A una cuadra de la misa en honor a San Antonio, se armó la feria. Choris, zapatillas, sombreros, relojes, pulseras, panes caseros y hasta pastelitos se ofrecian a los fieles que llegaron de todas partes del país a presenciar la peregrinación y misa.
Sin embargo, hubo dos vendedores que se llevaron la atención de grandes y chicos, por ofrecer el juguete del momento.
"Al Spinner, al spinner", gritaban parados en el medio de la calle. El trompo que es moda estaba, por supuesto, a un precio mucho más barato que en cualquier juguetería. Por 150 pesos los clientes podían llevarse un spinner clásico y por 200 uno estampado con algún motivo en particular.