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Personaje

El abogado del que todos hablan

Se trata de Gustavo De la Fuente, un profesional que forma parte de los juicios más impactantes de los últimos tiempos. Se recibió hace 8 años y siempre estuvo ligado al fuero penal. Para distenderse juega al paddle y hace terapia. Por Natalia Caballero.

Por Redacción Tiempo de San Juan
Por Natalia Caballero

Una oficina simple con un escritorio como mobiliario principal. No hay libros a la vista, sólo el diploma de su título y un cenicero. Ese es el ámbito de trabajo en el que el abogado del que todos hablan, Gustavo De la Fuente, piensa las mil y un estrategias para que sus clientes salgan lo más favorecidos posibles en los juicios que enfrentan. El hombre se recibió de abogado hace ocho años luego de haber estudiado primero Medicina. Desde un principio se inclinó por trabajar en el fuero penal, el ámbito que más le apasiona. 

Gustavo es el único hijo de una familia compuesta por un padre médico y una mamá comerciante. Su papá fue quien lo incentivó a estudiar medicina. Se fue a Mendoza a cumplir y al cabo de tres años de estudio, decidió abandonar la carrera. Se casó con una mendocina y fue contratado por una empresa privada de correo. Pasó por todos los puestos hasta ser nombrado gerente general en Capital Federal, también vivió unos años en Mar del Plata ejerciendo como líder. Pero la empresa quebró y Gustavo se quedó sin trabajo de un día para el otro. Volvió a San Juan y por consejo de su familia arrancó nuevamente a estudiar, en esta oportunidad su gran pasión: abogacía. 

Cuando a Gustavo se le mete algo en la cabeza es difícil que no persevere. Se pasó horas encerrado junto a sus compañeros de estudio Gabriela, José y Ariel, para terminar lo antes posible la carrera. En poco menos de cinco años, finalizó sus estudios en la Universidad Nacional de San Juan.

Desde que arrancó a trabajar, no paró más. Intervino en varios de los juicios más impactantes de la Provincia: es abogado defensor de Elio Barrozo, el barrabrava de San Martín procesado como jefe de una red narco; del policía que mató a un joven en el barrio Teresa de Calcuta; del barra verdinegro que mató al "Catita” Moreno y de Pedro Renzo Zamora, el taxi boy que mató de 11 puñaladas al policía Mario Vega. 

Este último caso fue uno de los más complejos que le tocó abordar a De la Fuente y lo definió como el "juicio más difícil” que haya afrontado. "La defensa a Zamora fue muy difícil, principalmente porque el cliente empezó con una mentira y yo hice lo que no tengo que hacer que es involucrarme con la familia. Después me entero que tenía sida y sentí que fue una doble condena para Zamora”, dijo De la Fuente al recordar el caso que tuvo a los sanjuaninos conmocionados durante semanas. 

La rutina de Gustavo arranca bien temprano cuando lleva a sus hijos al colegio, luego viene la tradicional ronda por Tribunales, en horario de tarde vuelve al estudio y atiende las consultas que le llegan. Hasta que no le encuentra la vuelta a los casos que le llegan, el abogado no se va de la oficina. 

Poco tiempo le queda para despejarse de la vorágine de la actividad diaria. El escaso tiempo libre que tiene lo disfruta jugando al paddle con sus amigos. Todos los jueves se junta con ellos a jugar con la paleta y a distenderse con un poco de actividad física. 

Uno de los aspectos de la profesión que más le cuesta afrontar a Gustavo es cerrar la persiana cuando sale del estudio y dejar atrás las historias de vida cruentas que le cuentan sus clientes o los hechos que le relatan. Es por esta razón que Gustavo hace terapia, para encontrar herramientas que le permitan dejar encerradas en su estudio las penurias de sus clientes, una tarea para nada fácil. 

Para llevar adelante su labor, un pilar imprescindible es su familia, compuesta por su esposa Sandra y dos hijos varones. El más grande, Matías, se está por recibir y según aseguró Gustavo, el adolescente no se siente atraído en lo más mínimo por la abogacía. "No quiere saber nada con la abogacía, yo apoyo su decisión y le digo que tiene libertad de elegir lo que más le guste”, añadió entre risas. 

La otra persona que también ocupa un lugar muy importante en su vida es su mamá, Olga, una especie de celebridad para quienes frecuentan Casa de Gobierno. Es que Olga es la simpática mujer que atiende el kiosco que está dentro del edificio de calle Paula desde hace más de 20 años. 

Respecto de los delitos, De la Fuente indicó que no ha notado un incremento sino más bien mayor crueldad en los hechos. "Los delitos siempre existieron, lo que hay ahora son delitos más graves, las políticas de prevención no están logrando el propósito que la sociedad requiere”, opinó. 

Gustavo trasmite serenidad y también inspira confianza. Mira fijo cuando habla, pero siempre abierto a escuchar, a que el otro tenga la posibilidad de repreguntar. 

Sobre la relación con los colegas, Gustavo comentó que en un principio no fue tan simple pero ahora es buena y cordial. Los abogados penalistas se conocen entre sí y a veces suelen primar las picas entre ellos y los malos entendidos. 

Dentro de los proyectos a futuro que tiene De la Fuente está incluido continuar con su trabajo en Tribunales y ser cada vez mejor abogado penalista. 

La clave de su trabajo diario es la pasión que Gustavo le pone día a día a su laburo. No le gusta dejar cabos sueltos en las causas que maneja y hasta que no le encuentra la veta a la defensa de sus clientes, no para. El abogado es muy perseverante y esta virtud es la que le ha permitido cosechar los mayores éxitos de su vida.

Muy personal
Nombre: Gustavo De la Fuente. 
Edad: 46 años. 
Estado civil: casado con Sandra. 
Hijos: dos, Matías y Jeremías. 
Club: River Plate. 
Hobby: jugar al paddle. 
Un lugar: Mar del Plata, donde vivió algunos años. 
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