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A un año del juicio por apropiación ilegal

Emilio Goya: “La relación con mi hermano se rompió desde el juicio”

Jorge Guillermo Martínez fue sustraído ilegalmente en el ’80 y recuperado en el 2008. El año pasado sus apropiadores fueron condenados por la Justicia Federal; fue el primero en San Juan y hasta ahora el único con condena por delitos de lesa humanidad. Su medio hermano contó sus alegrías, temores y esperanzas. Por Viviana Pastor.

Por Redacción Tiempo de San Juan

“La relación con mi hermano se rompió desde el juicio. Él tomó la actitud de no creer lo que el juzgado evaluó, descreyó de todo lo que en el juicio se dijo y me reclamó la responsabilidad sobre resultados del mismo”, dijo Emilio Goya, sin poder ocultar la decepción a través del teléfono. Emilio es medio hermano de Jorge Guillermo Martínez Aranda, el hijo de desaparecidos apropiado por militares y cuyo caso fue el primero en ser llevado a juicio en San Juan; hasta ahora es el único por delito de lesa humanidad con condena en la provincia.
Hace un año, el Tribunal Oral Federal de San Juan fijó la pena de 12 años de prisión para el ex suboficial de Inteligencia Luis Alberto Tejada y 5 años de prisión domiciliaria para su esposa, Raquel Josefina Quinteros; los apropiadores de Jorge, quienes lo anotaron como Carlos Alberto Tejada.
El apropiado, que hoy tiene 33 años, se enteró de su verdadero origen en el 2008, luego del examen de ADN, gracias a la búsqueda incansable de su hermano Emilio. Pero hoy la relación entre ambos es prácticamente inexistente, Jorge culpó a su hermano de ser el responsable de que “sus padres” estuvieran presos. Jorge no quiso hablar con Tiempo de San Juan, pero su hermano Emilio sí.
“Soy responsable de haber buscado personalmente los datos de mi hermano y haberlos aportado a la justicia. Desde el año 2000 soñaba con el momento de encontrarlo. Cuando pude, empecé a recorrer el mundo buscando pistas, datos, lo hice casi solo, me ayudaron las Abuelas de Plaza de Mayo y el equipo de Antropología Forense, gracias a quienes encuentro a mi hermano”, contó Emilio desde Chaco, donde nació y es coordinador del Área Juventud del Ministerio de Desarrollo Social.
La búsqueda de Emilio fue incansable y lo llevó a México y dos veces a España, atando los cabos sueltos de la particular historia de su padre, Francisco Luis Goya, quien fue militante de la Agrupación Montoneros. En 1976, Francisco formó pareja con María Lourdes Martínez Aranda (madre de Jorge Guillermo), de nacionalidad mexicana, quien también pertenecía a la agrupación Montoneros. Ese año, ambos se radicaron en México. Luego viajaron a Madrid, España, donde nació Jorge Guillermo y fue asentado en la Embajada de México.
El matrimonio regresó con su hijo al país en 1980, entre abril y julio, para participar de la denominada “Contraofensiva” de Montoneros.
La investigación, que tramitó Ariel Lijo, titular del Juzgado Federal Nº 4, determinó en el 2009 que Jorge Guillermo Martínez Aranda había sido sustraído a sus progenitores María Lourdes y Francisco, quienes habrían sido secuestrados por miembros del Servicio de Inteligencia del Ejército, con asiento en Mendoza, dentro de las actividades enmarcadas en el llamado Proceso de Reorganización Nacional, llevado a cabo por la Junta Militar durante el período 1976/1983. La desaparición de la familia Goya-Martínez, fue a principios y/o mediados de 1980, y a la fecha se desconoce su paradero, según publicó el Centro de Información Judicial.
El juicio en San Juan, realizado en septiembre y octubre de 2011, donde viven los apropiadores de Jorge Guillermo, determinó que Tejada, quien era Suboficial Mayor (r) del Ejército Nacional Argentino, y su esposa, eran responsables de la apropiación del hijo de los desaparecidos, Francisco y Lourdes.
“Que por llegar a la verdad mi hermano me dijera que yo era el responsable del resultado del juicio… cuando yo no tomé decisiones, no sustraje, no secuestré, no asesiné, esto no lo genero yo. La justicia actuó en consecuencia, yo junté algunos elementos y los aporté, pero fue la justicia la que unió esos elementos y encontró al “arrepentido”, que en pleno juicio contó con lujo de detalles el caso”, señaló Emilio.
Luego aseguró que es entendible la confusión que puede tener Jorge en relación a sus apropiadores por la relación y el cariño que les tenía, producto de muchos años, “se habrá sentido mal, entiendo”. Señaló que siempre cuidó su privacidad, pero con mucho énfasis destacó que Jorge “no es el único ni el más damnificado; él convivió con una mentira 30 años, pero nosotros todos esos años hemos vivido con angustia y con un gran vacío, hay una abuela,  hermanos e hijos de  Francisco, que no sabemos dónde está, cuál fue su destino final”, dijo.
Y agregó: “La justicia llegó a la verdad del apropiador y la apropiadora, y más allá de todo análisis lo que hay que poner en valor es que ellos no estaban siendo juzgados para determinar si educaron bien o mal a Jorge o cómo era su comportamiento en su casa. Se evaluó el delito de apropiación de personas, se evaluó que cuando había un familia que desesperadamente buscaba a Jorge, había otra que sabiendo que había cometido un delito, lo seguía privando de esa verdad, de su identidad”.
El caso de Jorge Guillermo fue el primero en el país en el que un juez federal ordenó, en el 2009, la restitución de la identidad de un menor de edad nacido e inscripto en el extranjero por su familia biológica y luego cambiada por los apropiadores en la Argentina.
Emilio sigue esperando que algún día pueda reencontrarse con su hermano en el abrazo filial, el abrazo de la sangre, que tanto añora. “Sueño con el momento que su cabeza haga ‘clic’. Nosotros buscamos la vida, la justicia, sin ningún tipo de rencor ni de odio, sólo con la razón que nos sacudía la cabeza con el dolor de no tenerlo. Siento que recuperamos nuestra historia y la identidad, pero aún no puedo recuperar a mi hermano”, lamentó Emilio.

Textuales

“El asesino es el apropiador, quien truncó la realidad; y que él haya cuidado las formas no significa que sea buena persona; eso es sólo una acción desmesurada para intentar transformar una realidad, la apropiación y sustracción”.
 
“Hay un dolor que no se puede medir, el de una familia que buscó a ese niño desesperadamente y que ellos ocultaron su identidad y lo privaron de ella. Son los únicos culpables y así los juzgó la justicia”.

“El juicio le hizo mucho bien a la sociedad sanjuanina. La obligó a verse a sí misma y seguirá generado que muchos hablen, que salga a la luz más verdad y que más gente se libere y más familias se encuentren. Y si hay responsables y tienen que pagar, que lo determine la justicia”.

“Falta encontrar otros nietos, nadie sabe cuántos Jorge Guillermo hubo en ese centro clandestino de detención”.


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