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Coaching

Soledad no deseada vs. soledad elegida

Existe una gran diferencia entre querer estar solos y sentirnos solos, por lo que hoy nos preguntamos ¿Qué es la soledad? ¿Qué diferencia hay entre soledad y soledad no deseada? ¿Cómo combatir ese estado que no me gusta ni quiero?

Por Carlos Fernández

Todos hemos experimentado en algún momento el sentimiento de soledad. El ser humano es social por naturaleza, lo cual significa que necesita el contacto y la relación con otras personas.

Existen muchos tipos de soledades, y muchas de ellas son enriquecedoras y favorables para nuestro desarrollo personal. No siempre tenemos que estar rodeados de personas para poder estar bien o sentirnos bien, pero cuando la soledad no se ha escogido nos encontramos ante la soledad no deseada, aquella que es impuesta y que se caracteriza por malestar ante la discrepancia entre el número o la calidad de relaciones sociales deseadas y las reales.

La soledad desde el punto de vista psicológico se puede interpretar de dos maneras: estar solo o sentirse solo.

Estar solo es un hecho común para todos. No siempre estamos acompañados. Esta experiencia de soledad se puede disfrutar mucho y suele ser muy constructiva.

Sentirse solos es diferente, porque uno se puede sentir solo también en compañía.

Tenemos que saber, que el sentimiento de soledad está relacionado con el aislamiento, la noción de no formar parte de algo, la idea de no estar incluido en ningún proyecto y entender que a nadie le importamos lo suficiente como para pertenecer a su mundo.

Que entendemos por soledad deseada y soledad no deseada

Por soledad deseada entendemos ese estado de vida en el que una persona se desconecta conscientemente del resto para estar sola. Es una persona que vive en soledad porque quiere. Porque sí, la soledad es parte de la vida y a veces es necesaria. Para muchos, es un momento íntimo en el que explorar la propia interioridad, una operación muy útil para el crecimiento personal y emocional. En esa condición, si bien la persona está sola no lo percibe como tal.

La soledad no deseada, en cambio, es peligrosa; duele, pesa, te invade, y nunca te acostumbras a ella. Vivir en soledad sin quererlo es siempre sinónimo de soledad interior, que empuja a la persona a sentir soledad incluso cuando está rodeada de otras, con las que se establecen relaciones superficiales que no permiten sentir comprensión y que dejan la sensación de en realidad no tener amigos.

A veces, el dolor surge cuando la persona se aleja temporalmente de las relaciones. Mientras está en compañía, todo parece estar bien, pero el sentimiento de soledad aflora cuando se queda a solas consigo misma.

Características que definen la soledad:

  • Constituye una experiencia subjetiva porque puede sentirse aun cuando se está en un grupo.
  • Es el resultado de una o varias relaciones sociales deficientes, resulta desagradable y produce angustia o depresión.
  • Salvo contadas excepciones, vivir la soledad es algo que no se desea, como tampoco la tristeza.

No es lo mismo que el aislamiento social, ya que la persona no lo quiere de esa manera, sino que no se siente a gusto con los amigos o compañeros que tiene porque considera que son demasiado superficiales, vacíos o poco dignos de confianza.

Pero ¿Cuántos tipos de soledad existen?

La soledad puede manifestarse de distintas formas y en ámbitos diversos, cada una con sus propias características y formas de abordarla.

  • Soledad existencial

La soledad existencial refleja la naturaleza más “filosófica” de nuestra existencia, haciendo énfasis en el viaje solitario que transitamos de la vida hacia la muerte. Aunque puede ser un catalizador para crecer como personas, también es cierto que nos recuerda la importancia de vivir con un propósito y conectar con los demás en este viaje compartido que es la vida.

  • Soledad emocional

La soledad emocional surge de la carencia de conexiones íntimas y de la falta de apoyo emocional. Hacer frente a esta soledad implica cultivar relaciones interpersonales significativas y abrirse a la posibilidad de crear nuevos vínculos, reconociendo que la calidad de nuestras conexiones afecta de forma directa en nuestro bienestar psicológico.

  • Soledad social

Este tipo de soledad se relaciona con sentirse apartado de grupos sociales más amplios. Combatirla implica buscar la inclusión en nuevos círculos y comunidades, recordando que la pertenencia y la conexión son necesidades fundamentales para el bienestar psicológico.

Factores que influyen el en miedo a la soledad:

La influencia social: El miedo al qué dirán.

La intensa influencia que ejercen estos modelos sobre nuestras expectativas, hace que muchas personas una vez llegan a ciertas edades consideren un fracaso no haber alcanzado algunos “hitos”: como tener pareja estable, haber formado una familia… o tener un determinado estatus de vida. Se sienten diferentes, inadecuadas, fallidas o tristes, pero sobre todo sienten miedo.

Exceso de responsabilidad, auto-exigencia o perfeccionismo: El miedo a fracasar.

Es muy importante manejar estas emociones, identificarlas y regularlas, para lograr que nuestra decisión esté guiada, no por los impulsos, sino por objetivos y aspiraciones.

La dependencia emocional: El miedo al abandono.

Las tendencias o rasgos de personalidad del individuo, unidos a las creencias erróneas o distorsionadas adquiridas a lo largo de la vida, hacen que la persona se llegue a sentir sola, desamparada o abandonada, buscando en la compañía el escape inmediato a esas emociones.

Cómo combatir la soledad

Combatir la soledad no deseada comienza con reconocer su presencia y entender que, aunque pueda sentirse abrumadora, hay algunas estrategias efectivas para gestionarla. ‍

Uno de los consejos para combatir la soledad más útil es abrazar actividades que fomenten la conexión con otras personas; por ejemplo, hacer ejercicio físico, participar en actividades de voluntariado o apuntarse a formaciones grupales puede ser un buen primer movimiento para establecer nuevos lazos.‍

Saber cómo lidiar con la soledad implica también la importancia de construir relaciones significativas, incluso en un contexto no presencial. Internet ha hecho posible que conectar con otros a través de intereses compartidos sea más accesible que nunca. Por ejemplo, explorar comunidades online con aficiones similares o unirse a foros o grupos de discusión puede ser también un paso valioso para superar la soledad.‍

Con todo, hay que tener en cuenta que superar la soledad no deseada, dejar de sentir ese vacío y desconexión existencial, no es un proceso que se logre de la noche a la mañana. Requiere paciencia, esfuerzo consciente y, a veces, el apoyo de profesionales de la salud mental que generaran desafíos para que la persona avance y rompa ese estado que le causa dolor.

Escrito por: Carlos Fernández. Coach y psicólogo.

Redes sociales: Facebook e Instagram: Europa Coaching.

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