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JUICIO EN LA SALA TERCERA

Gil negó todo, pero las pruebas en el crimen del anciano lo hunden

El doble homicida aseguró que no es homosexual, negó haber tenido “una relación” con la víctima fatal e intentó sembrar dudas en la investigación, pero quedó en off side constantemente. La psicóloga y la forense, durísimas. Por Gustavo Martínez Puga

Por Redacción Tiempo de San Juan
Claudio Javier Gil (43) negó todo tipo de participación en el crimen de Jorge Luis Espínola (85), muerto entre el 6 y el 7 de marzo de 2014 en su casa del barrio Camus, Rivadavia. También negó ser homosexual y de haber mantenido "una relación” con la víctima fatal. Sin embargo, una serie de pruebas lo dejaron mal parado ante el tribunal de la Sala Tercera de la Cámara Penal, donde lo investigan por el tercer homicidio en su historial.

Gil viene de ser condenado a prisión perpetua en la Sala Primera hace tres semanas por el crimen del chef Carlos Echegaray. Y en el ´99 fue condenado en La Rioja por matar a un hombre de apellido Herrera. Las tres víctimas fatales tenían la misma orientación sexual: eran homosexuales.

Justamente Gil está siendo juzgado ahora por homicidio agravado por la saña y por la orientación sexual de la víctima.

Tras leerle la acusación fiscal, Gil accedió a dar su versión de los hechos. Negó haber tenido relaciones sexuales con Espínola, negó que lo haya conocido en la llamada "zona roja” de la plaza Aberastain, negó haberle cobrado por tener sexo y negó ser homosexual.

Gil dijo que conocía a Espínola por la relación que éste tenía con su madre en la Iglesia Católica. Y para minimizar su vínculo con la víctima fatal, intentó demostrar que "solo una vez” fue a su casa a buscarlo para que fuera a visitar a su madre porque ella estaba enferma. No es lo que dijo durante la etapa de investigación, cuando dijo que "pernoctaba” en la casa de Gil. El martes Gil interpretó que esa palabra significar haber ido una sola vez un momento.

El doble homicida también intentó generar duda en la investigación, haciendo confusa su declaración sobre el reconocimiento de su firma en las actas oficiales. También negó que el rasguño en su brazo derecho fuera de Espínola, en cuyo cadáver encontraron muestras del ADN de Gil debajo de cuatro de sus uñas, lo que ubica científicamente a Gil en la escena del crimen, en lo que se cree que fue un intento del anciano por defenderse.

Otras pruebas complicaron a Gil. La principal es la del ADN. Cabe recordar que Gil fue detenido una semana después de que Espínola fuera asesinado y de su cadáver se extrajeran las muestras genéticas que luego fueron compatibles con Gil.

Pero también encontraron en la casa de Gil sus zapatillas con manchas de sangre en la suela. El peritaje hecho antes de ese procedimiento describía la marca de un calzado deportivo marca Adidas, de 33 centímetros de largo y de 10 de ancho, gastado en los talones. Una semana más tarde, las zapatillas de Gil coincidían con ese peritaje.
Absurdamente Gil intentó ensuciar esa prueba. Dijo que "hay un millón de zapatillas Adidas en San Juan”. Hizo que le sacaran sus zapatillas de las cinco cajas de evidencias en su contra. Y, en cuanto se las mostraron, a más de un metro de distancia, las reconoció automáticamente sin siquiera mirarlas de cerca.

Algo parecido ocurrió con las firmas en las actas de detención y de secuestro de evidencias. Intentó ensuciar el trabajo policial diciendo que la firma al pie "se parece” a la de él. Pero luego reconoció que las había firmado.
Incluso, Gil fue más burdo al inicio de la declaración: intentó sostener que vivía en un domicilio de Santa Lucía, no donde lo detuvieron, en Desamparados. Sin embargo, durante todo el relato posterior habló de que vivía en Desamparados cuidando a su madre.

Respecto de las lesiones del rasguño en su brazo derecho, compatibles con las uñas de Espínola, Gil dijo que era de una pelea que tuvo anteriormente porque lo intentaron robar a pocas cuadras de su casa. Pero a la defensora oficial le dijo que ese hecho ocurrió "un par de días” antes de la detención; al tribunal le dijo que fue "una semana antes”.

La psicóloga de la Secretaría Social de la Corte de Justicia describió a Gil como "una persona con múltiples patologías”. Mediante dos test, la profesional aseguró que Gil "tiene inclinación a la agresividad, es psicopático, es frío”. También aseguró que el crimen de La Rioja es un hecho que "se repite” en la conducta de Gil.

Por otro lado, la forense María Beatriz Vazquez describió que a Espínola lo mataron de tres cuchillazos en un costado del cuello. Eso provocó que muriera sangrado y ahogado por su propia sangre. Y dijo que los cuchillazos fueron hechos con mucha fuerza, porque la profundidad provocó que le llegaran a cortar la garganta desde un costado del cuello.

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Con el cadáver. Esta es la ambulancia que tenía el cadáver del anciano en su interior, en la puerta del geriátrico de calle Entre Ríos, al lado de la Central de Policía de San Juan.

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