Hoy debe tener unos 70 años, ya jubilado del Juzgado Nacional en lo Civil 61. Trabajaba en un cuarto piso de la Avenida Inmigrantes, desde donde se volvió conocido en el mundo entero por parar el futbol de Primera y de Ascenso en el país en el año 1998. Es el ex juez Víctor Juan Perrota. Con su decisión y fe en Dios soportó amenazas telefónicas, advertencias y presiones de quienes querían que el fútbol continuara en la Argentina.
Hace 10 años fue entrevistado por un diario de Colombia “El Colombiano”, pero las respuestas parecen ser de esta semana. Le preguntaron lo siguiente:
-¿En qué radica la base del problema con las hinchadas?
-En la falta de una cultura familiar, de la educación en general. Hay que buscar desarmar a una cultura violenta. La violencia de lo cotidiano encuentra un escape en las canchas. En la familia, en las escuelas se pasa por momentos difíciles. Si no se puede, no se juega, porque valen más las vidas de las personas.
-¿Qué conclusión le dejó el trabajo de control sobre las barras bravas?
-Que el rigor lo deja todo. Sin el rigor los hinchas violentos hacen de las suyas, la droga y el crimen llegan a las canchas.
¡Qué clara que la tenía el ex juez Víctor Perrota! Y pensar que yo no compartía la suspensión del futbol en aquel momento porque me perdía de relatar a San Martín y pensaba que se paraba una empresa que daba trabajaos a muchos, desde el que cuidaba las bici hasta el de los choris. Pero el problema de ese momento no eran dos mangos, el problema es el mismo de ahora y del cual hablamos hace un par de semanas atrás, cuando dijimos que si los hinchas son los protagonistas algo está mal en el futbol.
Esto sigue su escalda y la apuesta parece ser más elevada, luego del apriete a la familia del capitán de Desamparados, del cúter que largaron en la cancha de San Martín y de algunos hinchas que fueron en la práctica a “hablar” con los jugadores en Concepción, en San Juan se sumaron los incidentes y aprietes a un jugador de Unión y su técnico. A esto se agrega que el presidente de Sportivo Desamparados, Ricardo Salvá, dijo que no completara los dos años de mandato y se va en julio. Pero si levantamos la cabeza apenas un poquito nos encontramos con la renuncia del vicepresidente de Independiente, Claudio Keblatis, que se tapó con una licencia por 30 días, a este hombre lo amenazaron de muerte y su familia le dijo que dé un paso al costado (está en plena lucha contra los barras del Rojo junto al presidente Javier Cantero).
Hay más: el fin de semana pasado, tras la derrota de Atlanta con Independiente de Mendoza, el presidente Alejandro Korz terminó con la boca ensangrentada como consecuencia de un violento golpe que recibió de parte de un hincha, sólo porque se perdió. ¡Qué locura! Y ni hablar del más violento de esta semana: la amenaza que sufrió Giovanni Moreno, el jugador estrella de Racing, a la salida de la práctica en donde los barras le cuestionaron el cambio de camiseta con Viatri el domingo pasado al término del partido con Boca, apuntándole con un arma en la rodilla y amenazándolo para que deje la entidad de Avellaneda. Hasta dónde hemos llegado… ahora no podrán ni intercambiar las camisetas los jugadores.
¿Será la solución la que implementó Perrota hace 14 años, de parar la pelota y calmar las aguas o es hora que hayan soluciones de fondo, en donde el Estado tome un fuerte rol para controlar lo que pasa en el deporte más lindo de todos?