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HISTORIA PURA

Un abogado y un cura sanjuaninos, la llave de la Independencia

Francisco Narciso Laprida, como presidente de la histórica sesión del 9 de Julio de 1816, y el fray Justo Santa María de Oro peleando contra la monarquía constitucional, tuvieron un rol clave en la historia nacional. Por Gustavo Martínez Puga

Por Redacción Tiempo de San Juan
"Estaba reservado a un diputado de Cuyo ser el Presidente del Congreso que declaró la Independencia. Yo doy a su provincia mil parabienes de tal incidencia”. Semejante reconocimiento estaba dirigido al joven abogado sanjuanino de 29 años, Francisco Narciso Laprida, y ésas líneas están plasmadas en una carta escrita nada más y nada menos que por el Padre de la Patria, el general José de San Martín, a Tomás Godoy Cruz, diputado por Mendoza al Congreso de Tucumán.
Esa carta es guardada como uno de los tesoros del Archivo Sanmartiniano. Y rescata el rol clave que tuvo Laprida en la declaración de la Independencia y en el sistema de gobierno de nuestro país. Es que habían pasado los meses de abril, mayo y junio y los diputados no se ponían de acuerdo sobre el futuro del país, entre independizarse o no de la monarquía española.
Exactamente un año antes del histórico Congreso de Tucumán, en 1815, San Martín se había conocido con Laprida en su visita al Convento de Santo Domingo, cuando era el Gobernador de Cuyo y organizaba desde Mendoza el Cruce de los Andes para liberar a Chile y Perú. En esa entrevista estuvo el gobernador de San Juan, José Ignacio de la Rosa, y el fray Justo Santa María de Oro. A todos ellos los unía una firme convicción religiosa dominica.
Pero para poder llevar adelante su hazaña libertadora, San Martín necesitaba que Argentina declarara su independencia.
Laprida había sido elegido por los otros diputados como el presidente del congreso para el mes de julio por el respeto que se había ganado cuatro años antes, en 1812, por su trabajo en el Primer Congreso Constituyente en Buenos Aires.
San Juan había mandado a Tucumán dos diputados por su cantidad de habitantes: 22.500 personas.
Laprida fue elegido a último momento por el voto popular. Antes habían designado al fray Justo Santa María de Oro.
Según consta en El Redactor del Congreso –el diario de las sesiones- , el cura sanjuanino fue un vehemente defensor del sistema republicano: "Fue la suya la única protesta que se alzó contra la adopción de la forma monárquica constitucional”.
No fue menor el riesgo que corría el fray sanjuanino: en ese momento la Iglesia Católica tenía una dependencia directa de la monarquía española y él se estaba rebelando contra esas autoridades.
La postura del cura, y sus fundadas razones, provocaron un alboroto entre los diputados y decidieron levantar la sesión. El religioso no daba el brazo a torcer y estuvo cinco días sin ir a la sesión, por lo que llegaron a amenazarlo con declararlo en rebeldía si no regresaba.
Además de Laprida y el fray Santa María de Oro, también los otros dos diputados por Cuyo respondieron con total lealtad al Padre de la Patria: Tomás Godoy Cruz, por Mendoza; y Juan Martín Pueyrredón, por San Luis.
Eran días donde las ideas políticas se vivían a pura pasión. Tal vez por eso a Laprida no le importó tener que cabalgar durante días para llegar a Tucumán, sin más que un mazo en sus manos para defenderse de los peligros del camino.
El fray sanjuanino y el diputado mendocino Godoy Cruz viajaron más cómodos y seguros: en una galera.

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