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análisis

Rivadavia, el terreno político más gelatinoso

Es el más impredecible, el más escurridizo y el más relevante de los departamentos indefinidos. Candidatos en el vaivén y estrategias sorpresa. Por Sebastián Saharrea

Por Redacción Tiempo de San Juan
Con perdón de los tantos que intentan jugar a que las cosas nacen de un repollo, o a contradecir que todas las cosas son producto de su propia historia, hay que decir que el pasado sí importa. Qué mejor para alguien que ser puesto a elegir entre gente que conoce bien, por su desempeño con más o menos años en el mismo asunto al que aspiran regresar. Si es por eso, la gente de Rivadavia tendrá cierto privilegio: cuatro de los cinco candidatos que aparecen al tope de las encuestas para ser intendente son o fueron …. sí, intendente.
Detrás de Fabián Martín, aparecieron en la última encuesta del IOPPS y en ese orden la actual intendenta  Ana María López de Herrera, seguida por sus antecesores José Amadeo Soria, Jorge Salvador Abelín y Elías Álvarez. El primero, opositor; el resto, oficialistas pero con pocas cosas en común más allá de ese pasado al frente del Ejecutivo municipal. Todos apretaditos en 15 puntos porcentuales (de 23 el primero a 8 el último). Un mapa demasiado complejo, de horizonte variable y con sorpresas, para analizar con detenimiento. Está para cualquiera, diría el relator.
Quien sostenga alguna clara ventaja opositora tendrá media biblioteca a favor, y la otra mitad en contra. Sin hacer demasiado ruido, Fabián Martín consiguió asomar la cabeza por encima del resto, pero con un grado de dificultad que le hace desaconsejable proclamar cualquier tipo de victoria.
En especial, porque la aritmética conspira contra él, pese a que la política le tiende una mano. Lo primero opera en que los cuatro intendentes oficialistas computan todos juntos más del 50% de las voluntades. Lo segundo, por la dificultad que supone juntar el agua y el aceite. Dirigentes tan diferentes como Ana María y Abelín, o Soria y Elías Alvarez.
Se sabe, en este asunto nada es conveniente de ser sumado con la calculadora del almacenero. Pero atención que hay otro factor en juego, y este sí será determinante: las Paso, las internas abiertas que descalifica a los postulantes que pierden y fortalece a los que quedan. Ganará, este es seguro, el que sepa jugar mejor a este juego. Y por ahora, Fabián Martín aparece en evidente soledad, mientras que los que le siguen en atropellada pertenecen al Frente para la Victoria y allí se hará escuchar el liderazgo de José Luis Gioja para que no se le escapen los votos del mano a mano interno. Si lo consigue o no, allí está la variable que definirá el resultado.
No sólo los postulantes del oficialismo son bien distintos, sino también que vienen con una larga historia de cicatrices. Que aún supuran, como el caso de la actual intendenta y su antecesor inmediato Elías Alvarez, que disputaron una interna feroz y que todavía mantienen recelos. ¿Se volverán a encontrar en las urnas? O el caso de Abelín y Soria, viejos coequipers de una alianza municipal que terminó explotando en mil pedazos, con enojos hasta hoy.
Entre los matices, desentonan con fuerza: los más o menos kirchneristas (la intendenta, la más cercana), los hay más o menos giojistas (Elías y Soria, los más del palo). Pero tienen la ventaja de un liderazgo claro, capaz de hacer desteñir esas diferencias para retener el departamento, a pesar de que no gane la interna su preferido. Como ocurrió en 2011, cuando Ana María derrotó en la interna al pollo del oficialismo –en entonces intendente Elías- y de un lado y del otro supieron acomodarse, ganar la general y convivir todos estos años.
Un punto en este tema. Ninguno de los 4 intendentes en carrera es "El” hombre de Gioja en el departamento. Con la intendenta Ana María supieron acomodarse y sobrevolar las diferencias, pero en las líneas bajas los recelos nunca desaparecieron. Con Abelín, la línea de freno está en la condición de asesor. Con Soria y Elías la cosa está mejor, pero el hombre que mejor interpreta los movimientos del gobernador es Moisés Lara, no por nada es el presidente de la Junta.
Lara también supo estar en carrera, pero los números no lo favorecen. Lo curioso es que otro al que los números de las encuestas no favorecen ha saltado furiosamente a marcarle el paso al resto: Marcelo Delgado, a cargo de la Obra Social Provincia, es un flamante dirigente de Rivadavia que sin mover la aguja de las tendencias ha movilizado todo el espinel político, de propios y extraños.
Lo raro es que se le cuadraron algunos dirigentes que miden bastante más que él. Por caso, el ex intendente Elías Alvarez, muy por encima de Delgado en las encuestas, dejó correr el runruneo de que apoyará a Delgado, tanto él como los comensales de una mesa de cinco que se reúne con habitualidad a diseñar estrategias. Habrá sido la potencialidad del aspirante, o vaya a saber qué otra cosa habrá sido, la cuestión es que aquí acaba de configurarse un grupo en concreto.
De ese modo, el tablero oficialista aparece desperdigado en tres fracciones. Éste que patrocina al jefe de la Obra Social, el eje Abelín-Soria, y el de la intendenta. Ana María lleva adelante una gestión para nada liberada de dificultades, pero se hace fuerte en el dibujo electoral que se plantea hacia adelante: jugará una interna que supo ganar, y luego –con los contendientes internos desplazados-, salir a jugar a ganador aprovechando el envión. Tendrá que mejorar para eso en la percepción de la calle.
Sin descuidar que hay otro sector del peronismo rivadaviense que no está comprendido en ninguno de esos espacios, pero aún no se hace notar. Es el que lidera el senador Ruperto Godoy, algún día él mismo postulante a intendente del departamento. Si concreta como se sugiere su postulación para gobernador el año que viene, deberá tener a su propio candidato en Rivadavia, y es seguro que no está en esta lista.
Al juego de estrategias en el oficialismo, los sectores opositores deberán oponerle algo consistente como para no perder el punch que muestran y la ventaja inicial: para remarcar lo de Fabián Martín al conseguir hacerse de la delantera, tan cierto como lo solo que se lo nota en una pulseada de pesos pesados. Su objetivo en el plazo que queda hacia las Paso –y el de la agrupación política de los sostiene, el Basualdismo- será conseguirle contendientes de relevancia para esa votación interna. No sea cosa que le ocurra lo del oficialismo en la última Paso: por ir sólo y con todos alineados, perder protagonismo en la campaña.
¿Quiénes hay para ese juego? Lo poco que se ve pasa por el bloquista disidente Esteban Kenny, que ya se lanzó a hacer rotar su nombre, pero sin resultados notables hasta el momento. Poco más. Luego habrá que ver el juego del PRO en un departamento en que el año pasado no le fue mal, pero donde le cuesta hacer despegar a algún candidato. Y el Frente Unen, o lo que quede de él: Rivadavia es el domicilio de varios dirigentes radicales importantes, habrá que ver si los tienta la invitación.
Por ahora, todas opciones que corren por carriles separados y sueñan con despertarse un día y encontrar una noticia que los envalentone: elecciones adelantas. ¿Ciencia ficción?



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