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EL NEGOCIO DE LOS PSICOFÁRMACOS

Un médico enigmático, detrás de las recetas truchas de ansiolíticos

Hay recetas de ansiolíticos y psicofármacos hechas a personas que no existirían y siempre compró los remedios el único detenido. El profesional no había podido ser ubicado por Salud Pública ni denunció el robo del sello. Por Gustavo Martínez Puga

Por Redacción Tiempo de San Juan
Un médico de la obra social de los empleados de comercio, OSECAC, está bajo la lupa de la justicia penal por su presunta participación en el mercado ilegal de los psicofármacos. Y su nombre quedó al descubierto tras la última detención que se produjo en un operativo realizado el viernes 10 de octubre último, donde se detuvo a un sospechoso en una farmacia ubicada en el microcentro.
 
En ese procedimiento realizado en una farmacia ubicada en General Acha y Laprida se detuvo a un hombre identificado legalmente como Julio Ovidio Aguilar, de 48 años, quien fue llevado a la Seccional Primera y quedo privado de la libertad, con prisión domiciliaria.
 
"Pretendía comprar el medicamento Rivotril con una receta falsa con membrete de Centro de Adiestramiento Rawson René Favaloro (La Rotonda), prescripta por el Dr. Raúl Riveros que solamente realiza guardias los días sábados en ese centro de salud”, informaron fuentes de la investigación que lleva el Quinto Juzgado Correccional.
La farmacéutica ya había identificado a ese sujeto con recetas dudosas. Se comunicó con el jefe de la División Farmacia de Salud Pública, Mario Carmona, y éste denunció el caso a la policía a través del 911.
 
"Se lo requisa y se le encuentra una caja de Alplax 2mg x 60 comprimidos que había comprado en la farmacia San Andrés de calle Libertador y General Acha ese mismo día, con las recetas del doctor Riveros”, informaron fuentes oficiales del caso.
 
Así fue como el médico quedó bajo la lupa judicial.
 
Hasta el cierre de la edición el médico no estaba detenido y se lo estaba tratando de localizar para citarlo legalmente. Otro dato que llamó la atención a los investigadores es que en los teléfonos de contacto que dejó no pudo ser ubicado. La policía lo iba a citar a OSECAC mediante oficio. 
En los consultorios de esa obra social le admitieron a Salud Pública que el doctor Riveros atiende allí tres días a la semana. Y en la Farmacia Mercantil, que es de OSECAC, llevaron a Salud Pública recetas hechas por ese médico a otros pacientes.
 
Allí se pudo ver que el sello del médico y el recetario eran de OSECAC, pero la letra era distinta a la del profesional. Lo que no se sabe aún es qué vínculo tenía el médico Riveros con el detenido Aguilar.
Según Salud Pública, hasta el momento no han registrado que el médico haya denunciado el extravío o el robo de su sello.
 
LAS PISTAS
 
Una de las dudas más grande que dejó el rol del médico mencionado en la investigación es que hizo dos recetas a dos personas distintas y con un mismo domicilio (en calle Urquiza). Para los investigadores eso es, por lo menos, raro.
 
Pero esa duda aumentó cuando los investigadores cruzaron datos y vieron que el número de DNI no correspondía con uno los nombres a los que el médico le había recetado los psicofármacos.
 
Son siete las recetas truchas que le secuestraron José Ovidio Aguilar, el detenido que sería de Calamuchita, Córdoba. En al menos cinco de ellas estaba el sello de ese mismo médico Riveros.
 
Una de esas recetas tiene un sello que dice que ese médico la hizo trabajando en la obra social OSECAC. En ese membrete el sello es distinto y no dice médico de qué especialidad es (ver fotos).
 
Otras recetas fueron hechas en el Centro Favaloro (La Rotonda), pero en días y horarios distintos a los sábados, que es cuando él está de guardia en ese centro de salud. En esas dice que es médico cirujano.
 
Cuando los investigadores se pusieron a buscar quién era el médico que aparecía recetando los psicofármacos, se encontraron con que el profesional está matriculado tanto en San Juan como en Mendoza.
 
