La cultura de un país, provincia o pueblo determinado, brinda a las personas un medio más apropiado para el cultivo de un talento, una habilidad o un don, que para otro. Y aunque debiera el país estimular y aprovecharlo, también la persona individualmente puede hacer consciente esta posibilidad desarrollando su potencialidad, acercándose a una condición necesaria para que su felicidad se manifieste: El desarrollo pleno de sus talentos.
Nuestra Argentina, sumida en inocultable crisis –una vez más- parecería no reunir condiciones para este postulado. ¿Cuál es el don cuya práctica reconoce campo propicio aquí y no en otros sitios que desconocen el cómo se vive o sobrevive en situación crítica?
Y es para destacarlo: la innovación, la creatividad, aplicados directamente o no a la solución de problemas, tan necesarios en todo el mundo, encontrarían en el argentino a la persona más específicamente preparada que en otras partes: desde pequeños en la casa, luego en la escuela y posteriormente en el trabajo, nos convertimos en expertos ante situaciones a resolver. No siempre responden el marketing o la economía ya que no se alcanza la solución y es entonces que surge espontáneamente el carácter creativo para obtener un resultado supletorio de lo que una economía dinámica y eficiente hubiera logrado con un bien o servicio con facilitado alcance.
A la fuerza, los argentinos practicamos nuestra creatividad y aplicamos convencidos sus soluciones. Aunque nos disgusta el no tener previsiones, el no saber hasta cuándo tenemos trabajo o el precio del dólar a futuro, o el porcentaje de la inflación subsiguiente, vamos fortaleciendo a la par las soluciones que reemplazan lo que la inestabilidad nos priva. Este año cambiamos el destino de las vacaciones, recientemente variamos los consumos acostumbrados de energía o incorporamos el ingreso extra para poder subsistir. Y todos los casos fueron exigidos por los resultados de una economía que no resuelve un funcionamiento continuo y correcto.
Por esto, que tan cotidianamente ha practicado, se destaca y se reconoce al argentino en el mundo: es importante hasta en una empresa que exista una respuesta rápida a las crisis. Una apertura de mente que visualice ingentes alternativas ante problemas, ante la investigación y la planificación del desarrollo.
El argentino inventor es un factor derivado, y que lamentablemente no puede conocerse estadísticamente. Aquí en nuestro país es difícil el trámite para que se apruebe una patente de invención y costosa la mantención de ésta en vigencia. Por lo tanto centenares de inventos de argentinos se patentan en el extranjero y nos perdemos así un índice que seguro nos enorgullecería y nos serviría de ejemplo y estímulo. Aunque el enfoque aquí en esta columna es a modo individual y de cercanos resultados, a los que nos enfrentamos en el día a día y en nuestro círculo de relaciones y espacios próximos.
Resolviendo creativamente nuestros acuciantes problemas damos un importante paso en el estímulo de nuestra creatividad. Y con ello activamos un factor que en otros países resulta difícil dinamizar por tener muchas cosas resueltas, repetidas o asumida la responsabilidad de su ejecución por otros.
No somos inventores o creativos por sólo aquellos sorprendentes descubrimientos. También lo somos al reemplazar creativamente un ingrediente que resulta por ahora inalcanzable a nuestra economía doméstica.
Y de ese modo, nuestra creatividad está estimulada más allá de lo que naturalmente concebimos. Podríamos aplicarla en otras expresiones, artísticas, culinarias, mecánicas, científicas, poéticas, profesionales y seguro sus resultados serían más que aceptables.
La creatividad aplicada, como forma de expresarnos, nos daría ingentes satisfacciones y nos sentiríamos con seguridad realizados con mayor plenitud que si nos negamos ese alcance: nuestra práctica permanente, por vivir en este país con crisis, nos ha creado un campo propicio que nos da condiciones especiales: a reconocer nuestra creatividad, a expresarnos con ella y a sentir manifestado al máximo nuestro disfrute de la Felicidad.