cristina Kirchner en el Congreso cuestionando el tiempo de trabajo docente, Graciela saliera a decir que para la docencia es “un día de luto”.
Esta fiebre por el encolumnamiento político provincial y nacional transcurre al mismo tiempo que se analiza una propuesta salarial oficial y con muchos chicos sin clases. Y deja al descubierto una trama de internas y pulseadas por el sillón gremial que parece estar en primer plano, antes que aceptar o rechazar la propuesta.
Lo que se debe discutir en el gremio es si el aumento ofrecido prospera o no. Pero lo que se discute, en cambio, es quién se queda con el gremio, y con cuáles apoyos políticos. No está mal, sólo que debería hacerse en otro momento.