Todo comenzó aquella madrugada del 4 de junio de 1991. Astorga había llegado desde Buenos Aires, dejando hijos y buscando una nueva vida en San Juan. La doctora Feldman le dio trabajo en su casa como empleada doméstica. Pero al poco tiempo ya empezaron a dudar de su conducta, cuando empezaron a descubrir que por las noches metía clandestinamente a la casa a su novio para que durmiera con ella.
Ese novio era Claudio Zalazar, un joven de 18 años –menor que Astorga- que venía en bicicleta desde La Rinconada, Pocito. Al parecer, se vio engatusado por los encantos de Astorga, una bella morocha, pelo oscuro, ojos color de miel y buenas curvas.
La policía siempre dijo que Astorga era la mentora del robo; que esa noche terminó de convencer a su novio Zalazar a saquear la casa de los Feldman cuando se iban a trabajar y los dejaban solos por la mañana.
Así fue que empezaron a cargar en un Renault 11 de los Feldman desde electrodomésticos hasta las cosas de menor valor de la casa.
Desafortunadamente la doctora Feldman regresó antes de lo previsto a la casa. Y sorprendió a Astorga y su novio con las manos en la masa. Sin dudarlo, Astorga y el muchacho atacaron a la médica y ella la golpeó con un bolillo de amasar que había en la cocina.
Hasta ese momento la creyeron muerta. Pero como luego descubrieron que aún respiraba, Astorga la ultimó a cuchillazos, con la evidente intención de no dejar testigos.
Astorga y su novio escaparon a Pocito. Los familiares del muchacho no le dieron asilo y escaparon hacia Albardón, intentando en una pequeña moto ganarse la libertad por caminos alternativos a las rutas. Igual fueron atrapados.
El juez Héctor Fili los condenó a ambos a la pena máxima: reclusión perpetua.
Jugados ya de por vida siendo muy jóvenes, Astorga logró convencer a Zalazar de escaparse. Y así lo hicieron, seduciendo Astorga a un guardia cárcel en una noche de tormentas. Volvieron a caer al poco tiempo. Y a partir de ese momento Zalazar cortó la relación con Astorga.
Tiempo después, Astorga volvió a escapar. Los investigadores dicen que de nuevo debió seducir a los guardias, ya que lo hizo saltando techos y muros del Penal. Llegó caminando hasta la playa de la ex Cepas Argentinas, atrás del Hospital Marcial Quiroga, y logró convencer a un camionero de que la llevara hasta Buenos Aires, donde tenía familia.
A los pocos días Astorga fue delatada y no ofreció resistencia cuando la policía la atrapó.
Así fue como regresó a cumplir condena al Penal de Chimbas. Allí conoció a un interno condenado por homicidio con el que formó pareja. Él también tiene trabajo y gozaba de beneficios legales, tal como ahora los tiene Astorga.