En una página oficial de Salud Pública en la que anotan a los médicos y los lugares donde trabajan, no aparece que ese profesional de la salud trabaje en la obra social OSECAC. Sin embargo, sí aparece como que trabaja en el Centro Favaloro (La Rotonda) y en el servicio de ambulancias ex SIFEME.
 
Es común que a los médicos les roben los sellos para cometer este tipo de delitos. Pero, en el caso del médico en cuestión, no encontraron por ahora en la Policía que haya denunciado en algún momento haber sufrido el extravío o el robo de un sello.
 
Por ahora en Salud Pública es un gran misterio quién es este médico, a quien no han podido localizar en los teléfonos y direcciones que había dejado ante ese organismo de control.
 
EL NEGOCIO
 
Una caja de Rivotril por 30 comprimidos tiene un precio de venta en las farmacias de 45,10 pesos. Cada comprimido de esa droga inductora del sueño, conocida por "la droga de la violación”, tiene un valor en el mercado negro que arranca en los 50 pesos, por lo que a una caja de 45 pesos le sacan desde los 1.500 pesos en adelante.
 
Lo mismo sucede con otro psicofármaco, el Alplax. La caja por 60 comprimidos de 2 miligramos cada uno, tiene un valor de venta en las farmacias de 160,29 pesos. Cada unidad también arranca en los 50 pesos en el mercado en negro.
 
Tal vez esos valores sean la mejor manera de entender cuál es el negocio que se esconde detrás del mercado negro de los psicofármacos.
Esos medicamentos tienen como destino en el mercado ilegal a los adictos, a los delincuentes que potencian su uso con el alcohol y a los que pretenden usarlo para cometer delitos sexuales, en drogas como el Rivotril.

Violación
 
Al Rivotril le dicen "la droga de la violación” porque hace que las personas se duerman profundamente y se les crea una laguna mental que no les permite recordar absolutamente nada. Eso hace que las personas no ofrezcan resistencia al momento de estar dormidas y ser abusadas sexualmente, por lo que tampoco queda en su cuerpo los síntomas de violencia física de una violación. De esa manera, si el abusador tiene la precaución de no dejar restos de esperma, es muy difícil probar el delito.

Otros tres casos, a resolver
 
Otros tres casos de personas vinculadas al negocio ilegal de psicofármacos fueron descubiertos este año y, hasta ahora, en ninguno hay resolución judicial. Incluso, de todos ellos sólo hay un detenido, el resto están excarcelados.
Tal vez el hecho más grave sea el robo de un lote de psicofármacos de la división Farmacia del Hospital Marcial Quiroga. Se trata del caso en el que hallaron 53 cajas de Rivotril y Alplax con troqueles anulados porque eran lotes para un hospital público. Luego descubrieron que eran del Hospital Marcial Quiroga. Aún no se sabe quién ni cómo salieron de ese lugar. Sí hay cuatro mujeres detenidas y excarceladas, de apellido Trigo (28), Castro (40), Villarruel (29) y Bustos.
 
La denuncia está en la Seccional Segunda y el caso en el Quinto de Instrucción. El 15 de mayo último se allanaron el barrio Echeverría y el barrio Noreste III y se encontraron más de 700 pastillas de psicofármacos y recetarios truchos.
 
En ese caso la denuncia la hizo el mismo médico, Daniel Villegas, a quien citaron en Salud Pública porque encontraron recetas a su nombre y él informó que nunca las había recetado, por lo que denunció el caso.
Otro de los casos resonantes fue el protagonizado por el cordobés Ricardo Omar Bustos (61), quien fue detenido y excarcelado. El procedimiento se hizo el 22 de agosto e intervino el Primer Juzgado de Instrucción, cuando el cordobés esperaba en la Farmacia Don Bosco que llegara de la droguería el medicamento Rohypnol, por el que había pagado tres cajas. La receta era falsa y la farmacéutica se comunicó con Salud Pública, donde se le dio intervención policial a través del 911.

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